Dice Chesterton que los marxistas llaman «Capitalista cuando cualquier cristiano le hubiera llamado canalla» (La utopía capitalista y otros ensayos, Palabra, Madrid 2013, 168). Dice bien Chesterton y dice más todavía que la crítica social al modelo de comportamiento capitalista. El gran mal del capitalismo es que es una negación de todo lo que nos […]
Dice Chesterton que los marxistas llaman «Capitalista cuando cualquier cristiano le hubiera llamado canalla» (La utopía capitalista y otros ensayos, Palabra, Madrid 2013, 168). Dice bien Chesterton y dice más todavía que la crítica social al modelo de comportamiento capitalista. El gran mal del capitalismo es que es una negación de todo lo que nos constituye como humanos, de ahí que un capitalista no es sino un canalla, un ser vil y despreciable apegado a las más burdas pasiones e incapaz de ver más allá de sus deseos irrefrenables. Se puede ser marxista o liberal, de derechas o de izquierdas y se estará en un error, pero no se estará contra la humanidad por ello. El marxista comete el error del reduccionismo materialista y/o sociológico, pero es un error no un crimen; el liberal comete el error del individualismo y el pesimismo antropológico, pero es un error no un crimen; el de derechas comete el error del inmovilismo, pero es un error únicamente; el de izquierdas comete el error del progresismo, pero también es solo un error. El capitalismo no es un error, es un horror y el capitalista es un canalla. Es imposible ser cristiano y capitalista. Se puede ser cristiano y liberal con precauciones; cristiano y marxista, con precauciones; cristiano de derechas o de izquierdas, con precauciones; pero no se puede ser cristiano capitalista, es imposible. Alguien que defienda el capitalismo es anticristiano por esencia y no podrá entender nunca el cristianismo, a menos que se convierta.
El capitalismo es la esencia del espíritu de este mundo, no del mundo, sino de este mundo donde pueden morir millones de seres humanos de inanición mientras unos pocos se permiten el lujo más osbsceno. El capitalismo es el espíritu de un mundo sin corazón ni cerebro donde todo queda reducido a producir más y más riqueza y a concentrarla en cada vez menos manos. El capitalismo es el espíritu diabólico por excelencia, pues rompe las relaciones (dya-bolé) que hacen los hombres tales y genera una separación total entre los seres humanos y la realidad última y definitiva. El capitalismo es satánico porque, como el satán, se dedica a escudriñar en el mundo para sacar lo peor y ocultar lo mejor. El capitalismo es el mayor crimen cometido jamás contra la humanidad y contra este vergel que Dios nos diera para cuidarlo y protegerlo llamado planeta Tierra. El capitalismo, ha dicho Francisco, es un sistema criminal que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. El capitalismo, concluyo, es el Diablo en la tierra.
El Diablo no es un ser, es una forma de ser que se introduce cual virus en los cuerpos y en los corazones de los hombres empujando en ellos lo más vil, mendaz y falaz que pueda existir en la estructura de relaciones que constituyen lo humano y que la sociedad y el Espíritu de Dios se dedican a pulir para hacer de la humanidad un ámbito de hermandad universal. Ese Diablo está hoy presente en los que diseñan, gestionan o implementan las políticas que destruyen lo humano, impidiendo que la alimentación, salud, educación o cultura puedan llegar a todos los hombres, como es posible hoy en día. O bien, está presente permitiendo que todo esto se siga haciendo sin más oposición. Tan culpables son los que aplican como responsables los que consienten y eso nos lleva a una era de responsabilidad infinita por todo lo que sucede.
El horror de Lampedusa, donde cientos de emigrantes han muerto hacinados en un embarcación que se hundió por la desesperación de sus ocupantes nos pone ante la más terrible faz del capitalismo. El mediterráneo es ya un mar de cadáveres del que los pescadores siguen extrayendo en sus redes los restos personales de las decenas de miles de ahogados desde que la desesperación empujara a tantos seres humanos al mar para llegar a obtener un futuro de mesa llena y oportunidades crecientes. El capitalismo es capaz de dedicar miles de millones a impedir a los seres humanos una vida digna antes que permitir que la inmigración realice la redistribución de las enormes riquezas acumuladas. Habrá que ir pensando en decapitar al capitalismo.
* Hoy, 4 de octubre, día de Francisco, uno de los primeros anticapitalistas de la historia.
Bernardo Pérez Andreo. Profesor Titular de Teología, Centro agregado a Facultad de Teología Instituto Teológico de Murcia OFM.
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