«La tercera parte de la población mundial no tiene acceso a los medicamentos según datos oficiales de la OMS. Actualmente 9 de cada 10 personas de las que mueren a causa de una enfermedad infecciosa viven en un país pobre. Estas muertes podrían evitarse, en muchos de los casos, si se contase con el medicamento […]
«La tercera parte de la población mundial no tiene acceso a los medicamentos según datos oficiales de la OMS. Actualmente 9 de cada 10 personas de las que mueren a causa de una enfermedad infecciosa viven en un país pobre. Estas muertes podrían evitarse, en muchos de los casos, si se contase con el medicamento necesario o con la vacuna que pudiera prevenir estas enfermedades.» Emilia Herranz, Presidenta de Médicos sin Frontera, España, 18 de julio de 2005.
Actualmente estamos siendo testigos de la negligencia criminal de la industria farmacéutica, la administración Bush y otros gobiernos e instituciones en la limitación del acceso a los antirretrovirales (ARV) a las personas que viven con VIH o con SIDA particularmente en África, continente azotado por el VIH/SIDA. Ni las compañías farmacéuticas que tienen los ARV, ni los gobiernos que tienen el dinero, ni los gobiernos que podrían enmendar sus leyes para hacer que los ARV genéricos baratos sean disponibles están preparados para prolongar o para rescatar vidas, en su mayoría africanas. Estas son algunas de las primeras reflexiones de Jesse McLaren, médico y activista canadiense de su presentación «SIDA e imperialismo; dinero para SIDA, no para guerra», presentada en la XVI Conferencia Internacional de SIDA de Toronto Canadá celebrada del 14 al 18 de agosto de 2006.
Jesse McLaren, critica a la administración de Bush, de Gran Bretaña y de Canadá por gastar centenares de miles de millones de dólares en la guerra contra Iraq y Afganistán, en vez de invertir recursos en las amenazas más grandes para la seguridad humana: la tuberculosis, el VIH/SIDA, la malaria y la pobreza. Nos dice que la crisis del SIDA continuará sin control alguno durante mucho tiempo. Por otro lado, Jeffrey Sachs, conocido economista de Harvard, dice que hay ARV genéricos que se podrían importar de la India para tratar a la mayoría de los africanos seropositivos por 350 dólares al año, frente a los 10 mil dólares por paciente en el caso de medicina de patente.
Los medicamentos que fabrican las grandes trasnacionales cuestan 10 mil dólares por paciente al año, sin embargo, ARV genéricos fabricados en Brasil, cuesta menos de 300 dólares al año. En agosto de 2002 en Ginebra y de nuevo en la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún en septiembre de 2003, se llegó a un acuerdo que permite la venta en los países pobres y a estos de medicamentos genéricos que salvan la vida. Pese a los acuerdos, Estados Unidos exige que los países pobres compren los medicamentos de las grandes farmacéuticas y sostienen que los medicamentos genéricos de bajo costo fabricados en otros países violan sus «derechos de propiedad intelectual»o lo que es igual, los intereses de sus farmacéuticas trasnacionales.
Con los Tratados de Libre Comercio (TLC), como el firmado por el gobierno mexicano, Estados Unidos presiona duramente por mayores controles sobre los derechos de propiedad intelectual y prohibe la exportación de medicamentos genéricos con el VIH/SIDA. Con dichos tratados comerciales los Estados Unidos obligan a su contraparte a desconocer la «Declaración Relativa al Acuerdo sobre aspectos de propiedad intelectual relacionados con el comercio» de Doha (2001) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que autoriza cierta flexibilidad en la interpretación de los derechos de propiedad intelectual de los medicamentos y permite a los países miembros de la OMC «proteger la salud pública y en particular, promover el acceso a los medicamentos para todos.»
Es más, el gobierno estadounidense exige que la mayoría de sus fondos para los proyectos de combate al SIDA los distribuyan dependencias gringas como el Programa de Desarrollo Internacional (USAID), que obedecen a los intereses económicos y políticos de la clase dominante capaitalista yanqui. De esta manera su férreo control del financiamiento del combate al SIDA representa un chantaje político y económico a los países pobres y profundiza la dependencia y la pobreza de la mayoría de los pueblos.
Jesse McLaren cuestiona a los programas de prevención de SIDA que se basan en la ideología individualista propagada por el capitalismo que señalan a las prácticas sexuales de los individuos como prácticas de riesgo, sin tomar en cuenta las causas que generan dichas actividades sexuales desprotegidas.
Al respecto señala tres debilidades de esta perspectiva individualista, que han hecho fracasar las diferentes estrategias de prevención implementadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y luego por el ONUSIDA.
La primer debilidad se refiere a la pregunta sobre ¿cuáles son los comportamientos de riesgo? Que las mujeres no tengan control sobre su cuerpo y su sexualidad y no puedan exigir el uso del condón? La falta de acceso a la atención médica por la indiferencia del sistema de salud hacia los pobres? La falta de sensibilidad de los programas de prevención de SIDA a las diferentes expresiones de las culturas indígenas que se expresa en la imposición de métodos anticonceptivos? Sin ARV, hay más virus para transmitir, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) abren puntos de entrada al VIH/SIDA, la discriminación de homosexuales en los servicios de salud, la venta en el mercado negro de los condones de distribución gratuita y la aplicación de la prueba obligatoria de SIDA a trabajadoras sexuales, se convierten en factores sociales que propician la reproducción de las llamadas «prácticas de riesgo».
Como vemos, ninguno de estos planteamientos son «comportamientos de riesgo»; son empero, condiciones sociales impuestas por la pobreza, el racismo, el sexismo y la homofobia. Así mismo, se ha relacionado a la «promiscuidad» con los «comportamientos de riesgo»: sexo gay, trabajo sexual, relaciones pre y extra matrimoniales, son considerados a priori un riesgo a la salud pública.
La segunda debilidad de la perspectiva individualista de los programas de prevención de SIDA está en enfocarse al comportamiento individual de las personas. El sexo seguro y el sexo protegido es fundamental para romper el círculo vicioso de la transmisión del VIH/SIDA; sin embargo, no podrá alcanzarse si se considera como un «estilo de vida».
Esta es la parte de la ideología neoliberal de la «responsabilidad personal» que exalta el papel del individuo en la prevención del SIDA, pero no toma en cuenta a los factores materiales de existencia que determinan la capacidad de elegir entre el sexo inseguro y otras prácticas sexuales saludables. Esta visión neoliberal conduce a menudo a la culpa y a la estigmatización de grupos de la población ya tradicionalmente discriminados como los hombres gays, las mujeres transgéneros, los usuarios de drogas inyectables, las trabajadoras sexuales y las y los migrantes.
La dependencia económica y/o emocional de muchas mujeres limita su posibilidad de negociar, ya no digamos exigir, el uso del condón con sus parejas, quienes son sus proveedores económicos. La discriminación de las mujeres trabajadoras sexuales, propician la transmisión del VIH/SIDA. El sexo comercial no transmite el VIH, no usar el condón en una relación sexual, sí. La discriminación de los usuarios de drogas inyectables propicia la transmisión del VIH/SIDA. el uso de drogas inyectables no transmite el virus del SIDA, las condiciones sociales que obligan a reutilizar las agujas, si reproducen su transmisión. En los dos últimos casos, criminalizar y culpabilizar estos «comportamientos», los hace más riesgosos, mientras que el contexto socioeconómico que los reproduce, quedó intacto.
La tercera debilidad de la perspectiva individualista de los programas de prevención de SIDA está en la estrechez de la teoría del «comportamiento seguro». El 90% de las personas con VIH/SIDA viven en los países del «sur», el 70% en África Sub-Sahariana. La tasa más alta en occidente está en Haití (población negra mayoritariamente). Dentro de los países industrializados la población de color y otros grupos étnicos están mas afectados que la población blanca.
Otra debilidad de los programas de prevención de SIDA, que añadimos nosotros, consiste en fomentar la dependencia de los gobiernos y organizaciones civiles hacia «fondos de cooperación internacional» que los dotan de condones, ARV de patente y otros insumos para la salud como las pruebas de detección del VIH/SIDA. El negocio es redondo para los fabricantes; los gobiernos utilizan dichos recursos como mecanismos de control y las organizaciones se «alinean» para no quedar fuera del presupuesto. Un activista sudafricano mencionó en un panel que ante el condicionamiento de los Estados Unidos para dotar de fondos a la lucha contra el SIDA, una de las alternativas era realizar dicho trabajo prescindiendo de los fondos. No hubo comentarios al respecto.
McLaren señala dos características estructurales del capitalismo neoliberal que ayudan a propagar el SIDA, que él denomina «contexto de riesgo».
La primer característica son los presupuestos de salud (atención y prevención de SIDA) de los países sujetos a los programas de ajuste estructural que se han reducido radicalmente. Un resultado de ello es la carencia de recursos económicos para que las transfusiones de sangre sean seguras. Donde el aborto no es seguro y legal, hay dificultades para que las transfusiones sanguíneas requeridas por muchas mujeres embarazadas sean «seguras».
La segunda característica estructural del capitalismo neoliberal que ayuda a propagar el SIDA, son los pagos por concepto de deuda externa que conducen a mermar presupuesto a la salud pública, a la introducción de nuevos esquemas de atención donde quien es atendido paga, lo cual conduce a una reducción en el uso de los servicios de salud pública.
La reflexión de McLaren en torno a la lucha por el acceso a los ARV nos obliga a preguntarnos: ¿la gente o el beneficio económico? En 1999, 39 de las compañías farmacéuticas más grandes de Sudáfrica demandaron al gobierno por importar medicamento ARV genérico para SIDA, Sin embargo, sólo el 1% de su mercado es África. ¿Porqué entonces preocuparse de la pérdida del 1% de su mercado, especialmente cuando la mayor parte de dichas compañías incluso no producen los ARV para SIDA? Las farmacéuticas argumentaron con aquello «del efecto dominó» y la afectación de sus mercados occidentales.
Se llegó a sugerir que si la compra y fabricación de genéricos de SIDA continuaban, probablemente las farmacéuticas dejarían de producir nuevos medicamentos, minando así las posibilidades de nuevos progresos medicinales. En ese momento, la movilización popular contra la globalización, derrotó a las compañías farmacéuticas. Esta situación también alertó a los dueños del dinero que «invirtieron» recursos para mediatizar a gobiernos, funcionarios públicos y organizaciones civiles de personas que viven con VIH o con SIDA para que el activismo pro ARV para todos se redujera a su mínima expresión. Durante la Conferencia de Toronto se habló del cansancio de una generación de luchadores sociales, en Brigada Callejera pensamos que los Estados y las farmacéuticas transformaron sus iniciativas en instrumentos de control al servicio de las trasnacionales involucradas.
Al respecto el periódico «Obrero Revolucionario» nos dice que no es casualidad que África sea el continente que más sufre los estragos del SIDA. Durante siglos, el colonialismo y el imperialismo se han robado la tierra, la mano de obra, los minerales y demás riquezas del continente, lo cual estimuló el desarrollo económico de Europa y Estados Unidos. Los negreros secuestraron a millones de hombres, mujeres y niños; se los llevaron de esclavos al nuevo mundo, donde su trabajo formó la base de la economía estadounidense. Las potencias europeas se repartieron África en la cumbre de Berlín de 1884-1885. Ni un solo africano estuvo presente. Los colonos arrebataron la tierra, y obligaron a los africanos a trabajar en las plantaciones y minas por salarios de miseria.
Según los imperialistas, ellos desarrollaron África, pero la salud de los africanos decayó y la población de muchos países disminuyó de 1890 a finales de la II Guerra Mundial. La clase política africana endeudó a sus países con las potencias imperialistas, pero los grandes préstamos no beneficiaron al pueblo sino que se destinaron a la infraestructura colonial que permitiera sacar materias primas, reprimir y enriquecer a los integrantes de sus grupos políticos.
Organizaciones civiles como «Médicos sin frontera» y «Oxfam» entre otras, insisten en que los pacientes son mas importantes que las patentes y señala a Pfizer, GlaxoSmithKline, Bristol-Meyer-Squibb y Roche: como los responsables de que millones de seres humanos hayan muerto porque no se liberan las patentes de los ARV. La batalla para parar el holocausto contra los pobres del SIDA, debe continuar. El Fondo Global del SIDA de 10 mil millones de dólares no ha sido cubierto mientras que Bush, ocupó 300 mil millones de dólares en el primer año de la guerra contra Iraq, capital que hubiera podido eliminar la deuda externa de toda África.
Jesse McLaren, continúa su análisis mencionando que las reformas a las políticas públicas «progresistas» no nos librarán en última instancia de un sistema donde la búsqueda permanente de nuevos mercados y los beneficios para los Estados y las corporaciones imperialistas, forzarán a la clase política internacional a dar marcha atrás para no afectar los intereses del capital financiero. Cada reforma al sistema capitalista es una playa de desembarco, siempre en alerta roja, siempre bajo ataque constante.
Durante la XVI Conferencia Internacional de SIDA llevada a cabo en Toronto Canadá, se cuestionó el «colonialismo intelectual» de la derecha confesional encabezada hoy por George Bush al imponer al resto del mundo su política de promover la abstinencia, la fidelidad y el uso del condón (conocido por sus siglas en inglés como abc), Sin embargo, se engrandeció a las figuras de Bill Clinton, ex presidente norteamericano y a Billy y Melisa Gates (dueños de Microsoft) que públicamente reivindicaron el uso del condón, el empoderamiento de las mujeres (sin transformar sus condiciones materiales de existencia y sin prescindir del orden patriarcal que las subordina) así como la prevención dirigida hacia gay y trabajadoras sexuales.
Melisa Gate, esposa del dueño de Microsoft, «reivindicó» la prevención con trabajadoras sexuales para evitar que las esposas de sus «clientes» sean afectadas por el VIH/SIDA, lo cuál le mereció muchos aplausos. Melisa y Billy Gate, trabajan en la elaboración de microbicidas que amplíen la cobertura de prevención brindada por los condones e hicieron un llamado a los activistas de derechos humanos para destrabar las investigaciones que conduzcan a la obtención de dichas sustancias, así el costo sea la violación de las garantías individuales.
Todo lo anterior suena muy bonito, «vanguardista», «comprometido» y hasta «con visión de género»; sin embargo, no hablaron de «suavizar» las patentes de los ARV ni de los condones femeninos de poliuretano que encarecen su costo, tampoco de disminuir la dependencia de los países hacia los fondos de cooperación internacional ni de que la gente tome en sus manos la resistencia civil ante el desabasto de dichos medicamentos .
Todos ellos: George Bush, en representación de la «derecha confesional imperialista», así como Bill Clinton y el matrimonio Gates, en representación de la «derecha progresista capitalista», ven a los Estados nacionales y particularmente a sus gobiernos como los agentes del cambio social. El papel de la sociedad civil no es realizar el cambio en sí mismo; su papel es elegir a otros a través del sistema electoral para que terceras personas (candidatos a puestos de elección popular) realicen el cambio para ellos: por ello, grupos discriminados como los homosexuales deberán elegir sus candidatos para que sus «agendas legislativas» sean impulsadas en los espacios legislativos respectivos… El papel de la sociedad civil es organizarse para «luchar» por una candidatura, llamar al voto por sus candidatos y finalmente votar. Y si hay fraude electoral… movilizarse y desmovilizarse cuando la clase política lo decida por las y los electores. A eso reducen la participación de la sociedad civil, los cuatro estrategas internacionales que en este momento dictan la agenda mundial de la lucha contra el VIH/SIDA.
Jesse McLaren, finaliza su análisis sobre la relación entre el SIDA y el imperialismo, mencionando que las tareas que el SIDA nos impone a todos los pueblos de la tierra, requieren de un trabajo socialmente responsable en la prevención del SIDA y encontrar los medios para garantizar el acceso universal a ARV, Sin embargo, para ello es imprescindible que erradiquemos el contexto proporcionado por el capitalismo.
Lograr este objetivo, requiere el planteamiento de tres asuntos estratégicos, fruto de una lucha popular prolongada:
1.- Derrocar al régimen político actual por medios pacíficos (mande quien mande) y reemplazar la «democracia representativa» que nos vende la ilusión de que el Estado y particularmente el gobierno, son los agentes del cambio social que van a garantizar el acceso universal a ARV y condones de distribución gratuita, por instancias de poder popular surgidas de la lucha de clases de nuestro pueblo mexicano contra el capital y sus gendarmes. La otra opción es generar un poder popular paralelo al «representativo» que lo vaya desplazando en la solución de los problemas de la gente sin aspirar a la toma del poder como lo señala John Holloway en su libro «Cambiar el mundo sin tomar el poder, El significado de la revolución hoy».
2.- Transformar el sistema económico capitalista que privilegia la ganancia de las patentes de los medicamentos ARV sobre la vida de las personas que viven con VIH o con SIDA, en un sistema económico basado en la relación libre y directa entre unidades organizativas de producción y consumo con el objeto de satisfacer las necesidades de los trabajadores del campo y la ciudad, garantizando la propiedad comunitaria de los medios de producción, entre otras cosas de los ARV genéricos que necesite nuestra gente. Esto es posible generando un mercado directo basado en el intercambio y no el lucro entre unidades organizativas de producción y consumo a través de procesos autónomos de integración económica de sectores populares.
3.- Cambiar el sistema social basado en la división de las clases sociales que privilegia la opresión de los trabajadores del campo y la ciudad por una clase social privilegiada (la burguesía y sus aliados), que sí puede pagar los medicamentos ARV y los condones para prevenir la transmisión del VIH/SIDA y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) como la provocada por el virus del papiloma humano relacionado con el cáncer cérvico uterino. Esto es posible si promovemos una forma comunal de relacionarnos entre los activistas de la lucha contra el VIH/SIDA y otros sectores sociales que hemos padecido a caciques locales y oligarcas.
Ahora, nos parece que para «allanar» el objetivo planteado de erradicar al capitalismo, se requiere el planteamiento de tres asuntos tácticos, que los activistas de la lucha contra el VIH/SIDA de La Otra Campaña deberemos resolver en el camino:
1.- Organizarnos para acordar una dirección nacional colectiva donde estén representadas todas y cada una de las unidades organizativas de lucha y donde los liderazgos «de otras luchas diferentes a las nuestras» se reconozcan en la cotidianeidad y no en la imposición.
2.- Integrar las luchas de los otros movimientos diferentes a los nuestros a nuestro plan nacional de lucha civil y pacífico de la Otra Campaña.
3.- Movilizarnos y generar autonomía que nos permita establecer diferentes expresiones de poder popular como las Juntas de Buen Gobierno de los Municipios Autónomos del norte de Chiapas o como la policía comunitaria del estado de Guerrero, instancias comunitarias paralelas al gobierno constitucional y que en la práctica consoliden procesos de autonomía en materia de salud, ya que «quien tiene el poder sobre la salud y la enfermedad, tiene el control absoluto sobre la vida y la muerte de la gente, en este caso de quienes viven con VIH/SIDA o están en riesgo de adquirirlo y frente a dicho poder vertical, nada o casi nada se puede hacer». Por ello, los programas de salud comunitarios no gubernamentales deberían guardar su autonomía con respecto a los empresarios de la salud y al sistema gubernamental de salud. Esto no significa que no haya colaboración, sino que no haya dependencia hacia la iniciativa privada ni hacia la Secretaría de Salud. Una comunidad que controla la salud y la enfermedad de sus integrantes, ha generado poder popular y tiene la vida en sus propias manos.
Como corolario señalamos lo siguiente, con la intención de promover un diálogo abierto y franco con sectores indígenas «en resistencia contra el mal gobierno» que trabajan en la construcción de proyectos de salud autónomos, particularmente compas de Osimech en Chiapas y del Congreso Nacional Indígena (CNI) donde promoveremos «La otra campaña de salud sexual y reproductiva para la resistencia indígena y campesina en México»: El ideario del indio Manuel Quintín Lame , sigue vigente en las luchas contra la globalización capitalista y el empobrecimiento de los pueblos originarios y otros sectores populares. Bien decía el Subcomandante Insurgentes Marcos en una reunión con trabajadoras-es sexuales en las oficinas de La Merced de Brigada Callejera: una cosa es tener SIDA «en Polanco» y otra en la miseria que rodea a las y los trabajadores de la calle. Unidad, tierra, cultura y autonomía, cuatro principios del ideario político de este indígena rebelde.
El primer elemento es la UNIDAD de cada pueblo indígena y de los pueblos originarios en su conjunto; por extensión, la unidad de toda la raza que es explotada, reprimida, discriminada y despojada para enfrentar a quienes atentan contra la vida de los pueblos y en nuestro caso, le niegan el acceso a los ARV genéricos y condones gratuitos para prevenir la transmisión del VIH/SIDA y otras infecciones de transmisión sexual.
El segundo elemento es la TIERRA y los frutos del trabajo sobre ésta para quienes la trabajan (ideal zapatista) que permite a trabajadoras-es del campo ganarse la vida con el sudor de su frente; y por extensión, los medios de producción para las y los trabajadores y los ARV genéricos para salvarle la vida a las personas afectadas por el VIH/SIDA y no para «pagar» costosas patentes de los derechos intelectuales de las transnacionales farmacéuticas. En el caso de las y los trabajadores sexuales, la esquina es de quien la trabaja y no de quienes las explotan impunemente.
El tercer elemento es la CULTURA y el rescate de valores culturales tradicionales como el respeto, la igualdad, la justicia y la dignidad de las personas y la naturaleza (practicados por los pueblos originarios de América Latina y el Caribe) para enfrentar al colonialismo intelectual que nos impone criterios de prevención del VIH/SIDA basados en su ideología individualista que responsabiliza a cada individuo por realizar «prácticas de riesgo», sin tomar en cuenta los contextos y las condiciones sociales que reproducen dichos comportamientos que facilitan la transmisión del VIH/SIDA y otras ITS. Al respecto, Manuel Quintín Lame nos dice que «los Pueblos no pueden imponer su visión del mundo, de la historia y en nuestro caso de la salud y la enfermedad, a otros Pueblos.», ello corresponde a una visión imperialista.
El cuarto elemento, es la AUTONOMÍA, que permite a los pueblos, comunidades y organizaciones no depender de los actos u omisiones de los tres niveles de gobierno mexicano (municipal, estatal y federal). Para el caso que estamos analizando, autonomía en materia de salud, rescatando las prácticas tradicionales y alternativas en espacios de salud comunitarios controlados por la misma comunidad como las micro clínicas zapatistas de Chiapas o como el programa de mercadeo social de condones Encanto y Triángulo de Brigada Callejera. Autonomía con respecto a los intereses de los funcionarios públicos de turno y del Estado mexicano, así como de las transnacionales farmacéuticas para no tener que guardar silencio ante el llamado «Holocausto del SIDA» que les está costando la vida a millones de personas en el mundo.
Finalizamos con el planteamiento del ruso Alexander Rumiantzev, que junto con otros activistas se tomaron la palabra en la clausura de la XVI Conferencia Internacional de SIDA de Toronto Canadá:
¡No habrá acceso universal a antirretrovirales en el capitalismo!
¡Derroquemos al imperialismo de las trasnacionales farmacéuticas!
¡Activistas del mundo: Unios!
La XVII Conferencia Internacional de SIDA se va a llevar a cabo en la Ciudad de México en el año 2008…
¿Será entonces que el corporativismo se impondrá a la resistencia popular contra la falta de acceso a ARV y condones de distribución gratuita?
La moneda está en el aire y ésta es la primera llamada a las y los activistas de la lucha contra el VIH/SIDA para hacernos presentes y no dejar pasar de largo dicha conferencia sin indignarnos por lo que ocurre en nuestro país y el resto del mundo.
Contra el SIDA, el silencio y la discriminación: Organización, movilización y resistencia ciudadana.