Como a tantos otros mi educación católica me ha generado una disposición espontánea al dogmatismo y a la búsqueda de un Mesías. Combinado con mi temperamento emocional esto hace que tienda a entusiasmarme incondicionalmente hacia aquellos pensadores que despiertan mi entusiasmo y que arremeta contra ellos tan pronto como me decepcionan. Pero el tiempo y […]
Como a tantos otros mi educación católica me ha generado una disposición espontánea al dogmatismo y a la búsqueda de un Mesías. Combinado con mi temperamento emocional esto hace que tienda a entusiasmarme incondicionalmente hacia aquellos pensadores que despiertan mi entusiasmo y que arremeta contra ellos tan pronto como me decepcionan. Pero el tiempo y la experiencia me han enseñado a ir convirtiéndome en más crítico y racional y para ello sigo trabajando. Por esto me disgusta cuando veo que se idolatra o se defenestra sin matices a cualquier intelectual o dirigente político.
En el artículo de Alex Callinicos titulado «Slavoj Žižek debería poner los pies en el suelo» veo una cierta injusticia con este pensador, al que sin embargo (como ya expuse en otro artículo publicado en Rebelión) creo que hay que criticar.
La primera crítica es que el título del artículo se refiere a Žižek cuando algunas de las críticas no tienen que ver específicamente con él, como que se cobrara 100 libras por entrada. En todo caso, si lo que se quiere decir es que un intelectual de izquierdas no debe participar en unas jornadas en las que se cobre este precio entonces la crítica deber generalizarse a todos los participantes y no centrarse en él. Pero en cambio nos dice que el resto de conferenciantes son «gente seria», para pasar la responsabilidad a los organizadores de la conferencia (¿Y porqué entonces le pasan el muerto a Žižek?).
La segunda crítica es que las cosas se deben argumentar. Cuando el autor dice que Žižek ha dicho «cosas realmente estúpidas sobre el comunismo histórico» debe decirnos cuales son y porqué son estúpidas. La única a la que se refiere es a la colectivización forzosa de Stalin en la Unión Soviética a finales de los veinte. ¿Es una estupidez afirmar esto? En todo caso si que es irritante el coqueteo de Žižek con Stalin pero también hay que decir que anteriormente ha hecho a lo largo de su obra uno de los análisis críticos más interesantes sobre el estalinismo. Como dirían los adolescentes, yo también pienso que «a Žižek se le va la olla» y el transformarse en una figura mediática le está haciendo perder su frescura y brillantez (se repite mucho), aunque como reconoce el mismo Callinicos continua escribiendo artículos de actualidad que merecen la pena. Quizás en este sentido sí es afortunada la expresión de que debe poner los pies en el suelo pero me parece que es un pensador interesante al que vale la pena leer y trabajar a través de sus artículos y de sus libros. En público es un poco payaso y no se saca de encima el tic de «épater al que es políticamente correcto». Yo también creo que los tiempos no están para bromas. Pero yo me pregunto el por qué de este artículo cuando me parece mucho más productiva una reflexión crítica sobre su obra. El artículo de Alex Callinicos apareció inicialmente en Sinpermiso (excelente revista electrónica de izquierdas, por cierto), traducida especialmente para su difusión y teniendo en cuenta que es muy selectiva en sus artículos. La razón del interés por este artículo es para mí es muy simple: esta publicación está vinculada a la tradición del marxismo analítico y cualquier crítica dirigida a todos los autores que tienen anatemizados (entre los cuales Lacan, que es indudablemente la base teórica de Žižek ) es bien recibida.
Pero entonces estamos consolidando prejuicios y hacemos gestos para la galería (¡Qué divertido es leer como critican a Žižek!) con lo cual hacemos lo mismo que lo que criticamos (¡Qué divertido es oír como Žižek escandaliza a la izquierda liberal reivindicando a Stalin!).