Durante la noche del 3 de enero de 2004, un grupo de soldados de Estados Unidos bajo el mando del teniente coronel Nathan Sassaman tiró a un canal de irrigación a dos iraquíes por violar el toque de queda. Uno de ellos se ahogó. Ese acontecimiento real es el punto de partida de la película […]
Durante la noche del 3 de enero de 2004, un grupo de soldados de Estados Unidos bajo el mando del teniente coronel Nathan Sassaman tiró a un canal de irrigación a dos iraquíes por violar el toque de queda. Uno de ellos se ahogó. Ese acontecimiento real es el punto de partida de la película The situation (La situación), el primer filme de ficción sobre la guerra de Irak producido en EEUU.
Una película independiente, dirigida por Richard Haas -cuya obra más conocida es Angeles e insectos- con un presupuesto de apenas 1,5 millones de euros, que se estrenó el viernes en Washington y que es en realidad una combinación de documental y película bélica y de periodistas.
La crítica ha acogido The situation con división de opiniones. Con una ferocidad inusual, The New York Times la ha calificado de «narcoléptica», mientras que el semanario neoyorquino The Village Voice ha ido exactamente en la dirección contraria al describirla como «hábilmente estructurada, bien escrita y brillantemente indignante».
Entre las dos visiones se centra un filme sobre las desventuras de una periodista en Irak -Connie Nielsen, Lucilla en Gladiator, de Ridley Scott-, su fotógrafo iraquí y un funcionario de la CIA. El resultado recuerda en ciertos momentos a las películas de periodistas corresponsales de guerra, estilo Los gritos del silencio o El año que vivimos peligrosamente, mientras que otras veces parece más un documental, como los que han proliferado en EEUU sobre la guerra de Irak.
En sus momentos más inspirados, The situation recuerda a La batalla de Argel, el mítico largometraje de Gillo Pontecorvo sobre la guerra de la independencia argelina, que se ha convertido en una de las películas más vistas en el Pentágono en los últimos años, en un esfuerzo de los militares estadounidenses por entender qué pasa en Irak.
Precisamente, The situation sí sirve para entender lo que pasa en Irak. A pesar de lo alambicado y previsible de algunas situaciones -la periodista se lía con el agente de la CIA pero es atraída por su fotógrafo iraquí- la película muestra la vida en el Irak inmediatamente posterior a la invasión, en el que todavía era posible para los periodistas salir del hotel sin tener la certeza de que no iban a regresar vivos.
Los iraquíes aparecen como seres civilizados, aunque divididos por lealtades étnicas, intereses personales y una corrupción rampante. Una imagen mucho más compleja de la de, por ejemplo, la mayoría de las películas sobre Vietnam, en las que la población local no es más que una masa de asiáticos chillones que oscilan entre víctimas y salvajes. Ahora queda por ver cuál será la versión de Irak que darán Tom Cruise, que está preparando su propia película sobre el incidente del canal, o Harrison Ford, que va a producir un largometraje sobre la batalla de Faluya.
«No es una película sobre los americanos en Irak. Es una película sobre cómo ha cambiado la vida de los iraquíes con la ocupación». Así se explicaba Haas a este periódico el viernes, en la librería Kramer’s, la más izquierdista de Washington, lejos de los siniestros canales de irrigación de Irak. El propio título deja clara esa intención. Porque la expresión la situación es el eufemismo con el que los iraquíes se refieren a una guerra que, según la Universidad Johns Hopkins, ha causado 650.000 muertos en cuatro años.