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Barcelona, NED, 2023, 92pp.

Reseña de Manifiesto por una vida verdadera, de Luís Roca Jusmet

Fuentes: Rebelión

La propuesta de Luís Roca Jusmet sobre la vida verdadera, le sitúa como autor en la tradición de escritos que se preguntan, más allá del sentido de la vida, por la forma de vivirla. Y Roca lo hace bajo el modelo del manifiesto, pues esta forma de escritura permite una aproximación temática más cercana, tanto al lector como al especialista.

Se acompaña en este recorrido por algunos de los grandes nombres del pensamiento filosófico que focalizaron sus trabajos, o parte de ellos, como Foucault, en el problema de dar forma a una vida verdadera. El matiz empleado por Roca, en la adjetivación de la vida, entendida como verdadera, no parece menor. Quizás, algunos esperarían un texto sobre la vida buena, más cercana a las formas de autoayuda al uso; pero no, no se trata de dar pautas de como vivir bien, sino de explorar, actualizando, las formas filosóficas que han dado pie, tanto en oriente como en occidente, al descubrimiento de lo que la vida humana es. Y evidentemente, sin olvidar las dificultades que comporta su realización.

Si nos adentramos en la lectura del texto. El Manifiesto como forma de presentación, nos ofrece ya un aspecto implícito. Tenemos referenciados otros manifiestos anteriores en la filosofía que nos indican que se trata de un género que pretende alertar sobre una ausencia o desvio respecto a lo que pertenece al humano como tal. No hay que ir demasiado lejos en el tiempo para encontrar textos con estas intenciones. Alain Badiou, uno de los otros autores a los que Roca se refiere en su escrito, publicó en las décadas 80 y 90 del siglo XX sendos manifiestos que desarrollaban algunas ideas que el texto de Roca implícitamente sostiene. Dicho de forma esquemática, con el objetico de guardar el equilibrio entre el exceso y el defecto. Badiou en aquellos manifiestos, se posicionaba respecto al lugar que la filosofía ocupaba entonces la sociedad. El primero era para advertir que sin filosofía nada se podía hacer de manera procedente. La filosofía como conservadora de unos referentes (Badiou como platónico renovado, sigue llamándolos ideas) era necesaria para una sociedad, en vías de extinguirla. Diez años más tarde, Badiou, con la eclosión de lo filosófico, especialmente en lo que, en esos momentos, fueron los cafés filosóficos en Francia, alertaba sobre el exceso de lo filosófico. No todo es filosófico, decía. 

El Manifiesto que nos presenta Luís Roca Jusmet tiene algo de ambos, en lo que se refiere al hecho vital que se desarrolla en sociedad. Para ello se acompaña, además de los mencionados Badiou y Foucault; de Pierre Hadot, relevante filósofo del pensamiento antiguo e introductor de la equivalencia de la filosofía con los ejercicios espirituales; y también de François Jullien el sinólogo y filósofo francés. El trabajo se articula, tal como demanda el canon del manifiesto, en un prólogo en el que Roca se sitúa él mismo en el contexto filosófico en el que nos encontramos, que dicho de manera esquemática nos remite a la ausencia de referentes. Sin referentes, teológicos, sociales, etc… la dificultad aparente, se convierte en una oportunidad. De ahí, la forma de exposición devenga en denuncia. No debemos como humanos que somos, someternos a formar de vida que nos aparten de la humanidad intrínseca que nos constituye. Visto en la perspectiva de defecto, formas de enajenación, de servidumbre. En exceso, bajo las formas consumistas que el neoliberalismo no ofrece a manos llenas. 

La cita que el autor toma de Rimbaud al principio del libro: “La verdadera vida está ausente” ya es un anuncio de momento en el que el análisis de Roca toma como referencial. La ausencia de vida verdadera, añado por mi parte, puede ser tanto un exceso de vida buena, en el peor sentido de la palabra bueno, como la ausencia de esa vida en el miedo, la servidumbre o la enajenación. Roca toma diversos caminos para encontrar, aplicar esa vida verdadera. El filosófico, en el diálogo entre Hadot y Foucault, encuentra más que soluciones, formar de acercamiento a la metodología del ejercicio espiritual que la filosofía puede representar, según Hadot expone en sus obras. Hay, por el contrario, en Foucault, mecanismos intrínsecos en lo filosófico, como el propio ejercicio filosófico, que acercan al humano a la vida verdadera. Foucault dedicó parte de su obra, como es de sobras conocido, a lo que llamó “tecnologías del yo”. Hay pues entre Foucault y Hadot, un diálogo al cual roca nos acerca y analiza, pues realmente nunca tuvieron ocasión de hacerlo, al menos in extenso, ambos prensadores franceses.

El autor, por su atinado conocimiento, de otras formas de tecnologías del yo, nos acerca en este recorrido a la búsqueda de la vida verdadera, al psicoanálisis y al pensamiento oriental. Tal como hemos indicado, la aportación de François Jullien resulta importante, por la forma de tratar ese pensamiento, no tanto como transmisor del pensamiento oriental a lector occidental, como el preguntarse que del pensamiento oriental puede ser del interés para el humano occidental. Se trata, pues, no de un descubrimiento de ese pensamiento oriental que siempre en un grado más o menos intenso, ha estado presente en el occidental, sino de una actualización en la perspectiva de la verdadera vida, que ocupa a Jullien.

En definitiva, las conclusiones a las que el autor llega, después de este recorrido sobre la problemática de la vida verdadera, con el trasfondo del pensamiento de Spinoza, hay que señalarlo, es que el trabajo para desarrollar y conseguir una vida verdadera es de cada uno de nosotros, la verdadera vida es individual y comporta la acción libre, y solo de esta manera se puede conseguir. Y me atrevo a decir que hay que desarrollarlo por la forma indirecta, tal como en otra circunstancia, apunta Stuart Mill en su libro de Memorias, referido en ese caso a la consecución de la felicidad, término también ambiguo sobre la relación consigo mismo. Decía en filósofo utilitarista, que buscaba y buscaba la felicidad y no conseguía encontrarla. Y que solo la encontró por la vía indirecta de buscar la felicidad de los demás. El planteamiento de Roca en su libro, podríamos decir que es semejante, en el sentido que se aparta de aconsejar la vía directa sobre la concreción sobre lo que es la verdadera vida, y en su lugar anima al lector a buscarla por la vía indirecta, por ejemplo, de la lectura. Empezar por la lectura de este libro, puede ser el camino para dejar que la verdadera vida deje de estar ausente.

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