Ejemplo de resistencia a lo largo de los años y de las generaciones poéticas frente al poder literario (tantas veces nombrado y pocas veces combatido), la travesía tenaz y vital de Jesús Lizano continúa regalándonos libros y recitales con la determinación del que se enfrenta con sosiego y sabiduría al silencio de los cenáculos, a […]
Ejemplo de resistencia a lo largo de los años y de las generaciones poéticas frente al poder literario (tantas veces nombrado y pocas veces combatido), la travesía tenaz y vital de Jesús Lizano continúa regalándonos libros y recitales con la determinación del que se enfrenta con sosiego y sabiduría al silencio de los cenáculos, a las naderías de las torres de marfil y a la maquinaria de olvido que son las novedades editoriales. De esta manera, Virus, colectivo editorial autogestionado de imprescindible catálogo, publica El ingenioso Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia, antología poética que incluye un DVD del recital que el mamífero poeta ofreció en la sala Ivanow el primero de octubre de 2008.
Si otras opciones dentro de anarquismo literario optaron por el nihilismo más provocador y destructivo, por una animalidad humana que gritaba sus fonemas y alteraba la paz burguesa de principios de siglo XX (fuerza subversiva pronto recuperada para el mercado en eslóganes y poesía dadaísta de las Marcas), Lizano vive y escribe en el misticismo anarquista, en la necesidad de alcanzar la inocencia, la acracia, (trasunto de «el mundo real poético», superador del mundo real político que aún nos determina). Cada palabra de este libro aboga por la fusión de lo poético y lo libertario, de la inocencia y de la rebeldía. Su método: desintelectualizar lo poético y despolitizando lo libertario. Así, el lizanismo conduce su olfato poético al canto sobre la mierda, la vida dominada, los okupas malditos, el Lute, las mujeres que quieren incorporarse al ejército, sus nietos; lanza propuestas de largo rigor poético como los caballitos (que instalen caballitos/ en todas las calles,/ que llenen de caballitos las ciudades.), le canta a una muerte anónima en el Covent Garden (¡Que nadie se dé cuenta de que me muero,/de que se muere nadie, nadie,/cerrando mis ojos junto a las calabazas,/junto a las madreselvas, abrazándome/ a las patatas y a los limones, perdiéndome entre las pieles y las suciedades,/ entre las risas de las mujeres generosas/ y entre los salivazos de los tratantes!), celebra la vida asamblearia y la alegría de lo curvo (A mí me gustan las personas curvas/ las ideas curvas (…) vivir es curvo,/la poesía es curva,/ el corazón es curvo). Lizanote de la acracia simplifica subjetividades posmodernas, complicadas etiquetas del sujeto y esquizofrenias en la velocidad de las cosas con un canto a la especie: ¿Catalanes?/Yo veo mamíferos./Cristianos, musulmanes, coptos,/ inspectores, técnicos, benedictinos,/ empresarios, cajeros, cosmonautas…/ Yo veo mamíferos.
Como caballero andante de la poesía que intenta resolver el entuerto terrible de los dominados y dominantes, Lizano se muestra didáctico e irónico, cervantino, quevedesco y jarryano, sincero y profundo, niño y poeta a la vez. De ahí que la antología conforme un conjunto de vitalidad y humanidad que, según los antiguos, podría estar escrita para la escindida categoría de «pueblo», naturaleza masacrada y casi desaparecida en el primer mundo por el trasunto antropológico nihilista del consumo. A pesar de todo, el mamífero poeta intenta alcanzar lo natural, esas esquirlas que restan de lo que fueron los hombres y mujeres sencillos y ahora son sólo marcas los unos para los otros; intenta palpar esos pedazos para unirlos aunque sólo sea el momento dulce y mágico de la lectura a viva voz (de la que es claro ejemplo el DVD que acompaña la edición en el que desvela su ideario poético y descubre muchas de las vicisitudes que complementan la lectura de los textos).
El ingenioso Lizanote se resiste con la sencillez de un pájaro que canta en su rama, a pesar de que el tráfico impide que se le escuche, lleno de vitalidad, curioseando fuera de las torres de marfil o de cristal, regalando un humorismo naif y practicando la inocencia de niñoviejo. Lizano, de aventura vital tenaz en la que ha fusionado lo poético y lo libertario surgiendo así su personal visión de la Acracia y de la poesía, sabe que fue y es largo el camino contra el poder literario y sus silencios, contra el bodrio regio y el estado de cosas. Pero ha producido una obra magna llena de esperanza de la que esta antología es una ingeniosa muestra.
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