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Recordando a Rainer Werner Fassbinder (1945-1982) a 80 años de su nacimiento

Fuentes: Nodo50

El cine alemán conoció un periodo de esplendor durante la República de Weimar (1918-1933) [1]. Una época en la que sobresalieron directores como Friedrich Wilhelm Murnau, Fritz Lang o Georg Wilhelm Pabst, así como el denominado cine expresionista. Son memorables películas como El gabinete del doctor Cagliari (Robert Wiene, 1920), Nosferatu (F.W Murnau, 1924), Metropolis (Fritz Lang, 1927), Asfalto (Joe May, 1929), El Ángel es azul (Josef von Sternberg, 1930), etc. Destacaron mujeres cineastas como Rosa Porten, Charlotte Reiniger, etc. Se adaptaron obras de Bertolt Brecht, sin olvidar los comienzos de algunos directores como Ernst Lubitsch. Con la llegada de Hitler al poder, numerosos artistas marcharon al exilio y la industria cinematográfica alemana se puso al servicio del nazismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania Occidental, el cine no consiguió remontar, y tuvo escaso peso a nivel internacional, limitándose a un cine comercial de escasa calidad. El cine alemán se cometió al de EE.UU y las películas estadounidenses colonizaron los cines de la RFA. En 1962, como reacción a este estancamiento, un grupo de jóvenes cineastas firmaron el manifiesto de Oberhausen, en el que exponían:

“Nosotros manifestamos nuestra pretensión de crear un Nuevo Cine alemán. Este Nuevo Cine necesita nuevas libertades. Libertad frente a los convencionalismos usuales de la profesión. Libertad con respecto a las influencias de socios comerciales. Libertad con respecto a la tutela de ciertos intereses. Nosotros tenemos, con respecto a la producción del Nuevo Cine alemán, ideas concretas de tipo intelectual, formal y económico. Estamos dispuestos a soportar riesgos económicos en común. El Viejo Cine está muerto. Creemos en el Nuevo.”

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