No había opinado antes por aquella precaución de Jarvis que tanto me gustaba al descubrirla por estos lares: «haz lo que sepas hacer mejor, enlaza (o twittea, en un lenguaje unos meses más actual) el resto». Pero tenía esta imagen, que de sobra conocéis, en el escritorio. Después de ver la Ted Talk de Lawrence […]
No había opinado antes por aquella precaución de Jarvis que tanto me gustaba al descubrirla por estos lares: «haz lo que sepas hacer mejor, enlaza (o twittea, en un lenguaje unos meses más actual) el resto».
Pero tenía esta imagen, que de sobra conocéis, en el escritorio. Después de ver la Ted Talk de Lawrence Lessig, no podía dejar de escribir este post – remix.
Y recordaba el otro día este pequeño desvarío, de hace casi tres años ya, que tan bien, creo, la acompaña y refleja lo que creo que muchos/as sentimos ante la Ley «Sinde» y lo antinatural que la sentimos.
Constituye la pequeña mejora que pretendo aportar al tema. Disculpadle la ingenuidad. Espero, por otra parte, no haberla perdido :
Me importa un pito que el conocimiento venga de páginas de dudosa estética o carga lenta. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezca grave, anónimo o plagiado. Soy perfectamente capaz de soportarle un índice de errores ortográficos que sacaría un cero en un examen de primaria…
¡Pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no le perdono, bajo ningún pretexto, que no sepa volar. Si no sabe volar ¡pierde el tiempo si pretende seducirme! Esta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de Internet.
¿Qué me importaban sus entradas sin referente y sus mensajes de error ocasionales? ¿Qué me importaban sus pop-ups y sus sevidores caídos?
¡La red, para el conocimiento, era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba… de Madrid a Tegucigalpa, volaba de Berlín a Buenos Aires. Volando me preparaba la lectura, la sorpresa. Volando realizaba sus conexiones, sus pasos silenciosos hacia la utopía…
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por ese blog amigo! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado…la red…y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus letras de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte…
¡Qué delicia la de tener ideas tan ligeras…, aunque nos hagan ver,de vez en cuando las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes… la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer las ideas libres, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivo un medio interesado? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir entre rejas o convivir con información que no pueda transmitirse, contrastarse, modelarse, apropiarse, transformarse?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de las ideas impuestas, de las ideas pagadas….
y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar, que pueda saberse, que pueda formarse, que pueda aprenderse… más que volando.
Suscribo, obviamente, como sabéis si leéis El caparazón a menudo, el Manifiesto En defensa de los derechos fundamentales en Internet, la propuesta de No al cierre de Webs.
Y os recomiendo finalmente, por si necesitáis convenceros o convencer a alguien, esta maravilla de Ted Talk con subtítulos en español que os hará entender lo que magistralmente Lessig resume durante los últimos minutos:
Los bits son libres y la materia con la que puede construirse hoy lo que más allá de un capricho penalizable es un instinto irrenunciable en el ser humano: la creatividad. Que se lo digan si no, a nuestros hijos…(«nosotros veíamos televisión, ellos la producen»)
Atentos al ejemplo de la aviación. O a la fantástica metáfora de las cuerdas vocales («La Read Write Web nos devuelve la voz, las cuerdas vocales que John Philip Sousa reivindicaba y pronosticaba muertas tras la aparición de los primeros medios de grabación de audio)
Hacíamos «aire» y «voz» parte frecuente de la metáfora por lo «free», pero tal vez no sabíamos que a veces la realidad, la historia nos supera :