Aún no supero la sorpresa esperada de la partida física de Fidel Castro, comandante, amigo, líder de la revolución Cubana. Mi hijo me despertó con la noticia en la mañana y no podía reaccionar, me quedé impactada; durante todo el día escuché, vi y leí lo que mucha gente hablaba, todos en la intensión de […]
Aún no supero la sorpresa esperada de la partida física de Fidel Castro, comandante, amigo, líder de la revolución Cubana. Mi hijo me despertó con la noticia en la mañana y no podía reaccionar, me quedé impactada; durante todo el día escuché, vi y leí lo que mucha gente hablaba, todos en la intensión de mostrar, decir, recoger, cada uno desde su rol; todos tratando de dar significado el día que Fidel decidió partir.
«Condéname no importa, la historia me absolverá»
Unos opinan que a Fidel, el Che, a Chávez, entre otros, la historia debe condenarlos. Cuando hablan de ellos, señalan que hicieron muchas cosas buenas pero también muchas cosas malas. Ante estas posturas, nuevamente reflexiono acerca de la conexión que estos hombres lograron con su pueblo, una conexión espiritual porque fueron arte y parte de las historias que contaban. Entonces no puedo entender que hicieron cosas «buenas y malas» porque las cosas malas las hacen los malos y ellos fueron en esencia hombres buenos. Es por eso, que el pueblo en su amor conoce de ellos cosas buenas y errores, desaciertos, cosas que no salieron como estaba previsto pero que se pueden mejorar, jamás, nadie que les conociera y amara podría calificarlos de malos.
A Fidel no le llevaron el parte de los caídos y los sobrevivientes en sus luchas, él estaba en el campo para contarlos, así el Che y Chávez. Sus vidas estaban conectadas con la cotidianidad de su pueblo, su discurso reflejaba conocimiento de causa y así una preocupación auténtica, fueron capaces de hablar de los dolores y esperanzas de la patria porque eran también las suyas, la de ellos como pueblo, pero además, capaces de pensarlas desde la teoría revolucionaría haciendo cada vez más fundamentado su andar.
Decía el ex Presidente Colombiano Ernesto Samper, secretario de la UNASUR, sobre Fidel, que fue un hombre Coherente, pues además tuvo la capacidad de «Mirarse así mismo, evaluarse a sí mismo» y esto tiene connotaciones extraordinarias cuando una o uno se asume como proceso. Nos construimos en el hacer, somos hechura del proceso de vida en el que nos incluimos. En ese sentido, tan importante es el resultado como el camino que se sigue hasta llegar el. Por eso vemos como los caminos de Fidel y así de quienes siguieron sus pasos, son un proceso ascendente de formación, profunda reflexión política y construcción revolucionaria.
Hablar de Fidel nos lleva a tocar muchos temas a la vez, no puede ser menos cuando se trata de un hombre que se sobrepuso a la adversidad y preservó su vida lo suficiente para construir una revolución como la cubana. Fidel fue testigo de excepción del cambio de la sociedad en Cuba, pudo ver nacer y renacer al hombre nuevo. Haber vivido 90 años le permitió además de ver pasar a muchos presidentes en otros países, conocer con propiedad la dinámica de la geopolítica mundial, la lógica del capital e idear un método para llevar a su pueblo por una senda inhóspita, construida por designio del poder imperial, pero único camino para una Cuba bloqueada que espero estoicamente la solidaridad y el respeto de quienes por mucho tiempo, la dejaron a la buena de Dios y en las fauces del monstruo y sobrevivir.
Es por ello que cuando Fidel emitió sus análisis, sus líneas se convirtieron en guía para comprender y actuar sobre esa realidad. Es poco probable y creo que no exagero, que cualquier líder en la actualidad, incluyendo al presidente de los EEUU, no tuviera como referencia entre sus revisiones los materiales de Fidel, su coherente altura política y su exuberante talla moral y teórica le dieron ese lugar.
Hasta la victoria, siempre.
Esta expresión ha sido objeto de muchas interpretaciones, entre ellas una que a mi juicio no recoge su verdadero significado, aun cuando eso tampoco está negado. He escuchado como muchos, a mi entender lejos de interpretar, califican a Fidel asegurando que su problema era que no le gustaba perder. Fidel se asumió ejemplo de vida. Educar con el ejemplo es una de las tareas más difíciles que tiene un maestro, más aun, considerando la falibilidad de nuestros actos y la finitud de nuestras vidas. No obstante, este hombre desde que asumió liderar la revolución hasta su muerte, se planteó objetivos y los logró. En las anécdotas contadas por personas cercanas a él, conocemos lo que a mi juicio fue un código de vida, su empeño y necesidad de ser el primero, de ser victorioso, de ser letra viva de su propio discurso y no mera soberbia.
«Es una lucha hasta la victoria» decía el comandante amigo, y lo hizo práctica, no se contradecía ni en lo personal. Cuentan pues sus amigos que todo lo que comenzaba lo terminaba con puntos a favor, era así con la lectura, el deporte, los compromisos, cualquier cosa que Fidel comenzara la concluía, y donde quiera que se tratará de medir fuerzas la suya tenía que ser una victoria.
Podríamos hacer una lectura a los últimos años del proceso de Fidel, a quien la edad le avisó que llegaba al final de su existencia (finitud), preparó su partida y lo hizo legándole a su pueblo a Raúl, a quien pudo acompañar por un buen tiempo siendo algo más que su conciencia. Todo esto lo hizo antes que para el pueblo Cubano, el dolor le significara inestabilidad. Es esta también una de sus más importantes victorias, y lo es porque es parte de la confrontación contra un imperio al que le demostró con creces que en esta medición de fuerzas él también fue superior.
Hoy el pueblo cubano siente su partida física pero Fidel los llenó con tanto, que no pueden decir que se fue. Otra de sus grandes victorias. Todos comprenden que por ley de vida Fidel debía partir, pero sigue siendo difícil pensar que ese bastión latinoamericano no estará allí físicamente para espantar a los malos, a los colonos, a los imperialistas. Creo que ellos aún no lo entienden. Están aturdidos con la noticia. Me pregunto yo ¿Cómo lo entenderá nuestra América ahora acechada nuevamente por la voracidad del capital, por la ferocidad del imperialismo?
Ante esa inmensa tristeza y la innegable angustia que causa esta decisión de Fidel de partir, nos anima escuchar las declaraciones de los niños, jóvenes y viejos cubanos. Nos emociona saber cómo hablan de su líder, de ellos mismos y de su revolución y sin más, terminamos nuevamente comprendiendo que ahora es cuando queda Fidel para espantar las malvadas pretensiones del imperio, por eso no podemos enterrarlo ni a él, ni al Che, ni a Chávez.
Para algunos poco ilustrados, el paso de Fidel al ceder el turno a Raúl fue su confinamiento en la clandestinidad, el descanso del guerrero. No sé si de manera consciente, premeditada o es porque a los revolucionarios de verdad les sale revolución, Fidel se fue al lugar más importante que puede asumir un líder en un proceso revolucionario, se fue al lugar desde donde se ve todo, desde donde se coordina todo, se fue dónde está y se construye la conciencia de la revolución, se fue a hacer el papel del partido.
Si se comprende esto, se comprende también que en una revolución es más importante liderar desde ese espacio que ser presidente (pero no ambas), cuando el partido es concebido correctamente. Desde el partido se debe coordinar lo que se hace en las instituciones, no para controlarlas y saquearlas como a veces es interpretado, no. Se trata de garantizar eficacia y eficiencia, se trata de vigilar que el proyecto nacional se concrete y que el proceso avance en el sentido correcto. El partido debe ser cuna de líderes, de ciudadanos formados para asumir cualquier responsabilidad y generar los resultados esperados, debe alinear los esfuerzos y las conciencias a la estrategia general del proyecto, debe ser vitrina de eficiencia, honestidad y compromiso.
Todo ello es posible de ser concebido en las ideas de un hombre de todos los tiempos, de muchas naciones, de gran experiencia, un hombre profundamente humano y en esencia bueno, que encontró en la dialéctica su método de construcción para la vida, Fidel.
No termino aquí, no puedo porque no es el fin de la historia, es historia de vida de un gigante y el tamaño de su obra, aún está por escribirse por los pueblos que luchan y buscan la victoria, siempre.
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