«Esta es mi segunda proyección como ciudadana ‘legal’». Quien pronuncia estas palabras es Ana Torres, una joven cineasta argentina afincada en Barcelona que ha logrado regularizar su situación en España después de tres años de trámites. Torres se instaló en Cataluña coincidiendo con la crisis que sufrió su país a finales de 2001, con la […]
«Esta es mi segunda proyección como ciudadana ‘legal'». Quien pronuncia estas palabras es Ana Torres, una joven cineasta argentina afincada en Barcelona que ha logrado regularizar su situación en España después de tres años de trámites.
Torres se instaló en Cataluña coincidiendo con la crisis que sufrió su país a finales de 2001, con la esperanza de empezar de cero. Sin embargo, su llegada a la Ciudad Condal no estuvo exenta de dificultades. «Me sentía rodeada de obstáculos», afirma. Su desazón inicial fue, precisamente, lo que la empujó a reflejar su experiencia y la de otros muchos inmigrantes en lo que se convertiría en su primer largometraje documental: Si nos dejan.
Además, hubo otro factor que la animó a dar voz a los recién llegados: «Noté que cualquier información en los medios de comunicación más corrientes acerca de la situación de la inmigración en España era dada por estadísticas, y estaba bastante lejos de describir con rasgos precisos la realidad que podía observar cada día, muy cerca de mí y de mis amigos», asegura.
Todo ello la empujó a tomar su bicicleta y su cámara y comenzar a filmar a finales de 2002, sin papeles, sin dinero, con escasísimos medios técnicos y sin saber si podría concluir la película. A los pocos meses, su proyecto dejó de centrarse exclusivamente en su círculo de amistades y se enriqueció con el testimonio de otros muchos ciudadanos y ciudadanos que, como ella, había llegado a Barcelona con lo puesto. «No todo el mundo estaba dispuesto a explicarlo todo», afirma la directora, quien asegura que muchas de las personas a las que recurrió se negaron a declarar por «miedo».
Puzzle multicultural
El resultado de todo este esfuerzo (la grabación finalizó en 2004) es una exhaustiva radiografía de la inmigración en la capital catalana, ilustrada por el testimonio de gentes de más de quince nacionalidades: Venezuela, Ucrania, Polonia, Ecuador, Argentina, EE.UU., Pakistán, Ecuador o Ghana son sólo algunos de los países que aparecen representados en la cinta.
Las reflexiones que centran el discurso de sus protagonistas giran en torno a una gran diversidad de ámbitos, analizados desde su propia experiencia: las trabas legales que tuvieron que afrontar para entrar en España, la falta de apoyo por parte de algunos sectores, las actitudes racistas, los problemas a la hora de encontrar alimento, vivienda y empleo, la necesidad de regularizar su situación o el recuerdo de los seres queridos que han dejado en su país son las cuestiones más recurrentes.
Uno de los casos más dramáticos de Si nos dejan es el de Nana, un joven de Ghana que llegó a España en patera tras pagar una suma considerable a una de las mafias que operan con inmigrantes. Una vez en Barcelona, y ante la imposibilidad de obtener trabajo, se vio obligado a vivir junto a personas de otras nacionalidades en las antiguas casernas del barrio de Sant Andreu, sin luz ni agua corriente. Tras el derribo de las mismas, fue tutelado por Cruz Roja y, finalmente, se marchó a Lleida en busca de un empleo.
Igualmente significativa resulta la experiencia de un muchacho estadounidense que se trasladó a Cataluña con la esperanza de que la Seguridad Social le pudiera costear una delicada intervención quirúrgica, cuyo precio en su país de origen le resultaba prohibitivo. Al mismo tiempo, pretendía dejar atrás una realidad social en la que se sentía «como un alienígena». «El sueño americano es precisamente eso: sólo un sueño», lamenta.
El film también recoge situaciones autobiográficas de la misma directora, como su aterrizaje en Barcelona o el atropello que sufrió durante la filmación y que puso en peligro su continuidad en España.
El documental se completa una encuesta a pie de calle sobre la opinión que albergan los catalanes y catalanas sobre el fenómeno migratorio. Ante la pregunta de si Barcelona es una ciudad integradora, Torres no tiene una visión clara: «Hay quien, en lugar de una mano, te tiende todo el brazo, pero también abunda lo contrario», afirma.
Esperanza ante la adversidad
Pese a las dificultades vividas por los protagonistas, en el relato de todos ellos siempre subyace la esperanza. «Me parecía que el humor tenía que ser un contrapunto de todas estas historias -dice Torres-, ya que creía que entre tanto dramatismo se deben afrontar estas situaciones de manera positiva.
Hasta la fecha, Si nos dejan se ha proyectado en ocho festivales -incluyendo el Festival Internacional Documental de Madrid y la Mostra de Films de Dones de Barcelona- y ha formado parte del Ciclo de Cinema i Drets Humans de la Fundación Pere Ardiaca.
La película se puede adquirir online, solicitándola a la siguiente dirección electrónica: [email protected]
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