Días atrás, preparando una charla me acordé. A finales de los años sesenta del pasado siglo decía el entonces cardenal brasileño Helder Cámara en el circo Krone de la calle Marsstrasse de Munich: «Si doy de comer a los pobres me dicen que soy un santo, pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre […]
Días atrás, preparando una charla me acordé. A finales de los años sesenta del pasado siglo decía el entonces cardenal brasileño Helder Cámara en el circo Krone de la calle Marsstrasse de Munich: «Si doy de comer a los pobres me dicen que soy un santo, pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista«. Y hace poco en televisión vi y oí decir a un kurdo, huido a las montañas tras ser bombardeado su pueblo, algo parecido: «Quienes nos bombardean dicen que somos terroristas».
Hay personas tan imbéciles como Oskar Gröning, juzgado este año, en abril, en Alemania, acusado de haber contribuido al asesinato de 300.000 personas en Auschwitz. Tiene 94 años. Y no niega que estuviese al tanto de las matanzas masivas, de su gasificación y cremación. Pero lo que más indignó en la sala fue su reiterada afirmación de que «él contribuyó a que aquella ingente matanza se llevara a cabo lo más dignamente posible, vaya, se hiciera con limpieza: sin maletas olvidadas en la rampa de descargue, guardando la fila, sin empujar al de adelante, en silencio…».
Y así, de esa manera tan «limpia y aseada», fueron gaseados entre otros los padres y dos hermanas de la testigo, presente en la sala, la octogenaria Eva Mozes Kor , que sobrevivió a ese campo de horror y al «limpio» trabajo de ese hombre.
Los gobiernos, el español y vasco, algunos medios de comunicación y periodistas a sueldo, bancos, patronales, asesores bursátiles, ayuntamientos y diputaciones, partidos políticos, hombres de la calle, tertulianos, mucha gente, demasiada… pregonan machaconamente Auschwitz: ¡Trabajad malditos! Die Arbeit macht frei! ¡El trabajo os hará libres, haraganes, vagos, comunistas, abertzales radicales…!
Azkuna, el mejor alcalde del mundo, y otros papagayos insistían: ¡Bilbainos, trabajad de noche y de día, domingos y laborables, como los chinos…! La patronal, la casta y los gobiernos dicen: No sois rentables si no ganáis como los esclavos, quien vive de su trabajo es un aprovechado, un mal educado… Y van allí donde la explotación tiene vía ancha. Su dinero, su beneficio, su vida es explotación y penuria.
Al trabajador en el 2015 le ocurre lo que al trabajador en la cantera de Auschwitz: que pronto muere de hambre, en los huesos. Y se tiene el peligro de disputarse con el vecino hambriento el trozo de pan caído de la mesa de los ricos. He visto a dos ratas hambrientas disputarse a mordiscos un pájaro aplastado por un coche.
Nos enseñan paz para anatematizar la rebelión, pero hemos olvidado que la rebelión exige hombres dignos.
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