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Repartir el trabajo

Fuentes: Revista Alternativas Económicas, nº2

El crecimiento de los años noventa y dos mil era insostenible. Tan insostenible que al estallar la burbuja inmobiliaria, España cuenta con la segunda tasa de desempleo más alta de la Unión Europea (solo le adelanta Grecia) y vive como si tuviera a su disposición más de tres planetas. Por tanto, desde el ámbito laboral, […]

El crecimiento de los años noventa y dos mil era insostenible. Tan insostenible que al estallar la burbuja inmobiliaria, España cuenta con la segunda tasa de desempleo más alta de la Unión Europea (solo le adelanta Grecia) y vive como si tuviera a su disposición más de tres planetas. Por tanto, desde el ámbito laboral, se deben aportar a la vez soluciones capaces de combatir el paro y reducir drásticamente nuestro impacto sobre el medio ambiente.

En este contexto de crisis estructural, el reparto del trabajo y la reducción de la jornada laboral son medidas centrales hacia más equidad y sostenibilidad. De hecho, cumplen con tres objetivos: reforzar la justicia social, preservar el planeta y construir una economía próspera sin crecimiento:

  1. En una sociedad donde el empleo es un valor tan arraigado, el reparto del trabajo permite incluir social y económicamente colectivos fuertemente afectados por el paro de masas (principalmente los jóvenes, las mujeres, las personas mayores o con ingresos bajos). En paralelo, la reducción de la jornada laboral es una apuesta por reequilibrar los tiempos de vida entre trabajo remunerado y no remunerado. Se convierte en una condición necesaria -aunque no suficiente- para permitir una mejor inclusión de las mujeres en el mercado laboral, evitando su «doble jornada», y para redistribuir las tareas domésticas y de cuidado entre mujeres y hombres.
  2. Avanzar hacia una semana laboral mucho más corta ayuda a romper el hábito de vivir para trabajar, trabajar para ganar dinero, y ganar dinero para consumir (mal y mucho), principal causa de nuestra desmedida huella ecológica. Se trata de diseñar una sociedad donde estamos menos atados al hiperconsumo intensivo en energía y más apegados a actividades sostenibles desde la participación social y ciudadana, la autogestión y la esfera no mercantil.
  3. Como lo ha modelizado el economista Peter Victor y lo dice Tim Jackson, el reparto del trabajo es «la solución más simple y más citada para mantener el empleo sin aumento de la producción». Además, hay evidencia de que la gente que trabaja menos horas es más productiva y que las sociedades más cohesionadas y equitativas son ecológica y económicamente más fuertes.

Para ser creíble, esta visión sistémica supone pensar al mismo tiempo una distribución más igualitaria de los ingresos (renta básica y renta máxima), una política de formación activa, y, en tela de fondo, un cambio de modelo productivo (empleos verdes) y un cambio cultural para salir de la lógica social del consumismo.

Blog del autor: http://florentmarcellesi.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.