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Algunas consideraciones sobre el Acuerdo Comercial Multipartes Ecuador – UE

Si de la tierra nada brota, un poquito más de sal

Fuentes: Rebelión

Según está previsto que suceda, el próximo 11 de noviembre los representantes de la República del Ecuador y la Unión Europea firmarán oficialmente el Acuerdo Comercial Multipartes en una ceremonia que reunirá a los cancilleres y ministros de comercio exterior de los países implicados, así como funcionarios de Colombia y Perú. La presencia de representantes […]

Según está previsto que suceda, el próximo 11 de noviembre los representantes de la República del Ecuador y la Unión Europea firmarán oficialmente el Acuerdo Comercial Multipartes en una ceremonia que reunirá a los cancilleres y ministros de comercio exterior de los países implicados, así como funcionarios de Colombia y Perú. La presencia de representantes de estos dos últimos países resulta significativa por cuanto el acuerdo es semejante a los tratados de libre comercio suscritos recientemente por Colombia y Perú con la Unión Europea. Ambos países, Colombia y Perú, presentan una estructura económica similar a la de la República del Ecuador por cuanto su inserción en el mercado mundial se establece a partir de la producción y exportación de productos primarios. A razón de lo cual en estos países se pueden sospechar las posibles implicaciones que tendrá para Ecuador el Acuerdo Multipartes.

Antecedentes

Cabalgando a lomos de un neoliberalismo galopante, los Tratados de Libre Comercio (TLC’s) no tardaron en ser el mecanismo por el cual las potencias anglosajonas primero, y los demás países adscritos al Consenso de Washington [1] después, buscaron estructurar el comercio mundial por medio del levantamiento de barreras arancelarias y la supresión de la regulación comercial a fin de favorecer el libre flujo de bienes, servicios e inversiones. En el caso europeo, son cuantiosos los TLC’s que la Unión Europea ha firmado con países latinoamericanos, siendo el primero de ellos el suscrito el año 2000 con México. En 2002 la UE firmó un TLC con Chile, y posteriormente se suscribieron distintos acuerdos con países centroamericanos.

Pero los antecedentes más recientes del Acuerdo Comercial Multipartes firmado con Ecuador se sitúan en las negociaciones de la Unión Europea y la Comunidad Andina (CAN) en 2006 por establecer acuerdos en cooperación política y económica. No obstante, las negociaciones en bloque fueron interrumpidas debido a la negativa de Bolivia (país miembro de la CAN) por darle continuidad a los aspectos centrales del proyecto, los cuales se centraban en la inversión y el comercio de bienes y servicios. Fracasadas las negociaciones, la Unión Europea optó por firmar acuerdos bilaterales de libre comercio entre los distintos países miembros de la CAN bajo el nombre de Acuerdo Multipartes. De resultas a ello, en 2013 entraron en vigencia los acuerdos comerciales que la Unión Europea firmó con Colombia y Perú.

Aunque todavía sea temprano para afirmarlo con rotundidad, debido a que el Acuerdo Comercial Multipartes de la Unión Europea con Colombia y Perú entró en vigor hace poco más de tres años, parece que tras el tratado no se ha producido ninguna alteración significativa de la balanza comercial entre las partes. Semejante resultado comportaría el reforzamiento del modelo económico de los países sudamericanos basado en las exportaciones de productos primarios sin transformación industrial y, por tanto, sin apenas valor agregado. Se trata de países en los que la participación de las manufacturas en la exportación es sumamente reducida y, por el contrario, unos pocos productos primarios (sea el banano, los agro-combustibles o el café en Colombia, o los minerales en Perú) concentran la mayor parte de los productos nacionales que se dirigen al mercado europeo.

Contexto

No por más que se sepa resulta innecesario mencionar que, debido a los procesos geohistóricos que han configurado la actual arquitectura comercial, el sistema capitalista de alcance global posee un diseño perjudicial para aquellos países, entre los cuales se encuentra Ecuador, que suministran recursos naturales, productos primarios no elaborados y mano de obra barata, y a cambio compran manufacturas de alto valor añadido. A fin de revertir tales condicionantes, el gobierno de la Revolución Ciudadana «impulsó desde el inicio de su gestión un proceso de cambio del patrón de especialización productiva de la economía que le permita al Ecuador generar mayor valor agregado a su producción en el marco de la construcción de una sociedad del conocimiento» [2]. En adelante la transformación de la matriz productiva sería uno de los principales objetivos del país a fin de superar el actual modelo económico, y su implementación dependería de la vinculación estratégica del Ecuador con el sistema-mundo a partir de unas relaciones comerciales de nuevo orden.

Porque, por más que las causas estructurales del desigual desarrollo de los países trascienden el campo de acción específico de los gobiernos estatales, no deja de ser menos cierto que la capacidad de actuación de los gobiernos por intervenir en las políticas productivas y comerciales contribuyen a impulsar una nueva inserción de los países en el mundo y, de este modo, a alterar la posición periférica y subalterna en la que se sitúan algunos de ellos dentro de la división internacional del trabajo.

No obstante, diversificar la producción al tiempo que se le agrega valor parece presentar una irresoluble incompatibilidad con la adscripción a un tratado comercial que, al incentivar la retirada de las barreras arancelarias, fomenta el intercambio comercial a partir de las especializaciones productivas que ya le son propias a las partes. Más cuando, a la postre, la liberación de las regulaciones al comercio entre dos países o regiones supone favorecer la parte cuya productividad es mayor y sus costes de producción menores. Así es como pareciera incoherente sostener el fortalecimientos de aquellos sectores de «la industria del talento y del conocimiento humano» [3] orientados a la transformación de la matriz productiva y, por otro lado, suscribir un TLC que presumiblemente contribuya a la permanencia de la vulnerabilidad de una economía basada en la exportación de productos sujetos a una amplia oscilación de precios en el mercado mundial.

Situación

El principal socio comercial del Ecuador sigue siendo Estados Unidos, por bien que en los últimos años ha sido notoria la dependencia ecuatoriana de las exportaciones a China debido a la alta demanda de insumos energéticos que requiere el gigante asiático para mantener activa su ingente industria. Por su parte, la Unión Europea supone el destino de alrededor del 30% de las exportaciones ecuatorianas, pero no es precisamente el petróleo ni sus derivados aquello de lo que Ecuador abastece al mercado de consumidores europeo: observando la composición sectorial del comercio con la Unión Europea, la exportación ecuatoriana corresponde a productos agrícolas y pesqueros, al tiempo que el país sudamericano principalmente compra manufacturas industriales. Se produce así un marcado contraste en los rubros de exportación que le son propios a cada una de las partes; siendo que semejante disparidad presumiblemente tienda a acentuarse tras la firma de un acuerdo de libre comercio que reduzca las tasas arancelarias al término del SGP+, o sistema de preferencias arancelarias, a los productos ecuatorianos con mayor incidencia en el mercado europeo (principalmente el banano, la principal de las frutas exportadas por Ecuador). En cualquier caso, si de lo que se trata es de tener una estimación más rigurosa de las implicaciones del libre comercio para el país, será conveniente atender a los resultados de las simulaciones acerca de las consecuencias que tendría para el comercio de Ecuador y la Unión Europea la entrada en vigor del Acuerdo Comercial Multipartes.

Consecuencias

Según los cálculos elaborados por Cicowiez y Jácome [4], el patrón de desarrollo económico desigual se reproduciría, e incluso intensificaría, a partir de la entrada en vigor de un tratado de libre comercio: los sectores ecuatorianos que en mayor medida incrementarían su exportación tras la reducción de las tasas arancelarias serían el banano, el cacao y el café (25,2%), otros alimentos procesados (6,4%) y pescado (2,6%). Por su parte, según la proyección citada, las importaciones procedentes de la Unión Europea se incrementarían considerablemente más, especialmente el café (93,9%), las bebidas (43,4%), textiles (36,5%), y otras manufacturas (34,5%). Asimismo, otros alimentos procesados (25,9%), caucho y plástico (19,1%), vehículos (18,5%), y productos minerales no metálicos (16,4%) también tendrán un aumento significativo.

Por lo que, por más ligero que sea el análisis que se haga de los datos expuestos, de éstos se deduce que para el Ecuador la entrada en vigor del Acuerdo Comercial Multipartes intensificaría, si más no a corto plazo, las actividades económicas vinculadas al modelo primario-exportador. Pues del mismo modo que estimularía la exportación de aquellos productos tropicales que históricamente han caracterizado la base económica del país, el tratado también dificultaría la diversificación productiva hacia mercancías de mayor valor agregado en tanto que favorecería la recepción de bienes manufacturados. A la sazón, el Acuerdo Comercial Multipartes mantendría una relación comercial sujeta a ese deterioro de los términos de intercambio por el cual, como consecuencia de la mayor valorización de los procesos productivos asociados al incremento del desarrollo tecnológico, se produce una tendencia a la pérdida del valor de los productos primarios en relación a las manufacturas terminadas.

Por otro lado, no hay que olvidar que, aunque actualmente el presupuesto de la Política Agraria Común haya bajado a menos del 40% del total del presupuesto de la Unión Europea, las ayudas directas e indirectas a los agricultores y ganadores impiden, en lo que vendría a ser un dumping encubierto por el cual se subvencionan ciertos costes de producción, que productos no comunitarios puedan competir con los excedentes agroalimentarios europeos. Asimismo, la balanza comercial del Ecuador con la Unión Europea podría agravarse considerablemente si se intensifica la actual tendencia de la apreciación del dólar con respecto al euro: debido a que el Ecuador no tiene soberanía en materia monetaria se encuentra en la incapacidad de devaluar su divisa a fin de favorecer la venta de sus productos en el mercado exterior. Un tipo de cambio que favoreciese la moneda europea supondría, en el escenario de libre comercio que presenta el Acuerdo Comercial Multipartes, mayores desincentivos para la producción nacional ecuatoriana ante la profusión de productos foráneos.

Conclusiones

De lo anterior se deduce que, si bien «una adecuada especialización y comercio entre países con similares niveles de desarrollo puede ser de gran beneficio mutuo, una liberalización comercial a ultranza entre economías con grandes diferenciales de productividad y competitividad, significa graves riesgos para los países de menor desarrollo relativo dada la probable destrucción de su base productiva (…)» [5]. Semejante afirmación, expresada por Rafael Correa antes de su elección como presidente de la República del Ecuador, asume que aquellos tratados de libre comercio suscritos con gigantes económicos como la Unión Europea son perniciosos para los países en desarrollo en la medida que sus frágiles industrias nacionales quedan expuestas a la capacidad de las industrias altamente desarrolladas por reducir los costes de producción de tal manera que las primeras (industrias incipientes de países en desarrollo) no puedan competir con las segundas (industrias consolidadas).

Habida cuenta de las consideraciones expuestas resulta pertinente estimar que la firma del Acuerdo Comercial Multipartes contribuirá al anclaje al modelo primario-exportador, altamente dependiente de las importaciones de bienes manufacturados, que históricamente ha caracterizado la República del Ecuador. Se trata de un modelo económico expuesto, y por tanto, subordinado, a las fluctuaciones de los precios de los commodities en el mercado mundial, siendo que las dinámicas y los vaivenes que operan a escala planetaria, y que en muchas ocasiones escapan al control de los diferentes países, tienen una importancia crucial en los ciclos de auge y recesión de economías como la ecuatoriana (obsérvese sino las implicaciones de la bajada del precio del petróleo desde 2014). Corresponde a un comercio global expedito de regulaciones la reproducción del desarrollo económico desigual de las regiones por medio de la consolidación de especializaciones productivas territorialmente fragmentadas y de asimétrica rentabilidad.

Notas

[1] El Consenso de Washington, concepto acuñado en 1989, alude a un conjunto de preceptos económicos con indudables implicaciones políticas y sociales, dictados por los organismos multilaterales de crédito, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuyas sedes se encuentran en Washington.

[2] Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES). Transformación de la Matriz Productiva. Revolución productiva a través del conocimiento y el talento humano. Quito, 2012. Pág. 5.

[3] Rafael Correa en su ponencia en la Universidad de Yale el 10 de abril de 2014.

[4] Jácome, H. & Cicowiez, M. «El Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea: efectos económicos y distributivos para el Ecuador», pág.126-127. En Jácome, H. (coord.). 2012. El retorno de las carabelas: Acuerdo Comercial Multipartes entre Ecuador y la Unión Europea. Quito: FLACSO, Sede Ecuador.

[5] Correa, R. «El sofisma del libre comercio». La Insignia. Ecuador, mayo del 2006.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.