En febrero de 1918 el repudio de las deudas por el gobierno soviético sacudió las finanzas internacionales y provocó una condena unánime por parte de los gobiernos de las grandes potencias. Esa decisión de repudio estaba enmarcada en la continuidad del primer gran movimiento de emancipación social que sacudió al imperio ruso en 1905. Ese […]
En febrero de 1918 el repudio de las deudas por el gobierno soviético sacudió las finanzas internacionales y provocó una condena unánime por parte de los gobiernos de las grandes potencias.
Esa decisión de repudio estaba enmarcada en la continuidad del primer gran movimiento de emancipación social que sacudió al imperio ruso en 1905. Ese amplio levantamiento revolucionario había sido provocado por la conjunción de varios factores: el desastre ruso en la guerra con Japón; la cólera de los campesinos que exigían tierras, el rechazo de la autocracia, las reivindicaciones obreras… El movimiento comenzó por unas huelgas en Moscú en octubre de 1905, y se extendió como un reguero de pólvora a todo el imperio, adoptando diversas formas de lucha. En el transcurso del proceso de autoorganización de las masas populares nacieron los consejos (sóviets en ruso) de campesinos, consejos de obreros, consejos de soldados…
1. Rusia: el repudio de las deudas en el corazón de las revoluciones de 1905 y de 1917
En su autobiografía León Trotsky, que presidió el Soviet de San Petersburgo -capital de Rusia hasta marzo de 1818-, explica la detención de toda la dirección del Soviet de San Petersburgo el 3 de diciembre de 1905 por la publicación de un manifiesto en el que los miembros de ese consejo elegido llamaban al repudio de las deudas contraídas por el régimen del Zar. Explica igualmente que este llamamiento de 1905 al no pago de la deuda acabó por concretarse a comienzos del año 1918, cuando los sóviets adoptaron el decreto de repudio de las deudas zaristas:
«A mí me detuvieron al día siguiente de haberse publicado el llamado «Manifiesto financiero», en que proclamábamos que la bancarrota de la Hacienda zarista era inevitable, declarando categóricamente que el pueblo victorioso no reconocería las deudas contraídas por los Romanov. [ 1 ]