Para Miguel Ángel Doménech, por sus enseñanzas y generosidad Un ejemplo de iniciativa emprendedora, una de las aristas más turbiamente publicitadas en escuelas, institutos y universidades de la cosmovisión neoliberal dominante. Día y noche. La digamos «enseñanza» se imparte en todos los ciclos formativos, en algunos bachilleres e incluso en cursos de la ESO, […]
Para Miguel Ángel Doménech, por sus enseñanzas y generosidad
Un ejemplo de iniciativa emprendedora, una de las aristas más turbiamente publicitadas en escuelas, institutos y universidades de la cosmovisión neoliberal dominante. Día y noche. La digamos «enseñanza» se imparte en todos los ciclos formativos, en algunos bachilleres e incluso en cursos de la ESO, amén de estudios cursados (grados, másters y doctorados) en Facultades de Economía y Empresa, ADE y en escuelas de élite como ESADE-Urdangarín y afines.
Tomo pie en la información facilitada por un generoso compañero, persona culta y sensible donde las haya, de Espai Marx.
Pongamos que hablamos de una fábrica de encurtidos. La empresa contrata a trabajadoras (siempre mujeres) con un sueldo de 20 euros diarios, cinco días a la semana, 100 euros semanales, un poco más de 400 euros al mes. Y eso sí, contrato indefinido (veremos luego en qué consiste este carácter indefinido).
Para evitar la ineficacia-obstáculo económico del «salario mínimo», una más que maldita conquista obrera a suprimir o superar a la velocidad de la luz, en los contratos laborales no se fijan horarios. Nada de eso. Sólo objetivos. Así, al mismo tiempo que el «emprendedor» se jacta de aplicar un «moderno management» de horario flexible y se ubica entre los modernos empresarios también en ese trabajo por objetivos». La disciplinada y anticuada jerarquía fordiana es el Paleolítico empresarial. ¡Hasta más allá de infinito y la modernidad!
El objetivo contractual mínimo es el siguiente: cada trabajadora debe producir 40 kg diarios, que puede hacer, desde luego, de 7 a 21 horas, cada una según su «fuerza eficaz de trabajo», a cada una lo suyo, y, además, cuando la trabajadora desea, a condición eso sí de alcanzar el objetivo. Si no lo consigue, se «genera» (esa es la jerga) un incumplimiento de contrato y la trabajadora podrá pasearse tranquilamente por la jungla del asfalto sin curro y sin salario. Si el empresario está de buenas o es fiesta religiosa-empresarial a celebrar, en lugar del despido, se le reduce el sueldo en proporción. No es obligación, es caridad. Si se cansa, si se agota por el ritmo de trabajo, que descanse en su casa pero, con sabias palabras empresariales, «que no venga a hacer el vago en mi empresa haciéndome perder dinero». ¡Vagas fuera!, esa es la consigna. 400 euros bien administrados, añade nuestro don emprendedor, dan ¡hasta para irse de vacaciones! ¡Para lujazos!
Aparte del escenario antiobrero descrita hay truco político-contable. Es material y humanamente imposible, salvo en casos más que excepcionales, conseguir más de 40 kg diarios de producción. Efecto calculado: la trabajadora se condena en hacerlos y a no recibir nunca o casi nunca más de 400 y pocos más euros al mes. Si hace menos, su contrato indefinido (¡oh, indefinido!) no le servirá para nada porque el despido será procedente. La contrarreforma laboral, la última del PP, que tomó pie sin inconsistencias abiertas en las anteriores del PSOE (de nuevo PPSOE), así lo posibilita. Lo sucedido en Coca-Cola muestra también otras variantes de esta «conquista modernizadora».
Por lo demás, si resultase improcedente tampoco sería grave, empresarialmente hablando. Con ese sueldo mensual, 20 días por año de indemnización es aproximadamente lo que se gasta el emprendedor-empresario en tomarse «unas cañas el fin de semana» (la magnífica formula es de MAD.
¡Pues que no acepte un trabajo de 400 euros al mes se dirá! ¡Pero no es eso preferible a nada, a la «vagancia», al no-trabajo, al cómodo paro, como se nos han dicho una y otra vez desde aquellos tiempos inolvidables de don Felipe ex Gas Natural, de don Carlos Solchaga-enriqueceros y del prontamente neoliberal y popperino don Miguel Reconversión Boyer que en paz descanse. ¿No son aproximadamente esas las condiciones salariales y laborales realmente existentes de un sector numéricamente significativo de la clase obrera alemana? Y Alemania, über alles, ¿no es la principal potencia económica de la maravillosa y siempre justa, pacífica, moderna y eficaz UE?
¿Hay más caras? Siempre hay más caras en el mundo empresarial-emprendedor. Lo siguiente¡ que no es marginal.
El empresario en cuestión puede estar beneficiándose de subvenciones de 300 euros… no, no, no, error-error, de 10 veces más, de 3.000 euros por trabajadora desempleada contratada, según una línea de subvenciones de algún gobierno autónomo «para promoción del empleo femenino». El gobierno de turno publicitará, de paso, una notable disminución en sus estadísticas de paro. ¿Tenían o no razón los clásicos cuando señalaban a los gobiernos como consejos de administración del empresariado en su conjunto?
Con todo ello, el empresario-emprendedor, al cabo de cinco meses pongamos por caso, habrá recibido 3.000 euros y gastado 2.000 en salarios (unos 2.600 incluyendo las cotizaciones supuestamente abonadas a la Seguridad social). Pasado este tiempo, o bien la trabajadora no puede más y se marcha de la empresa-jaula (no es fácil vivir con los ojos abiertos y tan agotada, explotada y esclava) o bien la echan a la calle, a «la puta calle» como suelen decir cuando alzan la voz los corteses y educados emprendedores. Como dijimos no es nada fácil, en absoluto, cumplir los objetivos brutales y antihumanos de los 40 kilos.
En resumen, señala de nuevo MAD: el empresario tendrá beneficios aunque no se produjera nada, nada de nada. Pero como las trabajadoras sí que han producido, vendiendo total o parcialmente la producción, obtendrá un beneficio sumado al beneficio garantizado. ¿A qué son más listos que un listillo? A todo esto, repito, se le llama en ocasiones ser emprendedor, ser moderno, ser capitalista dinámico. ¿Tienen razón o no tienen razón los teólogos de la liberación, como gusta recordar a Carlos Fernández Liria, cuando hablan del pecado estructural del capitalismo?
Me olvidaba. El emprendedor exige a las candidatas una semana de prueba para ver si son capaces de aguantar el ritmo. Si no, pues nada, tan amigos. No perciben nada por esos días de curro: ¡son de prueba! Si no resulta aceptable el ritmo de trabajo de la candidata, pues no la contratan ¡Libertad de mercado y contratación! ¡Semana gratis empresarialmente! ¡Más iniciativas emprendedoras!
Eso sí, aquellas trabajadoras que quieran trabajar más de 8 horas para conseguir los 40 kg o incluso ir mas allá (¡la competitividad en el puesto de mando!, ¡la lucha despiadada por la supervivencia!), pueden hacerlo, pero el empresario no las tiene dadas de alta a la SS en esas horas. En ese tiempo de trabajo no están aseguradas. Como si fuesen voluntarias clandestinas en la fábrica. ¡Qué importa!
Además, las instalaciones en las que se desarrolla este magnífico trabajo esclavo pudieron ser construidas con subvenciones públicas y el terreno, por si faltara algo, talvez fuera cedido por el Ayuntamiento.
¿A qué todo es interesante, eficaz, emprendedor, humano y moderno, muy moderno? Otra fuente de ingresos: ¿organizamos visitas turísticas a las instalaciones? ¿Se quedaría corto Charlot en «Tiempos modernos»?
¿Realidad o ficción lo contado? ¿Un conocido cuento de terror? ¿Otra falsa narración para «demostrar» el infierno del Capital y el mal? Ustedes comprobarán y juzgarán. Igual tienen alguna sorpresa.
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