De las propuestas más sabrosas que en los últimos tiempos se vienen haciendo a raíz de a crisis financiera quizá la más destacable sea la del presidente francés: nada más y nada menos que refundar el capitalismo. No es poca cosa por lo que implica reconocer y por las consecuencias que traería. Por un lado, […]
De las propuestas más sabrosas que en los últimos tiempos se vienen haciendo a raíz de a crisis financiera quizá la más destacable sea la del presidente francés: nada más y nada menos que refundar el capitalismo.
No es poca cosa por lo que implica reconocer y por las consecuencias que traería.
Por un lado, es verdaderamente significativo que un dirigente tan poderoso y que tan claramente actúa como sostén del capitalismo reconozca que éste fracasa hasta el punto de que sea necesario redefinirlo y hacer que funcione de otra forma.
Lo que no está tan claro, sin embargo, es el aspecto en que según Sarkozy se manifiesta dicho fracaso, algo que lógicamente sería muy importante dilucidar a la hora de refundarlo.
Es vidente que el capitalismo financiero ha fracaso como mecanismo para gestionar el riesgo y para asignar eficiente y equilibradamente los recursos.
El capitalismo ha fracaso a la hora de gestionar los recursos financieros globales y como generador de la seguridad y la estabilidad que son necesarias para que la actividad productiva se desarrolle adecuada y satisfactoriamente.
Tan a la vista está esto que lo raro no debería ser que Sarkozy lo reconociera sino que no lo estén haciendo con semejante tono todos los demás dirigentes mundiales.
De hecho, y aunque sea con la boca pequeña, lo que tendrán que plantear en las conferencias mundiales que se está convocando no será otra cosa que el establecimiento de un nuevo orden financiero mundial, la reconversión del sistema bancario, la modificación de los mecanismos de financiación y de pagos internacionales, sus reglas del juego más básicas y, en definitiva, lo que se le va a permitir y lo que no a los grandes capitales cuya deriva especulativa pone en peligro al propio capitalismo global.
Lo reconozcan o no, va a ser inevitable darle la razón a Sarkozy y refundar el capitalismo, al menos en sus aspectos financieros. O lo hacen, o abren la puerta para que de nuevo y cada vez más recurrentemente vuelvan a darse perturbaciones financieras más fuertes y de mayor impacto sobre la economía mundial en su conjunto.
Pero lo que a mí me parece relevante es que el fracaso del capitalismo no afecta solo a su lado financiero, como parece indicar Sarkozy, de modo que su refundación no podría tener que ver solamente con las finanzas.
Seguramente los poderosos no lo quieran reconocer pero no es menos evidente que el capitalismo presenta otros grandes y estrepitosos fracasos.
Ha fracasado por su incapacidad de convivir con la naturaleza, como muestra el deterioro vertiginoso del planeta. Ha fracaso como economía de mercados libres y competitivos, puesto que la realidad nos muestra que cada vez son más imperfectos, más concentrados y oligopolizados. Es verdad que ha sido capaz de traer consigo innegables avances y gran acumulación de capitales pero su capacidad para generalizar la satisfacción es así mismo un fracaso sin paliativos. Ha fracaso como impulsor de la igualdad, de las libertades y de la democracia auténtica, la deliberativa: basta ver cómo los medios de concentración se concentran en torno a capitales propiedad de muy pocos, cómo los poderes económicos se solapan sobre el representativo y cómo se hurtan cada vez más temas al debate social y a la decisión colectiva. Y fracasa también incluso como generador de eficiencia, pues es evidente el despilfarro y su desconsideración de daños como los ambientales. Y es palpable que en lugar de ser el sistema de la abundancia, como se soñó, se ha convertido en un mecanismo social productor de escasez. Ha fracaso igualmente como promotor de la paz. Todo lo contrario, no parece que pueda vivir sin fomentar la odio y sin las guerras. Y ha fracaso finalmente en lo moral: la avaricia que lo empuja, la sed de lucro que lo soporta no son sino el fracaso del ser humano como especie.
La diaria de muerte de veinticinco mil personas por hambre o de seis mil por falta de agua en el planeta son las verdaderas muestras de fracaso del capitalismo, que ya llevaban dándose mucho tiempo y a las que nunca se han referido ni Sarkozy ni sus colegas.
Por eso suena a cínico hablar de refundar el capitalismo. ¿Con qué fundamento se puede tratar de refundar algo sobre cuyos verdaderos males y fracasos no se quiere hacer completa consideración?
Si solo se menciona lo financiero, lo que se hará será poner nuevas bases para que el capitalismo siga funcionando y eso sencillamente implica que seguirán produciéndose sus grandes daños.
Y si al hablar de refundar el capitalismo se está pensando en clonarlo en él mismo para tratar de hacerlo más llevadero, para tratar de paliar sus enfermedades seniles, será inútil, porque éstos no podrán dejar de darse.
¿Por qué no pensar entonces en algo distinto?
Si el mercado ha fracasado tan estrepitosamente, ¿por qué no pensar en fórmulas alternativas, al menos en los aspectos en donde la seguridad de la vida humana lo reclame?
Si la intervención estatal se considera aceptable para salvar a los bancos y a los financieros, ¿por qué no mantenerla para salvar la vida de los desfavorecidos, para impulsar la creación de riqueza?
Si la especulación causa estos desastres, ¿por qué no contar con sistemas fiscales internacionales que la desincentiven o reduzcan a su mínima expresión?
Si hay recursos para apoyar y capitalizar a los bancos, ¿por qué no dedicarlos también para satisfacer las necesidades básicas de tantos millones de seres humanos que mueren?
Si el afán de lucro, si la avaricia, si el egoísmo traen consigo estos desastres, ¿por qué no fomentar otros valores, otros ideales?
Si el objetivo de ganar dinero es tan ruin para todos, ¿por qué no abrir otros horizontes a los seres humanos?
Si el capitalismo ha fracaso, en fin, ¿por qué no pensar en poner en marcha nuevas fórmulas de organización social, modos distintos de producir, gestionar y repartir la riqueza?
Si el capitalismo ha fracaso, ¿porque no repensar el socialismo?
Ya sé que todo esto es utopía. Pero díganme si esta utopía es peor que volver a poner todo patas arriba para que todo siga igual, para que sigan mandando los mismos, para que los ricos de siempre sigan haciéndose cada vez más ricos y para que los miserables de toda la vida sigan condenados a morir o a padecer el crimen horrendo contra la humanidad que estamos viviendo.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorreslopez.com