Reinaldo Iturriza, militante revolucionario y sociólogo, se ha dedicado por muchos años a trabajar con movimientos populares en Venezuela y escribir sobre la emergencia del chavismo como un movimiento político de los pobres. Entre 2013 y 2016 fue Ministro del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales, y luego de Cultura, en el […]
Reinaldo Iturriza, militante revolucionario y sociólogo, se ha dedicado por muchos años a trabajar con movimientos populares en Venezuela y escribir sobre la emergencia del chavismo como un movimiento político de los pobres. Entre 2013 y 2016 fue Ministro del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales, y luego de Cultura, en el gabinete de Presidente Nicolas Maduro.
Junto con militantes de diversas organizaciones revolucionarios de base y movimientos sociales, Iturriza se ha postulado con el apoyo de la Plataforma Constituyente Popular como candidato para las elecciones a la Asamblea Constituyente, a realizarse el 30 de julio.
Federico Fuentes entrevisto Iturriza para buscar sus opiniones sobre los desafíos que enfrente el chavismo y la propuesta de una Asamblea Constituyente.
¿Cuál es tu caracterización de la situación política y económica actual que vive Venezuela?
La situación política y económica que vive Venezuela es la más difícil desde 1999, año en que Chávez asume la Presidencia. Hay un contexto económico global en el que tiene lugar esta situación, y que por supuesto la explica parcialmente: la baja en los precios de las materias primas, y en el caso venezolano la caída de los precios del petróleo.
Pero hay muchas otras razones de peso, porque lo que está en juego no es solo el control de las riquezas en suelo venezolano, sino la significación, el alcance, la influencia incluso, de la experiencia democrática revolucionaria venezolana.
Es el capital político del chavismo lo que está en juego, y eso explica que, además de las brutales agresiones a la economía, y la nueva oleada de violencia callejera que ha iniciado el 1 de abril, los ataques a la República se hagan en nombre de Chávez, como lo hace la Fiscal General [Luisa Ortega], y lo hacen también algunos ex ministros, casi todos conspirando con la derecha para lograr el derrocamiento del Presidente Constitucional, Nicolás Maduro.
El antichavismo no ha sido y no será capaz de erigirse como una referencia política viable para la mayoría de la población. Su origen de clase y el contenido de su programa de gobierno, neoliberal, radicalmente antipopular, se lo impiden. Por tanto, su esfuerzo ha estado centrado en la desmovilización popular, en su desmovilización, su desmoralización.
El boicot contra la economía nacional, que Pasqualina Curcio ha explicado muy bien en su trabajo «La mano visible del mercado», está orientada no solo a crear malestar, sino a la desmoralización de un pueblo muy politizado.
La violencia antichavista que, contrario a lo que difunde la inmensa mayoría de agencias de noticias, ha dejado una estela de víctimas mortales la mayoría de las cuales no participaba en manifestación alguna, va dirigida contra infraestructura pública en general: escuelas, hospitales, mercados populares, centros de acopio de alimentos, postes de alumbrado, unidades de transporte, sedes de instituciones de Gobierno, etc.
También se ha expresado bajo la forma de crímenes de odio (linchamientos en vías públicas a personas «sospechosas» de ser chavistas) y ataques a bases militares. Esto produce una degradación muy importante de la vida pública.
Por último, el discurso según el cual es Nicolás Maduro quien traiciona el legado de Chávez, busca claramente sembrar la confusión, el desconcierto o por lo menos la duda en el pueblo. Incluso lo más rancio de la clase política antichavista ha manifestado su «preocupación» por el legado de Chávez. El objetivo es derrotar al chavismo minando sus bases, materiales, espirituales, simbólicas.
¿Cómo ha sido la respuesta de chavismo de base y el pueblo en general a esta situación?
Lo que ha producido los efectos más duraderos, y es sin duda la principal preocupación de la mayoría de la población, es el conjunto de brutales agresiones a la economía, el desabastecimiento inducido y la inflación como consecuencia de la manipulación del tipo de cambio ilegal.
El correlato político de estas agresiones ha sido un repliegue popular del espacio público, de los espacios de participación. En general, el chavismo se mantiene como la principal fuerza política del país. La principal minoría política, habría que precisar.
En particular, el chavismo de base, el más militante, se encuentra sobre todo muy golpeado materialmente, a la expectativa, compartiendo con la mayoría de la población el rechazo generalizado a la clase política, pero sin restar su apoyo a Nicolás Maduro.
Desde el gobierno han lanzado la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente. Como candidato a la ANC, ¿cómo vez la propuesta y la tarea fundamental que debe enfrentar la ANC?
Comparto las razones políticas por las que el presidente Maduro convoca a Constituyente. Está intentando encontrar una salida política a un conflicto que parece cada vez más cerca de dirimirse por la vía de la fuerza.
El objeto expreso, público, de la clase política antichavista es generar ingobernabilidad. El Presidente está intentando crear las condiciones mínimas para gobernar en paz. No es su interés perpetuarse en el poder, como reza la propaganda de la derecha.
¿Qué nos puedes contar de la Plataforma Popular Constituyente?
La Plataforma es un espacio en el que confluyen algunos de los movimientos y organizaciones que, en 2011, participamos de la iniciativa del comandante Chávez de crear un Gran Polo Patriótico.
Allí están el Movimientos de Pobladores, la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, la Red Nacional de Comuneros, y compañeros y compañeras feministas, sexo-género-diversos, estudiantes, etc.
Más allá del hecho puntual electoral, consideramos estratégico sumar esfuerzos a la construcción de referentes de articulación popular. El fenómeno de repliegue de la política al que ya me he referido tiene también como una de sus causas una severa crisis de las mediaciones políticas. Las iniciativas más avanzadas de organización popular, de autogobierno popular, no pasan necesariamente por el partido. De hecho, en muchos lugares la burocracia partidista obstaculiza estas iniciativas.
Entonces, tenemos estas experiencias dispersas por todo el territorio nacional, pero sin la articulación suficiente. Y lograr niveles mínimos de articulación es vital para garantizar la continuidad del proceso revolucionario.