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Represión e indolencia sellan la ilegitimidad

Fuentes: Rebelión

Movilizaciones en todo México por la desaparición de 43 estudiantes (en el mismo hecho, tres fueron muertos junto a un deportista, una joven que caminaba por la calle y un chofer). El presidente Enrique Peña Nieto se declara indignado y dice que es prioridad de su gobierno localizar a los desaparecidos. En República Dominicana, el […]

Movilizaciones en todo México por la desaparición de 43 estudiantes (en el mismo hecho, tres fueron muertos junto a un deportista, una joven que caminaba por la calle y un chofer). El presidente Enrique Peña Nieto se declara indignado y dice que es prioridad de su gobierno localizar a los desaparecidos. En República Dominicana, el presidente Danilo Medina nada tiene que decir sobre las ejecuciones extrajudiciales, porque forman parte de lo cotidiano, pero se declara indignado por la muerte de once niños durante el primer fin de semana de octubre en el principal hospital infantil del país. ¿Es la «indignación» presidencial el sello de legitimidad de los gobiernos de derecha?

El uso de la fuerza cobra muchas vidas, y el clima de corrupción y de indolencia condena a la indefensión a millones de pobres. Los niños que murieron en el hospital Robert Reid Cabral (a esos once hay que sumar muchos otros) fueron víctimas de esa situación. Padres desempleados o muy mal pagados, acudieron al hospital en busca de servicios de salud, y se quedaron sin hijos. La cancelación de médicos y de un ministro de Salud, no se los devolverá, ni evitará que mueran otros. La pose presidencial, se olvidará dentro de pocos días.

Remoción de funcionarios, detenciones a determinados niveles y presentación de figuras que en el libreto oficial encarnan las culpas, son actos politiqueros como la pose presidencial.

La represión es una de las formas en que se concretiza la coerción de clase.

Cuando traspasa las fronteras de la legalidad misma del sistema, se evidencia que es un recurso contrainsurgente. En México hay más de 22 mil personas desaparecidas, y las cifras de desaparición forzada no están claras.

En República Dominicana, son frecuentes las ejecuciones extrajudiciales, que los diarios reseñan como intercambios de disparos con patrullas policiales. El ejercicio de la represión es una especie de sicariato pagado por el Estado para preservar el modelo de acumulación y los privilegios de la clase dominante.

En el primer semestre del presente año, fueron reportados 87 «intercambios de disparos». Y las figuras con responsabilidad jurídica y social en estos hechos siguen siendo servidores del Estado y del sistema político.

En la jefatura policial encabezada por José Aníbal Sanz Jiminián en 1997, hubo 357 «intercambios de disparos», muchos de ellos denunciados como asesinatos (el caso del padre Tineo, a quien mataron durmiendo frente a la sede de su congregación, fue escandaloso), y Sanz Jiminián ha ocupado cargos de primer orden después de eso.

En la de Pedro de Jesús Candelier, fueron reportados 520 en menos de dos años, y Candelier es político y ha ocupado también otros puestos. Y entre los años 2008 y 2010, en la jefatura de Rafael Guillermo Guzmán Fermín, hubo 1,300. Ninguno de estos jefes policiales ha pagado culpa alguna. ¿Casualidad?

En México, la desaparición de los 43 normalistas ha generado serios problemas y los sectores dominantes buscan el modo de repartir algunas culpas, pero las poses asumidas no alcanzan para ocultar el contubernio entre las fuerzas represivas del Estado y el crimen organizado.

Danilo Medina y Enrique Peña Nieto

Los presidentes responden a los escándalos, y con ello pretenden ocultar que para llegar a la presidencia tuvieron que realizar sucias transacciones.

Se comprometieron con los jefes políticos y con el gran capital a preservar la maquinaria represiva, y lo están haciendo. Se comprometieron a priorizar la preservación de las condiciones para la reproducción de los grandes capitales, y lo están haciendo.

En México, según la Organización Panamericana de la Salud cada año mueren 2.6 millones de jóvenes por problemas de salud prevenibles, y el 32.7 por ciento de la población de entre 15 y 29 años no tiene acceso a servicios médicos. Enrique Peña Nieto manifiesta preocupación ahora. ¿Quién le cree?

En República Dominicana, a pesar del subregistro y después de anunciar una disminución en la tasa que a nadie le consta, la mortalidad infantil se sitúa en 15 por mil nacidos vivos (casi cuatro veces la que se registra en un país pobre y asediado como es Cuba), y Danilo Medina es ahora cuando se alarma. ¿Le creemos?

Los asesores de imagen de Danilo Medina actuaron, sí, con mayor eficiencia que los de la vicepresidenta Margarita Cedeño. Ella trató de atribuir a sus rivales la culpa y terminó lanzando carcajadas. No siguió el libreto. Dejó ver la indolencia que se le ha recomendado ocultar, justo en un momento en que se hace evidente que la indolencia mata.

Desnudó sus escasas dotes de política la vicepresidenta y esposa de Leonel Fernández, el jefe del sistema de partidos y el hombre más poderoso de este país.

«Si un hijo quieren de mí, para matarlo/ prefiero decir un no, alto y sagrado», dice la canción escrita por Leonardo Castillo y popularizada por Mercedes Sosa.

Danilo Medina y Enrique Peña Nieto, por ellos mismos y por sus poderosos aliados, hacen esfuerzos por ocultar esta realidad, pero no por transformarla. Ellos representan la continuidad de la podredumbre y del abuso.

Peña Nieto se pronuncia en cada ocasión, y Danilo Medina también lo hace…

A propósito, una patrulla policial disparó dos veces contra una joven mujer (Érika Margarita Pérez Martínez, de 26 años) y la dejó herida en ambas piernas, pero Danilo Medina enviará su mensaje contra la violencia a la mujer y por la solidaridad el próximo 25 de noviembre, es decir, 40 días después de este hecho.

Como sus antecesores, Peña Nieto y Medina se mueven entre la pose y el descaro… Y la clase dominante sigue sirviéndose de ellos y de otros similares.

Parafraseando a Gramsci, se prueba que el sistema amenaza a los niños, a los jóvenes, a las mujeres, a los hombres… Es el sistema lo que debe morir, pues su sello es el crimen.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.