En los últimos años, Venezuela ha impulsado la construcción de fábricas procesadoras de petróleo en diversos países de la región las que representan enormes beneficios económicos para sus pueblos
Varias naciones productoras y exportadoras de petróleo no cuentan en sus territorios con refinerías debido a sus altos costos de construcción, lo cual las hace también ser dependientes de los derivados del crudo, con altos precios y grandes pérdidas para sus economías.
Para los países pobres que carecen de yacimientos petrolíferos en sus suelos, el gasto y la dependencia es mucho mayor pues deben importar derivados de todo tipo con los apabullantes valores que ha alcanzado el petróleo en el mercado internacional.
Motivado por esta situación, el presidente venezolano Hugo Chávez ha impulsado en los últimos años la construcción de varias refinerías en diferentes países mediante acuerdos dentro de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), con los países pertenecientes a PETROCARIBE, PETROSUR o directamente como el acordado con China.
De los 192 miembros plenos de las Naciones Unidas, solo 96 tienen en sus territorios refinerías pero más de la mitad no son dueños de las instalaciones. Las grandes corporaciones energéticas dominan y controlan el proceso de refinación.
Los monopolios energéticos denominados «Las Siete Hermanas», e integrados por Exxon, Mobil Oil, Royal Dutch Shell, British Petroleum (BP), Gulf, Chevron y Texaco, dominaron hasta la crisis petrolera de 1973 (cuando estalló otra guerra israelo-árabe en el Medio Oriente) la producción, transporte, refinación, distribución y venta del crudo en el mundo, excepto la de los países socialistas.
Tras ese conflicto y las posiciones asumidas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) las siete transnacionales perdieron el 50 % del control de la producción y transporte del crudo pero retuvieron la refinación y venta final de gasolina y productos derivados.
Producto de los procesos de globalización, neoliberalismo y concentraciones de capitales, las Siete Hermanas pasaron en la actualidad a Cinco (las norteamericanas (Exxon Mobil, Chevron Texaco, las inglesas BP, la holandesa-inglesa Royal Dutch Shell y la francesa Total) retomaron el poder energético y el control de los precios en los mercados internacionales pues las plantas de refinación aportan más dividendos que la extracción petrolera. También existen otros consorcios privados importantes como Conoco Phillps (EE.UU.), Repsol YPF (España y Argentina), OMV (Austria) o Neste (Finlandia).
Cuando los precios del petróleo suben en el mercado internacional, inmediatamente estos consorcios aumentan los precios de los diferentes derivados en una proporción que sobrepasa el 20 % en relación con el crudo.
Datos del Banco Mundial indican que de las 10 refinerías mayores del mundo, dos se encuentran ubicadas en Baytown, Texas y en Baton Rouge, Luisiana, y ambas pertenecen a Exxon Mobil.
Varias naciones también cuentan con refinerías pero la mayoría de sus producciones se dedican a cubrir sus mercados internos y por tanto no tienen mucho peso en los precios del mercado internacional como Gazprom (Rusia), PetroChina (China), PDVSA (Venezuela), Petrobras (Brasil) PEMEX (México), Petronas (Malasia) ENAP (Chile), Ente Nazionale Idrocarburi (Italia), otras de los países del Medio Oriente.
Ante estas circunstancias se ha hecho indispensable que tanto las naciones productoras como las importadoras del crudo deben contar con refinerías que les permitan disminuir los gastos energéticos y a la par mantener una mejor soberanía económica.
En ese empeño, Venezuela encamina pasos en la colaboración con otras naciones del planeta y en especial con América Latina. En la actualidad la nación bolivariana desarrolla solo a través del ALBA y PETROCARIBE, siete proyectos para la refinación del crudo con una inversión de más de 15 000 millones de dólares, según informó el presidente de la Comisión de Energía de la Asamblea Nacional, Ángel Rodríguez.
Tres se llevan a cabo en Cuba, uno respectivamente en Jamaica, Nicaragua y Haití y otro se estudia en la pequeña isla de Dominica.
En Cuba se logró rescatar entre 2005 y 2007 la refinería Camilo Cienfuegos (construida con tecnología de los países ex socialistas de Europa en la provincia de Cienfuegos) que actualmente procesa entre 65 000 y 72 000 barriles diarios (bd) y ya está en marcha una ampliación a un costo de 3 600 millones de dólares para que en 2013 alcance los 150 000 bd. La primera parte se realizó con unos 166 millones de dólares.
Se trabaja en la ampliación de la Refinería Hermanos Díaz, en Santiago de Cuba, con una inversión de 850 millones de dólares y la inclusión de una unidad de conversión profunda que entraría en operaciones en 2013. Asimismo, con un aporte de 4 329 millones, se adelantan los trabajos para construir otra de conversión profunda en Matanzas la cual estará operativa en 2015,
A la par, en Jamaica se avanza en la ingeniería básica para la expansión de la Refinería de Kingston con un presupuesto acordado de 706 millones que debe estar lista a finales de este año.
En Nicaragua, se desarrolla la construcción de la refinería Supremo Sueño de Bolívar (4 419 millones de dólares que contará con un complejo petroquímico con capacidad de procesamiento de 150.000 barriles diarios. La primera etapa terminará en 2012 y la segunda en 2019 en una zona cercana a la costa del Pacífico, y a unos 30 kilómetros al noroeste de Managua.
Para 2011 y a un costo de 340 millones de dólares, se estima quede erigida en Haití una refinería para la fabricación de destilados ligeros y medios que aliviará el mercado interno.
Pendiente de un estudio preliminar de impacto ambiental se encuentra una a levantarse en Dominica y ya cuenta con una inversión inicial de 220 millones de dólares.
El ALBA, creado en diciembre de 2004, esta integrado actualmente por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica y Honduras.
PETROCARIBE, fundada en 2005, lo conforman Venezuela, Cuba, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, Saint Kitts and Nevis , Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Honduras y Guatemala.
Uno de los proyectos petroquímicos más importantes de la zona Andina es el iniciado entre Ecuador y Venezuela para construir la Refinería del Pacífico a un costo entre 6 6 00 y 10 000 millones de dólares que deberá estar a punto en 2013, con capacidad para procesar 300.000 barriles diarios de crudo pesado ecuatoriano.
Esta empresa mixta está enclavada en la localidad de El Aromo, provincia de Manabí, en el oeste ecuatoriano y será administrada por la empresa Refinería del Pacífico, con una participación del 51% de Petroecuador y el 49% de PDVSA . La primera piedra de la futura construcción fue colocada en julio de este año por los presidentes Rafael Correa y Hugo Chávez. El mandatario bolivariano explicó a la cadena multinacional Telesur que el proyecto es «estratégico» y anunció la intención, en un futuro, de enviar a esa empresa el crudo que actualmente se refina en Estados Unidos.
«En vez de tener las refinerías en el Norte, hemos decidido tenerlas aquí, en el entorno geopolítico de nuestra América», sentenció. El complejo petroquímico procesará crudo pesado ecuatoriano, tipo Napo, y permitirá producir gasolinas, diesel, aceites, fertilizantes, urea, agroquímicos y fibras, entre otros derivados. El complejo de Manabí, que llevará el nombre de Eloy Alfaro (prócer independentista ecuatoriano de finales del siglo XIX) es ejemplo de integración para América Latina y permitirá a Ecuador exportar derivados de crudo y poner fin a las importaciones, que ahora le supone gastos por unos 3.000 millones de dólares anuales. Venezuela, tiene la mayor reserva petrolera del mundo, (contando las de la franja del Orinoco) que podrían estar produciendo hasta en los próximos 400 años. Cuando las reservas ecuatorianas comiencen a agotarse o surja cualquier problema de abastecimiento, Caracas enviará crudo hacia esta refinería. El presidente Rafael Correa señaló en esa ocasión que el Gobierno de Chávez, pese a ser el que menos necesita de una integración energética, es «el que más impulsa» esa unidad latinoamericana. Explicó además que aunque su país produce crudo, debe importar derivados por 3.000 millones de dólares anuales, por lo que la Refinería del Pacífico permitirá ahorrar una gran parte de esos recursos, los cuales se utilizarían en los sectores de la salud, la infraestructura y la educación. Venezuela también adelanta proyectos petroleros y de refinación con Argentina, Brasil, Colombia y trabaja ya con Bolivia para construir una empresa que procesaría de 40 000 barriles diarios que cubriría todo el mercado interno.
Las estatales PDVSA y Petrobras, erigirán una refinería en un área de 600 hectáreas ubicada en Puerto Suape, municipio Ipojuca, a 40 kilómetros de Recife, en el nordeste brasileño, con capacidad para elaborar 200 000 barriles diarios y estará lista en 2012. Desde 1979 no se construían procesadoras de crudo en esa nación sudamericana.
Según estudios realizados, existen amplias posibilidades para que ante la escasez de petróleo ocurra una crisis energética en 2015 la cual golpeará a las tres regiones de América (norte, centro y sur). La idea de Venezuela es suplir el derivado -no el crudo- de la América con estas nuevas procesadoras. Durante la finalizada gira de trabajo efectuada por Chávez, la República Bolivariana firmó importantes convenios energéticos con China y Rusia. Con el gigante asiático se prevé construir sendas refinerías en sus naciones cuyas inversiones estarán a cargo de PDVSA y PetroChina. Mientras que cinco gigantes rusos de los hidrocarburos -Gazprom, Lukoil, TNK-BP, Surgutnefnegaz y Rosneft- se unirán a la compañía venezolana para hacer inversiones millonarias, sobre todo en la faja del Orinoco.
Por los caminos de la necesaria integración energética marcha hoy Latinoamericanas de la mano de la nación Bolivariana y resulta irrefutable que la construcción de usinas refinadoras de crudo significan otro paso relevante para resguardar y fortalecer la independencia y soberanía de sus pueblos.