Los líderes de Podemos han puesto en circulación un conjunto de términos que ha terminado por contaminar ideológicamente a todo el mundo. Estos términos dejarán de tener validez muy pronto, primero por su extensión y segundo porque su aplicación es libre. Cuando ciertos términos circulan más de lo debido, se aplica a todo y su […]
Los líderes de Podemos han puesto en circulación un conjunto de términos que ha terminado por contaminar ideológicamente a todo el mundo. Estos términos dejarán de tener validez muy pronto, primero por su extensión y segundo porque su aplicación es libre. Cuando ciertos términos circulan más de lo debido, se aplica a todo y su uso se vuelve indiscriminado, terminan por perder su sal y su mordiente. Si tuvieran contenido conceptual, servirían si no para la eternidad si para reflejar una época.
El otro día oí a Vidal Quadras hablar de los partidos del sistema. Se refería al PP y al PSOE. Quitaba de en medio a CiU y al PNV, también a IU, a los sindicatos, a las organizaciones empresariales y a un sinfín de instituciones. No sé qué se entiende aquí por sistema. Podemos no da explicaciones conceptuales de los términos que emplea. Se limita a poner nombres. Pero en verdad no existe el régimen del 78 y no existen los partidos del sistema. Hasta ahora siempre que se empleaba el término sistema, la izquierda radical se ha referido de modo general al sistema económico social, y en particular al sistema capitalista. También suele hablarse del sistema capitalista en su sentido de conjunto, esto es, un sistema donde se incluye su economía, su política y su cultura. En la política se incluye la ideología. A continuación hablaré del sistema de Estado y del sistema de gobierno. Los contenidos conceptuales básicos de esos dos conceptos los he extraído de una obra de Mao Zedong publicada en 1940 bajo el título Sobre la nueva democracia.
Sistema de Estado. Cuando hablamos del sistema de Estado nos estamos refiriendo al papel que ocupan las distintas clases sociales dentro del Estado. En el Estado capitalista español las clases que dominan ese sistema son la oligarquía financiera, la gran burguesía y la pequeña burguesía. Es cierto que la crisis económica desatada en 2008 ha puesto de manifiesto que los intereses de la oligarquía financiera y de la gran burguesía han predominado sobre los intereses de la pequeña burguesía. (Lo que de forma general se llama clase media es la clase social que los marxistas siempre han denominado como pequeña burguesía). También es cierto que en los últimos años el incremento de las rentas ha beneficiado solo al 1 por cien de la población, pero eso no supone un cambio en la naturaleza del sistema del Estado. Este Estado sigue siendo un Estado que no cuestiona el sistema económico capitalista en su esencia, esto es, no cuestiona el predomino del capital sobre el trabajo. De ahí que en la tradición marxista siempre se ha predicado del sistema de Estado capitalista que es una dictadura. Aquí el concepto de dictadura se refiere al papel que mantiene el Estado en la protección y defensa del modo de producción capitalista, cuya esencia se basa en la apropiación sin equivalente del trabajo ajeno por parte de las más varias capas y sectores de la clase capitalista. Es cierto que el modo en que existe la oligarquía financiera en la actualidad no es el mismo que en tiempos de Lenin. La oligarquía financiera actual no puede definirse sólo en términos nacionales, su existencia está mediada en parte por la regionalización de la economía y en parte por la globalización. Por eso la lucha contra la oligarquía financiera no puede plantearse como un problema nacional. Debe plantearse cuanto menos como una lucha que debe tener como escenario la región económica a la que pertenece cada nación. Y en el caso de España esa región económica es la Unión Europea.
Cuando se desató la crisis económica en 2008 y en España explotó la burbuja inmobiliaria, al momento oímos hablar a los mercados. El interés de la deuda soberana aumentó de manera vertiginosa. Cuando se decía que había que oír a los mercados, en el fondo se quiere decir que había que oír los intereses de la oligarquía financiera. Esta oligarquía financiera utiliza como mecanismo económico, entre otros, a los fondos de inversión. Lo que sucede es que mediante los fondos de inversión las grandes fortunas monetarias, el núcleo de la oligarquía financiera, están aliadas con las medianas y pequeñas fortunas. En las economías regionalizadas y globalizadas la oligarquía financiera está unida por miles de hilos con los medianos y pequeños ahorradores. Pensemos en la película Los juegos del hambre. La autora de esa trilogía, Suzanne Collins, ha ganado 55 millones de dólares. La recaudación en todo el mundo por la emisión de la primera película ha sido de 838 millones de dólares. Y Jenifer Lawrence, la protagonista principal de la serie, percibió por la primera película 500.000 dólares y por la segunda 10 millones de dólares. La producción y comercialización de la película es la expresión del inmenso poder de la oligarquía financiera. Y la autora de esa novela así como la actriz principal, dado el nivel tan alto de ingresos, se convierten en aliadas de la oligarquía financiera. No son sólo la expresión de la desigualdad, sino también del dominio abominable del capital productor de interés sobre el trabajo. Creo que a la izquierda radical le falta mucho en la tarea de concretar quiénes son los miembros de la oligarquía financiera, cuál es su modo de existencia y con qué sectores, capas e individuos están fuertemente aliados. Es muy posible, y esto es una paradoja, que mucha gente joven que critica los sueldos de los políticos por «elevados», que están decididos a votar a Podemos para luchar contra «la casta», asistan con una falta total de crítica a esta manifestación de la todopoderosa oligarquía financiera que se llama Los juegos del hambre. Y el poder de la oligarquía financiera como su enorme red de alianzas se manifiesta en todas las formas de la práctica social: en el cine, en el deporte, en las comunicaciones, en el transporte,… Lo que sucede es que Podemos solo quiere hincar el diente en los políticos y siguiendo a Paul Krugman en el 1 por cien más rico de la población. El otro día oí a Alberto Garzón e incurría en el mismo error. Creo que lo que pasa en el mundo capitalista lo refleja mejor el concepto de la multidesigualdad que la desigualdad extrema que enfrenta al 1 por cien de la población con el 99 por cien.
Sistema de gobierno. Lo que cambió en España en 1978 no fue el sistema de Estado sino el sistema de gobierno. De un sistema de gobierno dictatorial se pasó a un sistema de gobierno democrático y de un Estado altamente centralizado se pasó al Estado de las Autonomías. En China Mao Zedong hablaba de asambleas populares como sistema de gobierno. A fin de cuentas las asambleas populares son como parlamentos. Lo que sucede es que en China los partidos políticos existentes y la forma en que funcionan las asambleas populares son muy distintos a los partidos políticos existentes en España y a la forma en que funcionan el parlamento central y los parlamentos autonómicos. Lo que pretende Podemos no es cambiar el sistema de Estado. Tampoco pretende cambiar el sistema de gobierno. Y mucho menos pretende cambiar el sistema económico social. Lo único que pretende es salir triunfante en las próximas elecciones generales y cambiar la política económica. Cuando Pablo Iglesias habla de que hay que abrir el candado de 1978, no sabemos qué cierra ese candado y qué pretende abrir Podemos. En el mundo social, la experiencia así lo dicta con los ejemplos de la URSS, la República Popular China, Vietnam y Venezuela, hay transición, lo nuevo se construye sobre lo viejo. Pero Podemos no sabe lo que va a conservar y no sabe qué de nuevo quiere construir. Su ausencia de conceptos, su exceso de nominaciones carentes de contenido conceptuales, hace que las expectativas que generan en la población solo se apoyen en el sufrimiento de la gente y en la esperanza de muchos trabajadores y estudiantes de que el mundo va a cambiar. Podemos puede generar una gran decepción y una gran frustración. Mucha gente cree que si Podemos gana las elecciones, los ricos serán castigados, los desempleados tendrán un trabajo con una remuneración mínima de 1.600 euros, y que en caso de no conseguir un trabajo el Estado mantendrá a los desempleados con una renta básica que les permitirá llevar una vida digna. La gente cree que la victoria de Podemos significará la desaparición de la pobreza y de la corrupción.
Pero Podemos no va a cambiar el sistema económico capitalista, donde los intereses del capital predominan de modo aplastante sobre los intereses del trabajo, no va a cambiar el sistema de Estado, donde la oligarquía financiera y la gran burguesía desempeñan el papel predominante, y no va a cambiar el sistema de gobierno, donde seguirá predominando las formas de la democracia burguesa. Lo único que podrá lograr será hacerse con el gobierno de la nación y aplicar una «nueva» política económica. Pero esa política económica, dado el sistema económico social y sistema de Estado en el que vivimos y que Podemos no cuestiona, no irá más allá de una reforma fiscal. Creo que el movimiento social que respalda a Podemos supera con creces a Podemos. Les falta a los líderes de Podemos conocimiento y experiencia. Y a nivel teórico abrazan la economía y la sociología vulgares, esto es, la economía y la sociología que no va más allá de lo que piensa la gente.
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