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Tras el nombramiento de Ricardo Ulcuango como embajador en Bolivia

Símbolo de la intrusión del gobierno en las organizaciones sociales

Fuentes: Safiqy

Imagine amigo lector, que un contrincante suyo, no contento con lanzar insultos y descalificaciones de la más variada ralea en su contra, impulsa juicios por desacato y terrorismo a varios de los miembros de su familia y, por si faltara poco, entra a su casa sin permiso alguno, convence a uno de sus hijos para […]

Imagine amigo lector, que un contrincante suyo, no contento con lanzar insultos y descalificaciones de la más variada ralea en su contra, impulsa juicios por desacato y terrorismo a varios de los miembros de su familia y, por si faltara poco, entra a su casa sin permiso alguno, convence a uno de sus hijos para algún cargo honorífico y le hace un festejo en sus narices.

Eso es lo que ha pasado con el nombramiento de Ricardo Ulcuango como embajador en Bolivia. Los funcionarios del gobierno han cometido un abuso prepotente y un irrespeto a la mínima autonomía de la CONAIE, han ingresado a su interior sin ser invitados, le han sacado a uno de sus miembros con el cebo de un cargo diplomático y han celebrado un burdo festejo en el patio de su casa, mientras a cerca de 200 líderes indígenas les instauran juicios por terrorismo y sabotaje.

Ya no se pide el cumplimiento de los principios del que fuera «Movimiento País» o de la «revolución ciudadana» que ya no está en marcha, sino que «avanza» aunque no sabemos a dónde. Ya no se pide nada de eso. Tan solo se pide un poco de pudor.

¿Por qué no emplazó a la CONAIE a establecer un gran acuerdo nacional, en cuyo marco se elija no a uno, sino a un equipo de líderes indígenas con suficiente reputación como para oxigenar al gobierno? ¿Por qué prefieren la «puerta trasera» antes que un llamado público, frente al cual los dos actores -gobierno y CONAIE- habrían estado sujetos al escrutinio de toda la sociedad ecuatoriana? ¿Por qué, así como se defiende con tanto celo el honor del Jefe de Estado, no se cuida un mínimo de pudor en la gestión política?

La respuesta es sencilla: el gobierno no está procediendo como un contrincante político serio, al contrario, está actuando como enemigo que ha confundido la táctica de los intereses de un gobierno transitorio, con la estrategia de la organización social, que es la base de todo proceso de transformación.

Tal es así, que los actos cometidos no provocaron rubor alguno en los rostros de los funcionarios, al contrario, se auto convencen (como la bruja frente al espejo) de ser poseedores de «talento político», «audacia» y otros tantos valores para satisfacer la estrecha parcela de los apetitos de poder de «Su Majestad». Atrás quedaron las convicciones y los valores mínimos del respeto que se merece la organización social.

En las izquierdas, por lo menos en ellas, siempre estuvo presente una suerte de código de ética no escrito con respecto a las organizaciones sociales: jamás ser un factor de división interna. Quien así actuaba era calificado como «entrista», «divisionista», incluso como «agente de la CIA».

¿Qué dirán ahora los «camaradas» que todavía perviven dentro del régimen? Nada, absolutamente nada, pues se saben apenas peones de ese desdibujado y ajeno juego de ajedrez.

Fuente original: http://www.safiqy.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1224:ulcuango-simbolo-de-la-intrusion-del-gobierno-en-las-organizaciones-sociales&catid=107:editorial&Itemid=480