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Un recordatorio para la práctica revolucionaria: Vida, pasión y futuro del filósofo Adolfo Sánchez Vázquez en sus propias palabras

Si la TESIS 11 no existiera, habría que inventarla

Fuentes: Granma

Para Adolfo Sánchez Vázquez el ejercicio del pensamiento pasa por la validez de la Tesis 11 del célebre comentario de Carlos Marx sobre las ideas de Ludwig Feuerbach: la filosofía como instrumento para la transformación revolucionaria de la realidad. Tanto es así que si el pensador y luchador alemán no hubiera llegado a esa concepción, […]

Para Adolfo Sánchez Vázquez el ejercicio del pensamiento pasa por la validez de la Tesis 11 del célebre comentario de Carlos Marx sobre las ideas de Ludwig Feuerbach: la filosofía como instrumento para la transformación revolucionaria de la realidad. Tanto es así que si el pensador y luchador alemán no hubiera llegado a esa concepción, otros tendrían que hacerlo. Sin esa brújula, la filosofía carecería de sentido y la práctica revolucionaria estaría huérfana.

Las ideas fluyen en el verbo reposado y radiante de este español mexicanizado por un larguísimo exilio. Cumple justamente en La Habana sus 89 años -ciudad que visita nuevamente por invitación del Ministerio de Cultura-, y repasa una vida de pensamiento y acción, con una obra teórica esencial, orientada a las necesidades de la emancipación del género humano y sustentada en una interpretación creadora de la herencia marxista.

«Los años finales de los cincuenta -nos dice- cambiaron mi manera de pensar el mundo. El informe de Jruschov al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que denunció los crímenes del estalinismo, me hizo ver que la nueva sociedad no era precisamente aquella. Luego vino la Revolución Cubana, que para la ortodoxia marxista dominante, era una herejía. A partir de entonces comencé a desarrollar nuevas perspectivas».

Cuando revisa retrospectivamente su obra, Sánchez Vázquez considera haber transitado por tres etapas: una primera dedicada a los problemas estéticos (son clásicos sus ensayos Las ideas estéticas de Marx e Invitación a la Estética); otra consagrada a situar la práctica como centro de la actividad transformadora (Filosofía de la praxis es, para muchos, su más importante contribución teórica), y una tercera focalizada en la Ética, en la que todavía se halla inmerso.

«Mi relación con la Estética, y luego con la Ética -confiesa- fueron motivadas por vacíos que noté en la teoría marxista. Las referencias de Marx a los problemas estéticos no fueron abundantes, y luego estaba la imposición del realismo socialista como doctrina para el arte. Nuevamente la Revolución Cubana, y la política cultural que desde el principio comenzó a formularse, nos enseñaron otra cosa, la convivencia de diversas corrientes artísticas. En cuanto a la Ética fueron los estudiantes inmersos en el movimiento mexicano de 1968 quienes me pidieron que escribiera sobre esa disciplina. Ahora mi mayor proyecto, si las fuerzas me alcanzan pues la edad pesa, es concluir un trabajo sobre Ética y Moral, cuya primera parte rastrearía los aportes de Marx y los clásicos del marxismo y la segunda una aproximación sistemática.»

También en ese proyecto, la experiencia cubana cuenta para el filósofo: «No puede ser de otra manera. Aquí, por ejemplo, en la práctica de la construcción de una nueva sociedad se ha puesto mucho énfasis en la dignidad humana. Y está el caso del Che, paradigma de una grandeza moral indiscutible».

Las coordenadas de la actualidad mundial no escapan al análisis de Sánchez Vázquez. «Hay que ver -puntualiza- cómo aquella disyuntiva que planteó Marx y luego Rosa Luxemburgo entre socialismo o barbarie es mucho más grave hoy. El capitalismo, en su avance depredador sobre la base de un desarrollo tecnológico incontrolado, con peligros reales de catástrofes nucleares y de desatar un caos genético, pone en riesgo la existencia misma del género humano».

En vista de ello, el filósofo piensa que el pensamiento marxista contemporáneo debe profundizar en la conceptualización y toma de conciencia de las alternativas de cambio, a partir de un sujeto histórico plural, que articule a diversos factores sociales.

Otro aspecto en el que opina queda mucho por elaborar pasa por la crítica de la democracia capitalista y la construcción de una verdadera democracia, basada en la participación real de los ciudadanos en la discusión y toma de decisiones, y en la puesta en práctica de políticas que favorezcan la justicia social, cuestiones estas últimas donde la experiencia de la Revolución Cubana también constituye un referente.

«Ser marxista hoy -explica- significa no solo poner en juego la inteligencia para fundamentar la necesidad y la posibilidad de una alternativa de cambio, sino también tensar la voluntad para responder al imperativo político y moral de contribuir a realizarla».

La mirada de Sánchez Vázquez se ilumina cuando se ve en los años mozos, militando en las Juventudes Comunistas españolas antes de la guerra, o en el aula de una escuela de filosofía donde era una especie de rara avis en medio del predominio de Ortega y Gasset, o en el batallón republicano en plena lucha antifascista como comisario político. México le dio abrigo, pero tuvo que bregar muy duro para sacar adelante su trabajo intelectual.

«Publiqué mi primer libro a los 50 años. Defendí mi tesis de Doctorado a los 51. Fui un luchador social precoz y soy un filósofo tardío. Pero nunca es tarde si la dicha es buena», dice el maestro mientras en su semblante se perfila el optimismo.

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INVESTIGADOR DE MÉRITO DEL CITMA

El Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente confirió ayer en La Habana la categoría de Investigador de Mérito al doctor Adolfo Sánchez Vázquez, quien lo recibió conmovido de manos de la doctora Romelia Pino, directora del Instituto de Filosofía, rodeado de colegas cubanos que reconocen en él a uno de los más lúcidos pensadores marxistas de la contemporaneidad. Al fundamentar el acto, el filósofo José Ramón Fabelo definió a Sánchez Vázquez como el pionero de la axiología marxista en el continente americano.

18 de septiembre de 2004