El escritor es la figura que mejor representa el hecho de hacer pasar el fascismo como pensamiento políticamente correcto apelando a la transgresión como elemento discursivo
La muerte de un escritor, como la de un político o cualquier otro tipo de persona pública, lleva asociada una constelación de hagiografías creada por escribas que en muchas ocasiones no conocen de la obra del finado más allá de sus últimas soflamas políticas. En el caso de Fernando Sánchez Dragó son multitud los que han corrido a glosar la figura del filofascista obviando la mayor parte de su carrera para hacer más digerible su figura. La carrera de una persona no debe medirse solo por los últimos años, que en muchos casos son los de decrepitud intelectual cuando uno se mueve por el ego y la necesidad de atención. Ese no es el caso de Fernando Sánchez Dragó, que ha mantenido una coherencia ejemplar en su intento por ser una de las grandes figuras ideológicas del fascismo contemporáneo español. Con el enorme talento, que se ha de reconocer, de haber logrado obviar esas filias fascistas en su carrera como intelectual vivo, y también en su muerte. Es la figura que mejor representa el hecho de hacer pasar el fascismo como pensamiento políticamente correcto apelando a la transgresión como elemento discursivo.
La gran obra de Fernando Sánchez Dragó es sin duda Gárgoris y Habidis, un libro sobre la España mágica que consiguió el Premio Nacional de Ensayo y que fue precursor de una estrategia, muy utilizada ahora con los programas de misterio de Iker Jiménez, de introducir doctrina fascista y antimarxista entre fantasmas, leyendas y mitos. El libro de Sánchez Dragó fue un tratado fascista puro, sin cortar, pero con la capacidad para atraer a incautos lectores atraídos por la mitología hispánica. Ernesto Giménez Caballero, el precursor intelectual del fascismo en España con Carta a un compañero de la Joven España y Genio de España, alabó la obra de Fernando Sánchez Dragó como gran referencia intelectual del fascismo contemporáneo español: “Si el fascismo es exaltado nacionalismo dentro de un orden social nuevo, el operario, el originado en 1917 y Rusia, Sánchez Dragó en su España Mágica ha superado a todos los nacionalistas y tradicionalistas españoles, desde Menéndez Pelayo a mí, por proclamar que de España partieron todos los mitos, tanto de oriente como de occidente, y que por tanto fue la invasora y nunca la invadida”. Fernando Sánchez Dragó recompensó las loas prologando la reedición en 1983 de Genio de España.
La obra de Sánchez Dragó fue una pretendida publicación tercerista que tenía como intención trascender como construcción de una España imaginada, ideal ancestral y mítica, que obviara la España de izquierdas y derechas elevando el pensamiento falangista a obra de consumo mágico. No es algo que el autor ocultara, en uno de sus artículos en la revista Época lo dejó claro: “De haber nacido a tiempo, mi puesto de combate habría estado en las filas joseantonianas”. El prologuista de su Gárgoris y Habidis fue el falangista Gonzalo Torrente Ballester que dejó clara esa intención propagandística del autor: “La verdadera España, pues, no es la de los unos (las derechas) ni la de los otros (las izquierdas), sino esta otra que no llegó a ser”. El texto de Sánchez Dragó contenía apelaciones xenófobas, antidemocráticas y en favor de la dictadura de un hombre fuerte, también machistas y tremendamente antisemitas.
En su capítulo dedicado a los judíos el autor acusó a los rabinos de haber orquestado el genocidio de cinco millones de semitas en un pacto con los nazis y la Gestapo para poder justificar la creación del estado de Israel. Escribía Sánchez Dragó: “Es el judío un lobo para el judío. ¿Quién acertará a olvidar los comistrajos y contubernios entre los nazis y sus víctimas? ¿Quién el sombrío genocidio perpetrado a dos manos en la promiscuidad del lager? Cinco millones de personas no van al sacrificio si de verdad desean evitarlo. Sólo los borregos, los suicidas, los mártires y los jugadores a largo plazo colaboran con el matarife”. Ese antisemitismo fue labrado en los años posteriores y escondido solo para los ojos que quisieran mirar para otro lado. En el año 1989 el autor organizó un curso de verano en la Universidad Complutense llamado “La gnosis o el conocimiento de lo oculto” para el que invitó al nazi chileno Miguel Serrano Fernández, miembro de la Sociedad Thule e ideólogo fundamental de las teorías ocultistas nacionalsocialistas, además de ser un antisemita convencido.
El tema de la conferencia latía en lo más profundo del pensamiento de Sánchez Dragó, de hecho su retiro soriano, donde daba cursos de yoga y pensamiento tántrico, estaba basado en el Círculo Hermético teorizado por el nazi chileno. A esos retiros espirituales sorianos de Fernando Sánchez Dragó acudía Isidro Palacios, uno de sus grandes amigos y máximo exponente del nuevo fascismo español. Isidro Palacios fue una de las figuras prominentes de la Nueva Derecha española. Constructor de un proyecto editorial e ideológico para trasladar a España las ideas posfascistas de Alain de Benoist y del grupo GRECE. Palacios formó parte del grupo Aurora, las revistas Hespérides y Punto y Coma, donde se intentó introducir el ideario fascista de la mano de autores como Jorge Verstrynge, José Javier Esparza o el propio Fernando Sánchez Dragó. Ha muerto a los 86 años el más efectivo intelectual del pensamiento fascista contemporáneo español y un orgulloso propagandista de sus conquistas con menores de 13 años. Reconocer sus logros es hacer honor a la memoria del escritor.