Apreciado Koldo, en el artículo que me dedicas se pone de manifiesto un equívoco (probablemente inducido por mí) que me apresuro a subsanar: yo no creo que los humoristas de los grandes periódicos sean bufones por el mero hecho de publicar en ellos: si fuera esa mi tesis, se traduciría en una clara autoimpugnación, como […]
Apreciado Koldo, en el artículo que me dedicas se pone de manifiesto un equívoco (probablemente inducido por mí) que me apresuro a subsanar: yo no creo que los humoristas de los grandes periódicos sean bufones por el mero hecho de publicar en ellos: si fuera esa mi tesis, se traduciría en una clara autoimpugnación, como tú mismo señalas. Si los humoristas gráficos son bufones -y no siempre lo son- es por la función que desempeñan: por servir de válvula de escape y crear la impresión de que el poder está abierto a la crítica. Y lo mismo vale, mutatis mutandis, para los articulistas. Por lo cual, insisto, creo que hay que valorar en cada caso la forma en que uno puede utilizar a los medios y la forma en que los medios pueden utilizarlo a uno; el medio no es el mensaje, pero lo contextualiza y lo connota, a veces de forma determinante.
Con respecto a Galeano, nos enfrentan, al parecer, dos valoraciones divergentes, una literaria y otra política. Creo que se puede demostrar (en la medida en que algo es demostrable en literatura) que Galeano es un escritor tan mediocre y artificioso como Saramago; pero ni tengo tiempo de argumentarlo ni me parece relevante: si tú disfrutas leyendo El libro de los abrazos, no seré yo quien te lo reproche; yo disfruto mucho leyendo a Chesterton, conservador y procatólico como pocos, amén de literariamente tramposo, y ni siquiera me avergüenzo de ello. En cuanto a la valoración política de Galeano, te sugiero que leas -o releas con atención- sus consideraciones relativas a Garzón (a las que habría que añadir algunas declaraciones públicas que tal vez no estén impresas). ¿Que Galeano ha contribuido a sacudir las conciencias dentro y fuera de América Latina? Sin duda alguna. También Vargas Llosa contribuyó a ello. Y conste que no los comparo: Vargas Llosa se pasó al enemigo; Galeano, simplemente, no ha sido todo lo coherente y riguroso que cabe esperar de alguien de su prestigio. Que el autor de Las venas abiertas de América Latina apoye a Garzón sabiendo quién es y lo que es (y algunas de sus declaraciones indican que lo sabe) me parece extremadamente grave.
En cualquier caso, admito que tienes razón con respecto a mis comentarios sobre los motivos de Galeano: no tengo derecho a darlos por supuestos, y no puedo saber en qué medida lo atrae la fama o lo empuja la vanidad: solo puedo decir, y lo digo (y me temo que tendré que seguir diciéndolo), que algunas de sus declaraciones de los últimos tiempos son, precisamente por venir de quien vienen, tan deplorables como nocivas. Y me cuesta mucho creer que no se dé cuenta de ello.
Gracias por tu artículo; después de tantos ataques viscerales y tendenciosos, se agradece una crítica honesta y bien argumentada.