Lo decía Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno español: «No se puede mantener lo que no funciona». Y la verdad es que coincido con ella. La señora Santamaría tiene razón. Y es que no se puede mantener ni un día más un gobierno de defraudadores, de patanes mangantes y arrogantes chorizos, que ha incumplido […]
Lo decía Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno español: «No se puede mantener lo que no funciona». Y la verdad es que coincido con ella. La señora Santamaría tiene razón. Y es que no se puede mantener ni un día más un gobierno de defraudadores, de patanes mangantes y arrogantes chorizos, que ha incumplido todas sus promesas, que ha irrespetado todos sus acuerdos, que miente más que habla, que multiplica el paro y los desahucios, que contamina todo lo que toca, que infringe sus propias leyes y que nos despoja del derecho a la salud, a la educación, a la vida.
Lo decía Soraya Sáenz de Santamaría: «Ya se ha acabado el tiempo de no hacer nada». Y vuelve a tener razón la vicepresidenta del Gobierno español. Y es que hay que organizarse, salir a la calle, enfrentar cada despropósito y protestar ante cada desmán, ante cada golpe y atropello de un gobierno en el que resulta imposible distinguir ineptos de sinvergüenzas porque todos se esmeran en cualquiera de esas dos condiciones y porque la única consciencia que disfrutan es saber que las leyes no se han hecho para ellos.
Lo decía Soraya Sáenz de Santamaría cuando reiteraba que esto «no se va a parar». Y sigue teniendo razón la vicepresidenta española. Cierto es que se refería al desatino de la clasista, excluyente y retrógrada reforma educativa que nos ha impuesto su gobierno, pero valen sus axiomas, los de la dirigente del Partido Popular, para no mantener lo que no funciona porque ya se ha acabado el tiempo de no hacer nada y porque, en ese digno empeño, no se va a parar.
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