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Rusia ya ganó la segunda guerra fría

Fuentes: Rebelión

Es una coincidencia que Mijaíl Gorbachov, el mandatario ruso que perdió la primera guerra fría, haya muerto en estos días en que hay claros indicio de que en la segunda guerra fría la única política inteligente para la economía de Europa es integrarse con Rusia y abandonar su vasallaje de Estados Unidos, es cuestión de afrontar una realidad geográfica.

La siderúrgica alemana ArcelorMittal, una de las mayores plantas de producción de acero de Europa, anunció hace unos días que cerró sus operaciones debido a los altos precios de la energía, que se elevan por la escasez artificial que causan las sanciones de Bruselas contra Rusia.

Ese anuncio fue seguido por el anuncio de cierre también de fundiciones de aluminio, fundiciones de cobre y plantas de producción de amoníaco en las últimas semanas. Ese conjunto de cierres demuestra la desesperación de esta hora.

Es inevitable que las economías más grandes de Europa se independicen de los dictados de Bruselas, donde la Comisión Europea sólo repite los dictados de Washington. También puede ser que los alemanes y franceses estén regidos directamente por Washington, moviéndose como títeres de la oligarquía internacional. Títeres entre quienes los europeos creen elegir gobernantes. Los países europeos deben negociar acuerdos individuales con Rusia, permitir la rendición de Zelensky y acabar con el mito de que si dan armas su Gobierno puede impedir la operación militar de Rusia. La rendición de Zelensky es la única solución realista de esa crisis que si continúa hará que los países europeos pierdan su rango de países más desarrollados en lo económico y social.

La Comisión Europea y la OTAN solo sirven para subyugar a Europa a Estados Unidos en un cómodo modo colectivo.

Se debe recordar que la suspensión de la compra de gas y petróleo fue una de las sanciones para castigar a Rusia por liberar a Ucrania de las secuelas del golpe de Estado orquestado por la OTAN en 2014.

Las sanciones son una iniciativa que parte de Washington y Bruselas repite. Por ello las desastrosas consecuencias para Europa de esas sanciones no son culpa de Rusia, como recordó hace dos días en Ankara el Presidente turco Erdogan.

La escasez de energía en Europa y el alza de precios es culpa de las sanciones contra Rusia impuestas por la Comisión Europea. En Europa comienzan a despertar del delirio desinformado en que la tiene sumida la censura de toda información que no venga de los medios atlantistas.

El día 5 de septiembre hubo 70.000 personas en la Plaza San Wenceslao de Praga que se manifestaron contra la sumisión del Gobierno checo a la UE y a la OTAN.

Eso es solo el principio estando aún a fines del verano. ¿Es que algún político loco cree que los ciudadanos europeos están dispuestos a vivir en la miseria para sostener el gobierno de Volodimir Zelensky y a sus amigos atlantistas? Eso es improbable, la furia europea será evidente cuando llegue el invierno depurador. Ahora es Praga, le seguirán Berlín, Londres, Paris y hasta Madrid.

Es imposible mantener el rumbo de la actual política exterior europea dictada por Washington desde Bruselas.

Habrá que negociar con Rusia a pesar de Washington y sus títeres europeos. Washington también tendrá que claudicar porque las manifestaciones europeas pronto se contagiarán a Estados Unidos.

Abraham Lincoln ya advirtió: “You can foolsome of thepeopleall of the time, and all of thepeopleforsomethe time, butyou can notfoolall of thepeopleall of the time” (Alguna gente puede ser engañada todo el tiempo y se puede engañar a todos por un tiempo, pero es imposible engañar a todos todo el tiempo).

Estonia es el país europeo más realista y acaba de pedir a la Comisión Europea ser exceptuada de aplicar esas sanciones a Rusia y quiere continuar sus relaciones comerciales con Rusia. Pronto el furor popular despertará a otros gobiernos europeos del delirio atlantista de omnipotencia.

En Estados Unidos, California ya anunció apagones continuos a partir de la noche del 6 de septiembre. Las fallas de infraestructura se están acumulando en todo Estados Unidos día a día. Mientras,Washington gasta el dinero de los contribuyentes en compra de armamento. No hay una amenaza militar externa que justifique esa opción presupuestaria. El presupuesto militar de Estados Unidos es el mayor del mundo y supera muchas veces el presupuesto militar combinado de Rusia, China e India. 

Estados Unidos solo busca intimidar al resto del mundo desde sus 800 bases militares repartidas por los cinco continentes para aprovechar su supremacía aérea.

El problema de los halcones de Washington es que la industria misilística ha remplazado en proyección de poder destructivo a los portaviones y con menor costo.

En el Pentágono se sabe que deben renunciar a una guerra caliente contra Rusia y antes de retirarse de Europa prefieren dejar a los protagonistas del nuevo orden mundial multilateral una Europa en la miseria.

Hace unas horas Rusia anunció una prohibición total de las exportaciones de gas natural a Europa hasta que cesen las sanciones económicas de Occidente (OTAN) y que sus exportaciones se le paguen en rublos.

Es probable que el próximo año Europa se parezca a la Alemania de Weimar, cuyo desorden socioeconómico fue obra de sanciones y reparaciones por una guerra que acabó con los años de paz y prosperidad europea que garantizó la alianza de Rusia con Alemania y Austria interrumpida por la subversión anglosajona en los Balcanes. Francia y Alemania tienen responsabilidad en la agresión genocida de Zelensky contra los habitantes del Donbás al no cumplir con su garantía de los Acuerdos de Minsk. Ese incumplimiento impuso a Rusia una operación militar para evitar el exterminio de los civiles del Donbás. Un caso contemplado en las normas de las Naciones Unidas. Esa operación pudo evitarse si se hubieran aplicado los acuerdos de Minsk firmados por el Gobierno de Kiev y los representantes del Donbás y de los cuales Alemania y Francia eran garantes. Pero en Washington querían un pretexto para debilitar la floreciente economía rusa con sanciones.

La tensión entre la OTAN y Rusia viene del golpe de Estado perpetrado por la OTAN contra el Gobierno legítimo de Ucrania en la plaza Maidan de Kiev en el año 2014. Las consecuencias de esa agresión recuerdan el proverbio  español que dice: Quien siembra vientos cosecha tempestades.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.