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Rebelión en el campo

Fuentes: IPS

Las manifestaciones de productores agropecuarios, que culminarán este martes con actos en todo Brasil y una marcha sobre la capital del país, reflejan una crisis inimaginable hace tres años, cuando el sector celebraba una expansión que atemorizaba a competidores internacionales.

El movimiento «Alerta del campo», que bloquea carreteras y provoca el cese de actividades en bancos y oficinas gubernamentales desde el 27 de abril, reclama medidas que aseguren precios mínimos para sus productos y la refinanciación a largo plazo de deudas acumuladas en décadas y agravadas en los dos últimos años de sequías y excesiva sobrevaluación de la moneda nacional.

Las medidas oficiales anunciadas en abril y el viernes, como la ampliación de créditos para sostener precios y elevar la renta de los productores, son «insuficientes» y desnudaron «la insensibilidad del gobierno» que «aún no comprendió los problemas del campo», dijo a IPS Cesario Ramalho, vicepresidente de la Sociedad Rural Brasileña, que reúne a grandes ganaderos y agricultores.

Las protestas de este martes serán distintas de las anteriores, porque «vienen de las bases» y se multiplicarán en muchas partes del país, paralizando especialmente los estados de mayor producción agrícola, con apoyo de otros sectores afectados por la crisis rural, como camioneros, comerciantes, estudiantes y algunas industrias, explicó el dirigente.

La insolvencia se disemina por el campo, especialmente entre los productores de soja, cuya exportación se hizo menos rentable por la caída de los precios internacionales y también porque el dólar vale cada vez menos reales (moneda brasileña).

La cosecha de granos, que aumentó de 83 millones de toneladas en 2000 a 123,3 millones en 2003, y la expansión de la ganadería consolidaron a Brasil como el mayor exportador mundial de soja y el segundo productor y líder en exportaciones de carne vacuna y de pollo.

Pero la tendencia se invirtió en los años siguientes. La producción de granos bajó a 113,9 millones de toneladas en 2005, según datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento del Ministerio de Agricultura. Al desempleo en el campo, se suman los despidos en sectores relacionados con la economía rural, como la industria de maquinarias agrícolas.

Es la «peor crisis de la agricultura brasileña» en las últimas décadas, evaluaron dirigentes del sector como Pedro Camargo Neto, ex secretario de Producción y Comercialización del Ministerio de Agricultura y hoy dirigente de la asociación de productores de carne porcina.

El actual año agrícola debe mantener la tendencia, ya que el área sembrada se redujo en cinco por ciento, y tampoco habrá recuperación el próximo año si el gobierno de Luiz Inácio Lula de Silva no adopta medidas efectivas de apoyo al sector, vaticinó Ramalho.

El ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues, reconoció la difícil situación de los agricultores y prometió nuevas iniciativas gubernamentales aun este mes, probablemente el día 25.

El tipo de cambio es «el problema número uno» y no sólo para la agricultura, pues está provocando el cierre de muchas fábricas de calzados y textiles, además de que es la causa alegada por la empresa automotriz Volkswagen al anunciar miles de despidos en Brasil, precisó.

Pero que también sostuvo que son trabas al desarrollo adecuado de los negocios agrícolas los altos intereses, aunque el crédito de este sector sea más barato que el de otros, así como los costos del transporte y almacenaje, además de los seguros caros e insatisfactorios para una actividad de alto riesgo y tributos exageradamente elevados.

La agitación del sector agropecuario empezó, en realidad, hace dos semanas y media, con centenares de tractores ocupando carreteras o calles, retenes en las carreteras para impedir el transporte tanto de productos agrícolas y ganado como de insumos. La adhesión de los transportistas multiplicó los camiones paralizados.

La movilización es más intensa en los estados del centro-oeste, Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, los mayores productores de soja y de vacunos. En algunas de sus ciudades comienzan a escasear los alimentos, las industrias procesadoras de soja y los frigoríficos se quedan sin materia prima y el «efecto dominó» se extiende a la economía urbana.

En Mato Grosso del Sur, la situación se agrava por el estiaje y los brotes de fiebre aftosa que desde octubre inutilizó parcialmente su ganadería, la de mayor rebaño vacuno en el país.

Los grandes agricultores ya reclamaban soluciones para su crisis desde el año pasado, cuando promovieron un «tractorazo» con la marcha de 25.000 personas en junio en Brasilia. Ahora esperan movilizar sólo unos 500 representantes en la capital y promover numerosas protestas descentralizadas en las áreas productivas.

La turbulencia rural comprende también las acciones del Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, que reclaman una reforma agraria más amplia y más acelerada que la promovida por el gobierno, Ya intensificaron sus ocupaciones de predios considerados improductivos, marchas por carreteras y actos urbanos en el llamado «abril rojo» en referencia al color de sus emblemas.

Los líderes de los hacendados advirtieron que este martes será el principal día de protestas, pero que la movilización en el campo y otras modalidades se mantendrán hasta que se obtengan verdaderas soluciones para la crisis.