Yo caminaba por la acera sin miedo, porque uno no tiene miedo cuando camina dormido. Y a mí no me habían dormido sino que yo me había dormido. Dormido en la cama pero yo también sabía que me poseía ese terrible deseo de caminar dormido. Ya muchas veces me habían despertado y no me había […]
Yo caminaba por la acera sin miedo, porque uno no tiene miedo cuando camina dormido. Y a mí no me habían dormido sino que yo me había dormido. Dormido en la cama pero yo también sabía que me poseía ese terrible deseo de caminar dormido. Ya muchas veces me habían despertado y no me había muerto, por eso digo de que uno es sonámbulo pero no es tonto. Y a mí me iban a matar por nada, por parecerme con mi hermano, por eso, una de tantas veces que regresé a mi cama, la cama estaba perforada a cuchillazos, ellos creían que allí estaba mi hermano. Y no, era yo que no estaba, que andaba caminando por la calle, por la cuadra.
Y fue por eso que me capturó inmigración, la migra como dicen por aquellos lados, dormido. Ellos me pidieron documentos pero yo dormido y en pijama era dificil que se los diera. Me empujaron, pero no me desperté, era un día, porque siempre hay un día, en que el sonámbulo es más duro de despertar. Yo sé, porque el sonámbulo sabe, no en el momento sino después de varios días de que la información se le archiva en el cerebro, que la patrulla me detuvo sin motivo alguno, el único era porque yo estaba dormido. Uno de los patrulleros dijo: «Este ha consumido más drogas que los rockeros». Apreciación fallida porque yo detesto el rock. Yo, sin un papel encima de mí, me quedé allí, esperando. «¿Este que hizo?», preguntó alguien. Otro contestó: «Andaba en pijama y no contestó el llamado, además, no protestó cuando lo arrestamos, eso lo hace más sospechoso. El que calla protege a otros delincuentes». Y calló.
Yo alcancé a decir «soy sonámbulo», pero nadie me escuchó. El policía de la recepcion preguntó mi edad. Al ubicarle mis 23 dijo que era obligatorio inscribirme en el ejército e ir a la guerra. Y estaba en la fila para anotarme cuando escuhé que quien atendía tenía un acento de español de España, y muy alegre le dije: «Oye, estoy en Estados Unidos, sonámbulo, yo creo que sin intención me crucé la frontera, que está allí cerca, y ahora me quieren enviar a la guerra». «Vamos, tío, yo no estoy aquí para clasificar quien va o no a la guerra si no para tomar datos. Además, no seas cobarde, si vives aquí, por la condición que sea, retribuyele a este país mínimamente yendo a la guera… Ya volverás y todo será maravilloso, héroe y con todos los privilegios… Imáginate tú en la tele!» Y desesperado y furioso le grité: » Mira, gachupín de mierda, yo lo que te estoy pidiendo es visa para España porque soy semen de tu semen o por lo menos que me despiertes». Y allí el sonámbulo se despertó pero esa noche no había caminado.
Roberto Quesada: Escritor y diplomático hondureño, autor, entre otras, de la novela Big Banana, y es Consejero de la Misión de Honduras ante las Naciones Unidas.