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Emir Kusturica presenta en Logroño su última película, 'La vida es un milagro'

«Si ves ‘Espartaco’ y luego ‘Troya’, piensas que en Hollywood se han vuelto idiotas»

Fuentes: El Mundo

Emir Kusturica hizo, por fin, su aparición en el festival Actual de Logroño para presentar a su banda, The Non Smoking Orchestra, después de los retrasos en los vuelos que le habían impedido asistir el sábado a la proyección de su última película, La vida es un milagro. Ayer, sin embargo, pudo echar el cierre […]

Emir Kusturica hizo, por fin, su aparición en el festival Actual de Logroño para presentar a su banda, The Non Smoking Orchestra, después de los retrasos en los vuelos que le habían impedido asistir el sábado a la proyección de su última película, La vida es un milagro. Ayer, sin embargo, pudo echar el cierre con su actuación musical al certamen riojano, después de dar una concurrida rueda de prensa en la que atacó el sistema de producción de Hollywood y dejó claro su punto de vista sobre la guerra de Bosnia.

Antes, hubo tiempo de ver la nueva cinta de Kusturica, que arranca como una de las viejas comedias de Ernst Lubitsch, con un enredo de puertas que se abren e introducen situaciones disparatadas.En La vida es un milagro, la primera puerta la derrumba un oso hambriento; la segunda, introduce al tipo que intenta avisar de que los osos huyen de la guerra; la tercera puerta, por fin, la abre el alcalde del pueblo (que come como un oso). Los dos últimos se introducen en el ensayo de una orquesta que parece sacada del camarote de los hermanos Marx.

Kusturica reconoce seguir los pasos de Lubitsch, acepta de buen grado la comparación con los Marx y añade al cuadro «elementos dramáticos de Shakespeare». El director de cine serbobosnio reconoce identificarse con su protagonista, Luka, un ingeniero de ferrocarriles que, absorto por su trabajo, no se da cuenta del comienzo de la guerra, ni de que su mujer, una soprano, lo ha abandonado por un músico, ni de que su hijo futbolista es reclutado al frente.

Más adelante, Luka se convierte en guardián de una presa musulmana, Sabaha, de la que se enamora perdidamente. Desgraciadamente, el Ejército serbio ha decidido canjearla por un preso, su propio hijo. «Me parezco a Luka en su resistencia a aceptar que había comenzado la guerra», reconoce Kusturica. «Cuando estalló la guerra de Bosnia, yo estaba en París y me pasé un mes negándome a admitir lo que estaba pasando».

El humor está siempre presente en su obra. «En Israel me preguntaron cómo era capaz de hacer una película sobre la guerra que no sea deprimente. ¿Qué decir? Mi punto de vista no es ideológico, no estoy interesado en saber quién es el malo». Sin embargo, Kusturica echa cuentas con el pasado: «La guerra de Bosnia fue una guerra sucia. Cinco meses después de que comenzara, se hablaba de medio millón de musulmanes muertos. Hoy el balance que hace el Tribunal Internacional de la Haya es de 50.000 musulmanes muertos, 35.000 serbios y 15.000 croatas».

También hay deudas con el negocio cultural: «Desde hace seis años, no hay diferencias entre mi música y mi cine. Vivimos en un mundo que intenta destruir a los dos. Hollywood sólo crea idiotas felices. Por ejemplo, si ves el DVD de Espartaco de Stanley Kubrick y luego ves Troya, sólo puedes pensar que se han vuelto idiotas. Mis películas, como las de Pedro Almodóvar y las de cinco o seis autores más, se ven en todo el mundo, incluido Estados Unidos, pero nunca tendrán éxito, están muy lejos del sistema.Somos marginales. Nosotros no vamos a triunfar pero por lo menos vamos a morir orgullosos».

«El arte», continuó el director, «está siendo aplastado por la tecnología, el estilo cinematográfico actual está marcado por la televisión. Cuando me hice mi idea sobre el estilo en el cine lo tenía todo muy claro: estaba el punk, la posibilidad de romper las ideas establecidas del mundo del arte». Ahora, quedan los punto supensivos.

Emir Kusturica también hizo referencia a su proximidad al realismo mágico de Latinoamérica, «aunque una periodista me confesó una vez que le gustaban mis películas y odiaba a García Márquez.Sólo sé que mi universo es el de alguien intentando luchar por la parte positiva de la vida, como una terapia».

El director serbobosnio terminó su encuentro con los medios españoles confesando que ha dejado el tabaco, en medio de las cómplices sonrisas de los músicos de su banda, (literalmente, la orquesta de los que no fuman), que encendían, mientras tanto, sus cigarros.

 


Los viejos ‘nuevos primitivos’

El cantante y fundador de la Non Smoking Orchestra (NSO), Doctor Nelle (que hace un papel en ‘La vida es un milagro’), definió su relación con Kusturica de manera descriptiva: «Durante el rodaje, Emir se porta como un mariscal; dentro de la banda todo es más democrático».

La NSO nació en Sarajevo en 1980 en la onda del movimiento de los «nuevos primitivos», un grupo de resistencia cultural de los años de la transición comunista que cambió el lenguaje musical en Sarajevo y, por extensión, en toda Yugoslavia. Un chiste de Nelle sobre la muerte de Tito provocó la prohibición de sus conciertos.

Kusturica entró en la banda en 1986 cuando ya tenía dos discos publicados según la marca de la casa: juerga punk, ritmos de los Balcanes, jazz, fanfarrias orientales, rock y modo de vida gitano como punto de encuentro entre Oriente y Occidente. De las bandas gitanas, precisamente, Nelle dijo: «Tocamos más rápido».

Kusturica fue parco al hablar de su relación con su antiguo ‘socio’, el compositor Goran Bregovic: «Estamos dentro del mismo tipo de música».