Este junio se cumplió el aniversario 45 de la creación de la Agencia Clandestina de Noticias, ANCLA, el proyecto que encabezaba el mítico escritor y periodista Rodolfo Walsh. En este marco, AGENCIA PACO URONDO entrevisto Carlos Aznarez, uno de los integrantes de aquella experiencia, quien actualmente dirige Resumen Latinoamericano, medio digital e impreso de alcance internacional.
APU: ¿Cómo surgió la experiencia de ANCLA?
Carlos Aznárez: La experiencia de ANCLA surge un año antes de aquel junio de 1976 cuando Rodolfo Walsh nos convoca a Lila Pastoriza, Lucila Pastoriza y a mí para trabajar con la idea de una revista que iba a aparecer. Finalmente, ese proyecto no se concretó debido que su salida estaba anunciada para el 24 de marzo de 1976 y ya sabemos que sucedió justamente ese día. De todas maneras, ya teníamos la idea de trabajar sobre archivos, búsqueda de datos y apuntar a buscar claves, pistas sobre lo que estaba ocurriendo en el país.
Cuando llega el golpe arrasó con la vida política del país, perseguir, asesinar, aumentar el caudal de crímenes. Rodolfo se da cuenta que la censura impuesta iba a ser feroz. Nos convoca esta vez para conformar una agencia clandestina de noticias clandestina por los tiempos que estábamos viviendo.
Nos explicó la necesidad de generar un producto periodístico capaz de desentrañar lo que estaba pasando realmente. Enfrentar la censura impuesta por el régimen, tratar de horadar el muro del discurso único construido por la dictadura y llevar una sostenida campaña periodística donde cupieran las denuncias y estuvieran todos los temas que generalmente maneja una agencia.
APU: ¿Cómo era su funcionamiento?
CA: Iniciamos la experiencia en una casa clandestina. Nuestra coartada era decir que éramos un grupo de jóvenes trabajando con un señor un poco mayor en la confección de una enciclopedia. Eso nos servía de cobertura para el vecindario. Cabe recordar que en aquel momento había una campaña por parte de la dictadura donde se denunciaba todo lo que los vecinos veían raro. Comenzábamos nuestra tarea temprano, llegábamos con todos los diarios y revistas del día y hacíamos primero una lectura de todo con una idea de leer entre líneas todas las secciones que estaban censuradas por la dictadura, leíamos hasta las noticias necrológicas, fiestas del empresariado y el poder.
Hacíamos allí una reunión de redacción donde nos repartíamos los temas a tratar y de allí sacábamos los despachos de agencia. Con temáticas muy amplias, desde política, fuerzas armadas, resistencia a lo que sucedía, violación a los derechos humanos. Nos estábamos enfrentando a un enemigo muy poderoso y había que actuar con mucho recaudo. La agencia era federal, íbamos volcando las noticias de las provincias. Cada uno de nosotros teníamos un grupo de informantes que no todos eran militantes. Muchos de ellos eran militantes y de suma confianza. Rodolfo tenía una nutrida agenda de informantes. Nuestra agencia no era la prensa orgánica de nuestra organización Montoneros, esa función la cumplía “Evita Montonera”.
Nuestro objetivo era ganarnos la credibilidad en función de la información que diéramos a conocer. Al principio la creación de ANCLA y su procedencia provocó confusión en las fuerzas armadas debido a su nombre relacionado con la marina. Lo que menos se pensaba era que detrás estaban lo que ellos llamaban “los subversivos. La información era muy amplia y variada, además estaba muy bien escrita y apuntaba a un público amplio.
Hacíamos los cables y los imprimíamos en mimeógrafos en papel biblia muy finito para que al ensobrarlos no se abultaran mucho. Salíamos nosotros mismos con todos los sobres hechos y direcciones de militares, empresarios, jerarquía eclesiástica, sindicalistas, políticos y a medios de comunicación realizando una entrega presencial. Elegíamos buzones bastante alejados de donde operábamos para realizar los envíos de los sobres. También realizábamos envíos internacionales a los diarios “Le Monde”, “Le fígaro”, “Cambio 16”, “Le Humante”, que luego replicaban la información.
Nuestros grandes informantes fue la gente que nos hacían llegar lo que pasaba en su barrio, en su fábrica escribiendo en un papel, en una servilleta. Chequeábamos bien lo que íbamos a publicar yendo al lugar de los hechos en algunos casos. Así fue como nos fuimos enterando de la existencia de campos de exterminio y torturas.
APU: ¿Hasta cuándo duró esa experiencia?
CA: Ese fue nuestro funcionamiento hasta que uno de nuestros compañeros de ANCLA, Eduardo Suarez, trabajador del Cronista Comercial, fue secuestrado junto con su compañera Patricia Villa. Cuando cae estamos varios días sin ir al local hasta que nos damos cuenta que lo habían reventado por una vecina. Entonces se descentralizó la agencia y cada uno empezó a trabajar en su casa por separado con su máquina de escribir, su mimeógrafo.
Así nos manejamos hasta marzo de 1977 que es cuando Rodolfo Walsh decide escribir “La carta a la junta militar “, sale a repartirla con su compañera Lilia Ferreira y va a una cita que estaba cantada. En ese lugar se enfrenta a los tiros con los marinos y lo matan. Después de ese hecho estuvimos un tiempo más y decidimos sacar la agencia al exterior, eso ya lo habíamos hablado con Rodolfo antes de que cayera. Yo viaje a Madrid, Lucila a Paris. Lila cae en la ESMA. Con todos esos hechos para nosotros se acabó ANCLA, pero después toman la posta Lilia Ferreyra, Horacio Verbitsky y Luis Guagnini. Estos dos últimos venían trabajando con Walsh en Cadena Informativa, que era diferente a ANCLA. Esta nueva experiencia dura hasta agosto o septiembre de 1977. Allí finalmente termina la experiencia de ANCLA.
APU: ¿Cómo era Rodolfo Walsh?
CA: Era un ser de esos excepcionales. Una persona con toda la capacidad, la formación política, también militar. Venia de Prensa Latina de Cuba que comenzó apenas se inició la revolución allá, en el 59. Jorge Ricardo Masetti convoco a varios periodistas, entre ellos estaba Rodolfo Walsh. Aquella experiencia lo nutrió mucho. Cuando vuelve a la Argentina se dedica de lleno al periodismo y la investigación. Se inicia en la experiencia del Peronismo Revolucionario, pasa por las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), participa en la CGT de los Argentinos donde yo lo conozco.
A los tres nos enseñó lo que era hacer prensa clandestina. En era un hombre muy afable y cálido. Era serio, pero tenía un gran humor. Era muy disciplinado, muy prolijo en la militancia. Fue una persona que nos cuidó. Vivimos momentos muy difíciles y podríamos haber muerto todos en aquel tiempo. Rodolfo nos preservaba porque tenía la convicción de que un militante político llevaba años en serlo, en ser un cuadro político. Todo lo demás era reemplazable, pero eso no. Para mí él era un cuadro integral, un hombre con una gran mirada de futuro que no se quedaba en la coyuntura. Analizaba siempre como se movía el enemigo, lo estudiaba. También escribió “Los papeles de Walsh” donde caracterizaba la nueva etapa y realizaba críticas a la organización Montoneros por su giro militarista desenganchado de las masas. Consideraba un error llevar a cabo un enfrentamiento militar con la dictadura por considerarlo muy desigual.