En nuestro libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero Vicenç Navarro y yo presentamos los datos que muestran que las políticas de ajuste como las que está aplicando el gobierno de Rajoy matan a la gente. No se trata de una afirmación retórica, ni mucho menos: cuando se recortan los gastos en […]
En nuestro libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero Vicenç Navarro y yo presentamos los datos que muestran que las políticas de ajuste como las que está aplicando el gobierno de Rajoy matan a la gente.
No se trata de una afirmación retórica, ni mucho menos: cuando se recortan los gastos en sanidad miles de personas que necesitan atención médica dejan de tenerla, o la tienen en peores condiciones y terminan muriendo antes. Igual le ocurre a otras que son dependientes y que dejan de tener la asistencia que necesitan para sobrevivir. Y cientos de personas se desesperan cuando pierden sus casas, cuando se quedan sin ingreso alguno para salir adelante, cuando ven que los bancos destrozan a sus familias o que no pueden alimentar a sus hijos, y se suicidan. Esto último es lo que le viene sucediendo a una media de tres personas diarias en los últimos años de crisis.
En todos los países en donde se han aplicado recortes en salud, dependencia, pensiones o incluso en educación como los que realiza Rajoy ha pasado lo mismo, y eso es lo que ya ocurre y seguirá ocurriendo en España mientras el gobierno se empeñe en recortar los recursos que se necesitan para sostener adecuadamente los servicios públicos esenciales. España no va a ser una excepción sino que se sumará a la ya larga lista de países en donde las políticas de ajuste neoliberal han matado a miles de personas. Hablemos claro, en España se está produciendo ya el mismo tipo de actuación política que se ha dado en otros lugares y que, aunque no esté reconocida aún como tal, es un auténtico crimen económico contra la humanidad. Al igual que ha pasado a lo largo de la historia con otros crímenes de este tipo, el hecho de que aún no esté reconocido formalmente no significa que no se esté produciendo, y aunque ese reconocimiento tarde más o menos tiempo en llegar, nadie debería ser tan ingenuo como para pensar que los pueblos no van a ser capaces de castigarlo como tal en el futuro.
Cometen el crimen los especuladores que elevan artificialmente los intereses obligando a los Estados a asumir una deuda innecesario que desestabiliza sus economías y los arruina. También los organismos que imponen los recortes sin justificación, porque la experiencia y los datos muestran que ningún país ha salido adelante mejor o superado las crisis recortando servicios de bienestar, sino que así solo se ha conseguido abrir a la puerta a los negocios privados que los encarecen y dejan excluidos de su disfrute a millones de personas. Por supuesto, también los banqueros que han provocado una crisis y ahora utilizan todo su poder para echar sus costes sobre las espaldas de los demás. Y son criminales contra la humanidad los gobiernos que permiten hacer eso y dejan indefensos a sus ciudadanos y que, para satisfacer a los poderosos, les niegan y recortan derechos que sus propias constituciones reconocen como fundamentales para la estabilidad, la paz social y para la vida misma.
La evidencia indica claramente que la deuda es simplemente el resultado de una estrategia perfecta y artificialmente urdida que constituye el negocio de la banca, que en Europa no habría apenas problema de deuda soberana de no haberse prohibido que los bancos centrales financiasen a los Estados, para así beneficiar a los bancos privados pagándoles intereses multimillonarios, e incluso que para reducirla no sirven los recortes que llevan a cabo los gobiernos europeos, porque terminan provocando menos ingresos totales y también del Estado. Lo que revela claramente que si se reducen gastos en servicios públicos y se reducen derechos no es, como se dice, porque quieran acabar con la deuda (que sería como decir que los bancos quieren acabar con su propio negocio), sino porque tratan de abrir más espacios al gran capital privado a costa, como he dicho, de matar a la gente que deja de disfrutarlos.
Estamos de acuerdo en que los gobernantes que toman estas medidas, como Rajoy, no matan materialmente pero eso no quiere decir que no sean responsables directos de las muertes que producen sus políticas. Cierto que no son ellos los que empujan a quienes se suicidan tirándose de la ventana cuando los bancos los echan de sus casas, que no cierran personalmente las consultas o que no quitan de las manos de los enfermos la medicación que necesitan. Pero dictan las leyes que hace que eso ocurra y que condena a la mucha gente a morir innecesariamente. Y por eso son criminales que deberían ser juzgados y condenados si es que en el mundo y en nuestro país hubiera un poco de justicia.
No hay derecho a que la gente más humilde tenga que soportar tanto daño y sufrimiento mientras que los gobiernos no paran de darle dinero, apoyo y escondite a los banqueros delincuentes (¿a cuántos delincuentes corruptos ha indultado ya el gobierno de Rajoy?) mediante leyes totalmente contrarias a las que habían prometido aplicar cuando se presentaron a las elecciones.
No hay derecho a cometer y perdonar este tipo de crimen con impunidad. Rajoy y sus ministros tienen que saberlo y hemos de decírselo a la cara bien claro: son responsables directos de que la gente esté sufriendo y muriendo. Firman leyes a favor de los bancos con las manos manchadas de sangre. Esa es la pura verdad y deberíamos impedir cuanto antes que sigan haciendo estas barbaridades que vienen cometiendo.
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