Sí, ya sé, lo de Irak y lo de Afganistán es desagradable: toda esa gente muriendo, destrozada por las bombas. Y después tendrá que ser Irán u otro, Siria, tal vez, porque veo que al consorcio de aviones, armas y otras yerbas (como las empresas de comunicación) EADS, no le salen las cuentas. De manera […]
Sí, ya sé, lo de Irak y lo de Afganistán es desagradable: toda esa gente muriendo, destrozada por las bombas. Y después tendrá que ser Irán u otro, Siria, tal vez, porque veo que al consorcio de aviones, armas y otras yerbas (como las empresas de comunicación) EADS, no le salen las cuentas. De manera que habrá que bombardear a alguien, de esta forma los gobiernos soltarán pasta, como ya pasó en 1991 con la guerra del Golfo, donde el señor Lagardère, uno de los magnates del consorcio (dueño de la revista Diez Minutos, miren por dónde y de parte de Renault) hizo el agosto vendiendo cosas de matar al gobierno francés. Añado: Lagardère comparte con Canal + Francia (unido a Prisa) la propiedad de Pink TV, una cadena francesa destinada a un público de gays y lesbianas. Más madera, esto es la guerra y la pela es la pela. El dinero no tiene ideología.
Hace poco di éste y otros datos en unas jornadas organizadas por el sindicato Comisiones Obreras. Y me pidieron el texto completo de mi charla -porque les gustó «mucho» mi intervención- para su consumo interno. Pero les contesto desde aquí: no lo voy a entregar, por dos motivos: uno, apoyaron oficialmente a la llamada constitución europea que pretendía hacer único al sistema que defiende el señor Lagardère y a sus modos de actuar. Dos, no me pagaron mi charla y un sindicato ya no es lo que era. Y yo vivo de mi cabeza. Vale que Rebelión no me pague, por ahora vale, pero todo tiene un límite. Esta publicación va contracorriente, los sindicatos, no, desde luego. Y ahora que CCOO me ponga como los trapos y no me invite más a sus jornadas. Me quedo en casa viendo Aquí hay tomate y tan pancho.
De todo se aprende, a mí no me gusta hablar de televisión basura porque el tomate es de mucha utilidad científica. Hablemos también de público basura, como escribió ya hace bastantes años el profesor Núñez Encabo en El País. Pero, claro, de eso no hay agallas para hablar abiertamente porque el público es el que compra y el que vota: es el cliente, que siempre lleva razón. Si embargo, el cliente también tiene sus obligaciones e instrumentos para desarrollarlas, instrumentos para todos los bolsillos. El cliente también puede ser un timorato o un gilipollas, hasta Marx y Engels lo dijeron en su momento, aunque no con estas palabras «soeces». Marx, Engels y Lenin eran elitistas, igual que el comunismo lo es, al contrario de lo que se piensa. El comunismo es asunto de pocos, por eso no hay que preocuparse tanto porque las «masas populares» se queden en sus casas más de la cuenta. La minoría organizada es más efectiva que la masa amorfa, esa masa a la que David Riesman llamó «muchedumbre solitaria». La inmensa minoría organizada es la que conduce el mundo, manipulando a la mayoría, claro, quien, a su vez, se deja llevar mientras le den dinero, cacharros y distracciones.
Repito que eso de los niños, las mujeres y las tripas por ahí desparramadas en Irak, etcétera, es molesto a nuestros delicados ojos, pero no hay que dramatizar: se trata de un negocio. Y el que quiere peces se tiene que mojar las nalgas; si quieres petróleo y gas para el futuro, tienes que trabajártelos. Y si trabajarlo supone que la gente la casque, se hace camino al morir.
El negocio es a largo plazo. A ver, ¿cuántos marines hemos dicho a la opinión pública que han ido a reunirse con Yahvé? ¿Tres mil? ¿Hasta cuántos podemos aguantar sin que el personal se nos enoje demasiado? ¿Diez mil? ¿Con 10.000 habremos matado nosotros a todos los moros terroristas que hay que matar y a los otros rendirlos por cansancio? Pues adelante, la inversión es riesgo, se trata de un riesgo empresarial. Hay que avisar a los medios de comunicación, que se estén calladitos, que esto es cosa del interés nacional y lo que es bueno para América (o sea, USA) es bueno para todo el planeta. Que los medios den la menor tabarra posible, que mira lo que pasó con Vietnam. Hay que ofrecerles o permitirles información fuerte para la galería de vez en cuando, eso sí: unas torturas, unas palizas, alguna matancilla, dejando claro que son cosas de los chicos, que se ponen nerviosos, son jóvenes e inexpertos, pero que se trata de la excepción que confirma la regla: la democracia avanza.
Por otro lado, para qué vamos a arriesgar la vida de nuestros mozos. Estos moros son tan idiotas que les volamos una mezquita chií, decimos que han sido los sunitas y se lían a palos unos con otros. Nos lo ponen a huevo, leche. Se nota que andan por la Edad Moderna, según su calendario, en comparación con el nuestro. ¡No les queda nada que aprender todavía! ¡Si hasta el califato omeya de Córdoba fue consecuencia de una matanza entre ellos! No han aprendido que para dominar no hay que ponerle un burka a nadie, todo lo contrario, hay que lograr que el personal se crea libre. Tampoco han aprendido que se domina mejor permitiendo que cualquiera dibuje caricaturas de Mahoma y haciendo pasar eso por libertad de expresión. Pero todo llegará.
Nosotros invadimos un país pero cuando se alzan en contra nuestra algunos de los que viven en él, los llamamos terroristas. Antena 3 TV los llama terroristas, igual que ABC o La Razón. El País y la SER los llaman resistentes, como apoyaron a Zapatero para que se llevara las tropas, no van a llamar terroristas a los que no quieren a los gringos porque entonces, qué, ¿Zapatero se lleva las tropas y no le hace frente a los terroristas? Así que resistentes y me parece que tienen razón esta vez aunque sea por intereses extraperiodísticos, como casi siempre, porque es como si alguien ocupa mi casa por la fuerza con el pretexto de que hay ratas y me quiere librar de ellas, yo me resisto y entonces me llaman terrorista. Coño, ya me ocuparé yo de las ratas, ya se acostumbrarán a mí, son mis ratas, igual que Somoza era el «hijo de puta» de los gringos, según dijo Reagan.
Nadie nos libró de Franco, aquí que estuvimos aguantando, con dos cojones, masculinos y femeninos. Claro que ahora prefiero que fuera así porque si nos llegan a liberar los gringos no sabe uno qué hubiera sido peor. Además, en vez de liberarnos, lo que hizo Eisenhower fue bendecir al Caudillo en los años cincuenta y, al mismo tiempo, colocarnos las bases militares… Los gringos saben bombardear (hacen unos daños colaterales de nada, inevitables) pero cuando ponen el pie en tierra se pierden porque sólo entienden de lo más fácil: dar mamporrazos. No escuchan a Europa, que de invadir entiende aún más que los horteras del tío Sam, y ya va desistiendo del empeño. No hace falta invadir, hay que estimular los cambios desde la diplomacia y los servicios secretos, lo que pasa es que los yanquis tienen mucha prisa porque viven de fabricar pistolas, de sembrar violencia, de tener a la gente en tensión constante y además de consumir por encima de sus posibilidades. Y necesitan para todo eso a la muerte y a los pozos energéticos.
Hubiéramos preferido que nos liberaran en su día, de Franco, Francia e Inglaterra pero les dio miedo por si los comunistas españoles de Pepe Stalin se hacían con el poder. Entonces aplicaron ese dicho: «Más vale dictadura de corbatas que de alpargatas». Y, sí, largaban mucho por la boca, pero ahí que estuvo don Francisco cuarenta años, a quien, por cierto, se le ha casado ahora la nieta (la nietísima, le dicen) por tercera vez, creo. La mejor prueba de que en España no ha cambiado nada, sustancialmente, como dicen los filósofos, es que los que llevaron a Franco donde estuvo siguen en el poder real y que la nieta es portada de revistas y hasta los socialistas le dan cobijo a mansalva en sus televisiones públicas y privadas.
Eso sí, a los que peleamos en la dictadura y en la Transición nos han dado por el trasero porque nos dejamos, todo sea dicho de paso (estamos cansados, acomodados y confundidos), y porque nuestros teóricos dirigentes viven de decir que están contra esto o aquello. Qué patético ese tal Llamazares, que ahora es la nueva UCD, ni sube ni baja, ni chicha ni limoná, ahí está el hombre, a ver qué le cae de la mesa de los ricos, sobre todo del PSOE: «Deme argo, zeñorito». Qué patético ese PCE, convocando actos de apoyo a unos y otros cuando la gente no está enterada ni sensibilizada de nada porque hay un PCE que es un viejo cacharro ajeno al entorno en el que subsiste, gracias, por cierto, a la gentileza del Estado y de los bancos; qué lástima de camaradas que dieron la vida por un ideal… Cómo me duele decir lo que estoy diciendo, ver que los que supuestamente tenían que «anunciar algo nuevo» han caído en el discurso hegemónico al que afirman aborrecer y se pelean por silloncitos de nada, y discuten por unos carteles que han pegado o no en la pared, cuando estamos en la sociedad en red del capitalismo de ficción. Pero peor es callarlo. Qué bien me lo pasaría con estos «enemigos», si yo fuera políticamente correcto y hubiera seguido los dictados de mi madre: «Niño, tú no te señales». No me puedo callar por respeto a mí mismo (estoy rehaciéndome solo) y a esa gente honesta (de cualquier signo político, a mi edad y con mi trayectoria he aprendido que hay papanatas en todos los bandos) que cree de verdad en un mundo un poquito mejor que éste. Y porque soy un vencido -que no derrotado- pero no un convencido; he perdido todas las guerras (la Civil y la Fría) pero «me queda la palabra» (aunque predique en el desierto, es «mi» desierto) y no me gusta el Mercado porque es la máxima expresión de la inmadurez humana y de la crueldad, es decir, tal vez, nuestro reflejo mismo: el reflejo de lo que somos los seres humanos, por ahora.
Pues no, no nos libró la democracia de Franco. Igual que tampoco a América Latina de sus Francos, sino que en lugar de librarla se los implantó. Inglaterra bendijo a Franco igual que la Tatcher bendijo a Pinochet al final de los noventa e hizo todo lo posible para no entregárselo al juez Garzón. Eso sí, a Milosevic le ha dado un ataque al corazón y Pinochet está en su casa, reposando, no vaya a ser que se le suba la tensión. Lo de Milosevic ha sido una campaña magistral: había un herético en Centroeuropa que no quería entrar por el aro del Nuevo Orden; no es que fuera un santo pero menos lo son Bush y Blair, que siempre hablan en nombre de la democracia y de Dios, como dos Jomeinis con corbata; a ellos no los juzgamos nosotros, los juzga Dios, ya lo dijo Blair. Son como Franco: «Caudillos por la Gracia de Dios».
En la ex Yugoslavia se reconoce primero a Croacia y se provoca la reacción serbia, que tenía el armamento. Se criminaliza a los serbios, se simplifica el mensaje: los buenos y los malos. Aparecen más buenos, los kosovares, y los malos se tornan peores aún. No hay más remedio que intervenir: la OTAN arrasa, el converso Solana lo justifica todo, incluso que se bombardee la televisión con periodistas dentro. Qué mejor que un converso para que haga de tonto útil. El malo es capturado y muere misteriosamente. Como la opinión pública ya tenía el tarro convenientemente lavado, nadie dice nada, salvo las voces que no tienen dónde caerse muertas. Y uno se acuerda de cuando la poesía servía para algo más que para lograr premios y dinero público o privado: «Vendrán por ti, por mí, por todos…». O aquello de: primero vinieron por los comunistas pero como yo no era comunista, no me importó… Etc.
Bueno, que decía que el fin justifica los medios y que al carajo la sensibilidad y las debilidades. ¿Quién se acuerda ya de los millones de muertos de las guerras coloniales del siglo XIX? ¿De las barbaridades que las potencias occidentales hicimos en la invasión de Japón o en las guerras del opio, en China? Claro, allí no estaba la CNN ni otros muchos medios de comunicación informando y deformando, aunque sea con censura y autocensura. Y ojos que no ven, corazón que no siente. Es más: ¿quién se acuerda ya del mal del uranio empobrecido, eso que le pasó a cierto número de soldados en Serbia, que les costó la vida o la salud? Ni yo me acordaba, que se supone que debo estar ahí, al frente de lo que sucede o ha sucedido. «Una riada de noticias se llevó mis recuerdos», pensaba en una viñeta un personaje de El Roto. Ahora la censura se hace por hiperinformación, aunque las noticias sean irrelevantes en su mayoría.
Hoy Japón es una potencia y China camina hacia la libertad gracias al invento ése del capitalismo comunista o del comunismo capitalista. Y Serbia es ya una democracia, o eso dicen porque el manto de silencio es casi total. Cuando dentro de cincuenta o sesenta años, Irak esté repleto de hamburguesas, de gorritas de esas de visera grande, de gente gorda de tanta comida basura y de no ejercer el cerebro, ¿quién se acordará de los muertos de hoy? Y USA tendrá más fuentes energéticas y más dominio geoestratégico. ¿Qué tendrá Europa? ¿Cuántos moros hace falta que mueran para lograr eso? ¿Cuántos soldaditos imberbes, mercenarios e ignorantes? ¿Diez mil? ¿Veinte mil? ¿Dos millones? Pues adelante, estamos hablando de negocios, las sensiblerías aquí no valen para nada. Estamos hablando de progreso. Nosotros tenemos que dar trigo y predicar, no como otros, esos alternativos de mierda, intelectualuchos e hijos de papá, que no hacen más que bla, bla, bla, que viven dentro del sistema de decir que son antisistema. La alternativa del bla, bla, bla, eso es lo que son. Y para eso, mejor el Trío La, La, La, que una tribu de bla, bla, bla donde se invitan unos a otros a dar charlas patrocinadas hasta con dinero del teórico rival. Al menos las del Trío La, La, La, eran más divertidas. O Las Supremas de Móstoles, ésas sí que son alternativas.