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Sistema Échelon y las revoluciones suicidas

Fuentes: Rebelión

Traducido del portugués para Rebelión por Luis Carlos Muñoz Sarmiento


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Si, en el campo de la musicología, el ritornelo es la repetición de un trozo de una composición musical (su estribillo), en la filosofía de Deleuze y Guattari, a su vez, él es concebido como el contenido al mismo tiempo retomado y en expansión de la música, un igual que es otro: repetición y diferencia. Existe siempre un bulto de tierra en el ritornelo, razón por la que su contenido esencial es la tierra natal [o la patria (sin ánimos chovinistas): Nota del Trad.], entendida no sólo como el lugar donde se nace, sino también como el cuerpo de la existencia (individual o colectiva) produciendo el regreso a si a partir de su relación con el mundo exterior, de tal manera que el sí que se repite, en la música, el ritornelo, es también el sí expandiéndose o expresándose en el mundo, situación que transforma la existencia en ininterrumpidos pasos de danza, bajo el ritmo o el compás del diálogo musical del sí con el caos, del sí con la Tierra, del sí con el cosmos.

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Tres son, pues, los ritornelos: el sí/caos, el sí/Tierra, el sí/cosmos, siendo que el sí es el que se repite (coro) produciendo su diferencia en el caos, en la Tierra y en el cosmos. Por otro lado, de alguna forma el sí, al repetirse, se opone al caos, a la Tierra y al cosmos porque, en tal caso, no expresaría su diferencia del sí, volviéndose siempre igual a sí mismo. El sí se repite antes al caos, a la Tierra y al cosmos, incorporándolos y a sí mismo inventándose como sí/caos, sí/Tierra, sí/cosmos. El sí se repite y se vuelve ritornelo no sólo para aislarse del caos de la Tierra y del cosmos, sino también o ante todo para a sí mismo crearse a través del caos, de la Tierra y del cosmos. El sí, por lo tanto, es una invención permanente de sí mismo ante el caos y a través del caos, de la Tierra y del cosmos.

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Aún en diálogo con la filosofía de Deleuze y Guattari, al primer ritornelo, el sí/caos, se da el nombre de clásico. El ritornelo clásico tiene como objetivo producir el hogar protector del sí ante el caos que se expande por todas partes, donde se concluye que el sí se repite ante el caos, inventando la casa del sí, su protección de sí, sin entretanto expulsar el caos de sí, sino abrigándose en el caos y del caos simultáneamente. Un niño canturreando solo en la oscuridad produce el coro de su casa delante del caos de la oscuridad, en el caos de la oscuridad, protegiéndose de ella, respirándola: sí, caos nocturno; sí, muerte de sí; sí, repitiendo el refugio para sí, su casa, en la oscuridad, en fin, su protección de la oscuridad.

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El segundo ritornelo, el sí/Tierra, es el romántico. Una vez formada la casa de sí, ante [el caos] y dentro del caos, el romántico es el ritornelo en el que el sí está delante de las fuerzas de la Tierra: la tierra natal, la tierra nacional, el planeta tierra; los subterráneos de la Tierra. La tierra se agita en el ritornelo romántico y el sí a sí se repite ante sus fuerzas, agitándose en ellas, a través de ellas. El sí del ritornelo romántico es, ante todo, el sí pueblo delante de un pueblo sin tierra. Las fuerzas del estribillo pueblo captan las fuerzas de la tierra, pudiendo producir, para los poderes constituidos, el peor coro pueblo posible (en verdad, uno de los mejores): el del pueblo infernal, que hace uso de las fuerzas subterráneas de la Tierra para satanizar a todos los poderes que producen abandonados pueblos sin tierra: la rosa de los pueblos de la Tierra.

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El tercer ritornelo es el moderno. En él y a través de él el sí pueblo del ritornelo romántico se repite a sí mismo ante las fuerzas del cosmos, lanzándose en ellas, alimentándose de ellas, aventurándose en ellas, inventándose en ellas. Pueblo cosmológico que sabe, del cosmos, que un pueblo es igual un pueblo sin tierra, con la condición de que el pueblo sea todo el desterrado pueblo de la Tierra, razón por la cual el ritornelo moderno convoca al pueblo a despoblarse de sí, a producir un pueblo sin pueblo, apto para inventarse (incorporando el infinito cosmológico) hasta el infinito: pueblo infinitamente pueblo: la rosa de los pueblos del cosmos.

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Existen, pues, tres perfiles de pueblo: el clásico, el romántico y el moderno. Así funciona el estribillo pueblo: oren, oren, oren: caos, Tierra, cosmos. Delante de las fuerzas del caos, ora el pueblo clásico con su hogar de protección: la tribu, la comunidad, el barrio, la calle, la comuna, la civilización. Delante de las fuerzas de la Tierra, ora el pueblo romántico. Delante de las fuerzas del cosmos, ora el pueblo moderno. El estribillo pueblo, pues, orquesta y es orquestado por tres fuerzas fundamentales, las del caos, las de la Tierra, las del cosmos.

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Los tres ritornelos de pueblo, el clásico, el romántico y el moderno, también son capturados por las autoridades contra el pueblo, sólo siendo necesario, para continuar el argumento, hacer uso de la siguiente advertencia: las fuerzas del pueblo son siempre de él mismo, de modo que es siempre el pueblo que a sí mismo se arresta o a sí mismo se libera. Ningún poder sobre el pueblo se da, pues, fuera del pueblo sino dentro del pueblo, por el propio pueblo, que a sí mismo se roba concentrando sus fuerzas clásicas, románticas y modernas en oligarquías y élites usurpadoras, las cuales, sin el pueblo, no son absolutamente nada, razón por la que es posible afirmar que todos somos el pueblo, independiente de nuestras diferencias e independiente de lo que pensamos sobre nosotros mismos, pues nuestras diferencias son las diferencias de las fuerzas del pueblo y lo que pensamos sobre nosotros mismos son pensamientos posibles producidos por las fuerzas del pueblo.

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Tres, por lo tanto, son los poderes usados contra el pueblo, a través del propio pueblo, como quiera que en todo existe un bulto de pueblo como estribillo pueblo. Son ellos: 1) el poder clásico contra el pueblo, que impone un pueblo sin casa (en la tribu, pero sin las fuerzas de la tribu; en el barrio, pero sin las fuerzas del barrio; en la civilización, pero sin las fuerzas de esta) al servicio de la casa de los poderes contra el pueblo; 2) los poderes románticos contra el pueblo, que se sacan de las fuerzas de la Tierra para imponer un pueblo sin tierra, sometido por el trabajo en la Tierra y, al mismo tiempo, fuera de sí, produciendo una tierra para pocos; 3) los poderes modernos contra el pueblo, que se valen de las fuerzas cosmológicas para, desde fuera de la Tierra, lanzar pueblos contra pueblos, condenándolos a la condición ladrilluda de pueblo limitado, incapaz de trascenderse a sí mismo, de inventarse más allá de sí, infinitamente.

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En la historia de la humanidad, el oren, oren, oren de los poderes contra el pueblo tiene un nombre: occidentalización del mundo. Occidente tomó para sí la casa del pueblo, la Tierra del pueblo y el cosmos del pueblo, poniéndose como el pueblo exclusivo, sobre todo teniendo en cuenta a la oligarquía occidental, ella misma un pueblo que disimula no serlo, y que se presenta como la casta propietaria del pueblo, porque se apropia de sus fuerzas caóticas, terráqueas y cosmológicas.

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El punto de inflexión de Occidente, como el pueblo que tomó para sí las fuerzas del pueblo, ocurrió precisamente en la era romántica de los pueblos del mundo: la modernidad capitalista, iniciada como la expansión europea al final del siglo XV. Tal expansión es ella misma un estribillo romántico sobre las fuerzas de la Tierra, cuales sean: los mares, los recursos minerales y vegetales, los pueblos del planeta. Acumulando para sí las fuerzas de la Tierra, secuestrándolas, Europa occidentalizó el mundo y se volvió, por eso mismo, la referencia a ser siempre retomada, el ritornelo del planeta, su estribillo.

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Después de la II Guerra Mundial entramos definitivamente en la era moderna de los pueblos, la era del pueblo moderno, cuyo ritornelo pasa a ser el cosmológico: fuerzas orquestales del cosmos. La lucha por la dominación del mundo encontró, pues, un nuevo escenario: las fuerzas de la Tierra en su conjunto pasaron a ser sometidas por las fuerzas del cosmos. Como Occidente dominó la era romántica de los pueblos, ocupó y ocupa una posición de extrema ventaja en la era moderna, que es la que vivimos, bajo el liderazgo de los Estados Unidos, país que emergió precisamente como el ritornelo de la era actual de los pueblos del planeta, la referencia a ser retomada incesantemente: el coro del mundo.

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Este es el escenario en el que estamos: las fuerzas cosmológicas del pueblo, que capturan al pueblo fuera de la casa del pueblo, la Tierra, no están bajo el control y libre uso expresivo de los pueblos, sino de las oligarquías. Estas en general se someten a los Estados Unidos como el coro del planeta, el ritornelo a ser retomado y convocado para la sujeción planetaria de los pueblos. Los Estados Unidos protagonizan o, igual, monopolizan las tecnologías cosmológicas dominando la tecnociencia de las fuerzas del cosmos, cuyo objetivo primario es el de captar y explotar las fuerzas cosmológicas de los pueblos contra estos últimos, por la sencilla razón de que los pueblos del mundo no están tomando para sí, con autonomía y dignidad colectivas, las fuerzas cosmológicas, hoy, por las tecnologías de la era moderna, que no son nada más que las tecnologías del ritornelo cosmológico.

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El principal objetivo del coro de la era cosmológica de los pueblos, los Estados Unidos, es el de tener realmente a todo el planeta subyugado por el dominio de la tecnociencia cosmológica, bajo su exclusivo control y uso despóticos, razón por la cual concentran todas sus fichas, tácticas y estratégicas, para vencer toda y cualquier resistencia, incluso y ante todo usando los artefactos y soportes técnicos propiciados por la tecnociencia cosmológica: aviones no tripulados, submarinos atómicos, satélites, fibras ópticas, el dominio imperial sobre Internet, la red de las redes de la era moderna: cosmológico archivo planetario del pueblo clásico, romántico y moderno.

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Si Internet fue desarrollada por la Agencia de Proyectos de Investigaciones Avanzadas de Defensa de los Estados Unidos [en concreto, por el Pentágono, en 1969, con el nombre de ARPANET (Advanced Research Projects Agency + Net), durante la fase más crítica de la guerra de Vietnam, como una red de comunicación multidireccional entre computadores, para proteger al sistema científico-militar de un eventual sabotaje o de un ataque nuclear, conectando los computadores del Pentágono a los de laboratorios y universidades que trabajaban en proyectos de interés castrense. Gubern, Román, El eros electrónico, Taurus, 2000: 121. Nota del Trad.], simplemente es preciso constatar que ella primero que todo fue milimétricamente construida como un proyecto de defensa en la era moderna de las fuerzas del cosmos, razón por la que, antes de ser el bastión planetario de la libertad de expresión, el soporte virtual de la inteligencia general humana, es fundamentalmente la red de redes de las tácticas y estrategias de defensa, cuyo nombre actual es: guerra preventiva.

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Es preciso decir lo que es, sin fantasear, con lo que nos dicen a partir de nuestros deseos, por más legítimos que sean: la Internet no es neutral y no lo es no sólo porque la neutralidad no existe, sino porque el pueblo cosmológico no detiene su dominio, sino es dominado por ella en el punto exacto en que se cree libre en ella, a través de ella, con ella, para expresarse en la era de las fuerzas cosmológicas.

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Recuperemos, a propósito, al viejo Marx, y primero que nada aquél acusado de haber producido un pensamiento mecanicista, al separar la superestructura de la infraestructura, alegando que lo que viene primero es esta última, constituida por el mundo concreto, por las fuerzas productivas reales y sus detentadores, los burgueses, dueños de los medios de producción. Los pueblos del mundo no son los dueños de los medios de producción de las fuerzas cosmológicas de nuestra época actual, la moderna. Aunque sea necesario disentir parcialmente de Marx, porque todo es fuerza productiva, la infraestructura y la superestructura, es aquella que realmente precede en importancia, razón por la que es preciso hacer la siguiente esfíngica pregunta: ¿quién domina la infraestructura de la Internet? Respuesta elemental: el Estado gringo y ante todo sus transnacionales [ya no multinacionales: Nota del Trad.], los dos socios que están en el dominio máximo (Top-Level Domain) [o dominio de nivel superior: Nota del Trad.] de la Red Mundial de Computadores [World Wide Web], no siendo necesario, siquiera, que ambos requieran ser identificados nacionalmente. Estados Unidos no tiene un dominio que lo identifique en la Internet (Brasil tiene el dominio «br», Venezuela, «ve», China tiene el «cn») sencillamente porque son el dominio de los dominios, del alba hasta el ocaso, global.

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De ninguna forma los pueblos del mundo pueden creer que harán revolución a través de una infraestructura mundial de fuerzas productivas de comunicación bajo el control restringido e imperial del gobierno yanqui y de sus transnacionales, razón por la cual se requiere afirmar con todas las letras: es absolutamente imposible una revolución social verdadera anclada o, igual, dependiente de empresas como Facebook y Twitter o de cualquier otra forma de comunicación -uso de celulares, por ejemplo- vinculada directa o indirectamente con el «.com». Las denuncias reveladas por el ex agente de la CIA Edward Snowden no pasan de la punta del iceberg de un mar de lodo sin fin de usos y abusos del dominio gringo de Internet así como de las infraestructuras productivas de la era moderna.

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La compleja trama de espionaje conocida como Sistema Échelon, bajo el control de los Estados Unidos y algunos países aliados [Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda: Nota del Trad.] hace uso de antenas, estaciones de escucha, satélites, radares, submarinos, aviones no tripulados y tripulados para espiar al mundo todo dentro del mayor sistema de guerra preventiva contra la humanidad, en la era moderna de las fuerzas productivas cosmológicas. La Internet, como un todo, es parte de este sistema mayor, orwelliano-cosmológico, a saber: la humanidad toda como sospechosa de terrorista.

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Los revoltosos del Brasil (así como los de Egipto, los de Siria, los de Irán, Venezuela, Bolivia…), por más bien intencionados que sean, sólo harían verdadera transformación social si dejaran a un lado la espontaneísta presunción y recurrieran humildemente al viejo Marx: revolución se hace tomando la fábrica, esto es, con el pueblo volviéndose el dueño soberano de los medios de producción. El resto es una mierda, cuando no es lo que ha sido efectivamente: formas modernas de manipulación de masas, las cuales, por ser modernas, esto es, imbuidas de energías cosmológicas, no son mejores que las de la era romántica o que las de la era clásica. Son absolutamente iguales: carnada de piraña, carne de cañón.

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Para complejizar un poco a Marx, con Marx, un pensador de la era romántica, que pensó el mundo de forma absolutamente revolucionaria, pero teniendo en cuenta los referenciales de las infraestructuras de producción de las fuerzas de la Tierra, en la era moderna, la de las infraestructuras de las fuerzas productivas cosmológicas, todo se volvió infraestructura, incluso y ante todo las infraestructuras de comunicación (vistas en general como superestructuras), de almacenamiento de datos, de información, con la diferencia de que el papel principal de estas últimas está relacionado con el desafío de producir una humanidad totalmente sometida, incapaz de resistencia, de tal manera que, cuando intenta resistir, acaba realizando de forma burlesca un golpe contra sí misma.

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La trama cosmológica de comunicación de la era moderna de las fuerzas productivas cosmológicas constituye nuestro Sistema Échelon planetario de manipulación de las fuerzas de la Tierra, más tarde de manipulación de pueblos. Bajo el punto de vista de la Occidentalización del mundo, la era moderna puede ser definida como la época, como un videojuego, de pueblos que realizan «revoluciones» contra sí mismos. Lo que estamos viendo en Brasil es el Sistema Échelon funcionando, en la práctica: revolución de derecha, de los dueños de las infraestructuras de la era moderna, «protagonizada» corporalmente por las izquierdas románticas del mundo -pero no sólo.

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O las izquierdas se contemporizan, volviéndose izquierdas modernas, dispuestas, con claridad, a destronar a los dueños de las fuerzas productivas cosmológicas, o burlescamente protagonizarán, «revolucionariamente», el suicidio de los pueblos.

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¿Es al final para esto que revolucionaremos al mundo, para, con todas las románticas buenas intenciones, suicidarnos?

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Si no revolucionamos las fuerzas cosmológicas, tomando sus «fábricas», seremos, de forma tragicómica, revolucionados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.