El pensamiento crítico marxista, pareciera haberse quedado pasmado ante las dificultades, complejidades y contradicciones inextricables difíciles de desentrañar conceptualmente, presentes la tan dinámica y cambiante realidad actual, obnubilado por el relato (o los relatos) que el Imperialismo Global impuso después de la destrucción burocrática de la URSS y el ascenso del hegemón estadounidense sobre sus dos consocios centrales de la troika de dominación y explotación de la periferia, Europa y Japón.
La tesis del “fin de la Historia” impuesta sobre los escombros y miseria soviéticas y sus repercusiones arrolladoras en el resto del mundo, seguida por la eclosión de una serie de teorías patentadas todas con un prefijo del latin, post, neo, trans, super, la última geo, que se ramificó en geo política, geo economía, geo estrategia, geo ideología, etc, pretendidamente respondida por la geo-teoría-post marxista del postmoderno Toni Negri, sobre el “super Imperio horizontal global” con el que se pretendió sepultar definitivamente la teoría leninista del Imperialismo; no han ido más allá de reforzar la burda frase de cajón de que el “mundo (o la cosa) se tornaron tremendamente complejos impredecibles e inciertos”.
La cruel incertidumbre y la amarga pesadumbre, del bolero tropical de Javier Solís en el siglo pasado, bastante distantes del azar matemático, se convirtieron en la explicación obligatoria, no solo en la gran prensa mundial para explicar la dinámica violenta y cambiante del mundo global: El resultado de la guerra en Ucrania, los retos globales de Rusia, China, Norcorea, o Irán; la suerte del estrecho de Taiwán, la decadencia hegemónica de EEUU con sus agotados y gastados presidentes, el conflicto interno colombiano con sus 7 bases militares estadounidenses y su asociación con la OTAN, o la permanencia del Bolivarismo en Venezuela y en la Patria Grande, todo, signado por la borrosa palabra incertidumbre; cuya niebla densa ha impregnado el trabajo precario o incierto, el arte, la literatura, el amor y hasta los siete 7 sexos humanos:
El sexo cromosómico XY incierto, el sexo fenotípico genital incierto, el sexo psicológico incierto, el sexo otorgado por la familia incierto, y ni se diga sobre la incertidumbre en el sexo asignado por la sociedad al individuo o a su registro judicial, que esperan se resuelva la duda existencial con una costosa cirugía de embellecimiento individual.
La palabra incertidumbre que debería ser la palabra del siglo, se impuso como una sobredeterminación (die Überdeterminierung del doctor Freud), como un joker del naipe útil para todo reto a la pereza analítica de los analíticos críticos, incapaces de desentrañar los nudos y entrelazamientos de las contradicciones y complejidades que mueven la realidad cualquiera que ella sea.
Adverso como soy a los dogmas, sí encuentro necesario señalar que, en la llamada tradición marxista universal, existen dos textos centenarios donde su puede hacer pie, y a partir de los cuales aprehender los cambios presentados hasta la actualidad. Son el Manifiesto Comunista de Marx y Engels de 1848, y el librillo sobre el Imperialismo de Lenin de 1917.
Ninguna persona que haya leído despacio el Manifiesto de 1848, de entre sus muchas e impactantes verdades, incluso proféticas, podrá pasar por alto el aquel espantoso primer capítulo, donde Marx, y Engels apuntalan lo que llegaría a ser la gran contradicción del Modo de Producción capitalista: el desarrollo incansable y revolucionario de sus Fuerzas Productivas (el capital constante, más la tecnología, la investigación, la innovación y el desarrollo) enfrentadas a las reacias y caducas Relaciones de Producción:
La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta a otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones.
La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.
La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.
La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semi bárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.
La burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la propiedad y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios de producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tenía que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política. Territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos, distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y refunden en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una sola línea aduanera.
En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas. Basta pensar en el sometimiento de las fuerzas naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la agricultura, en la navegación de vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra como por ensalmo… ¿Quién, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción? ……” Y sigue.
Esto en 1848, evidentemente era un fantasma que iniciaba el interminable espanto, el que hoy 176 años después estamos presenciando: el increíble proceso imparable del desarrollo sostenido de lo que se ha denominado revoluciones tecnológicas y energéticas, iniciadas a partir de la revolución industrial del Siglo XIX, (revolución de las comunicaciones, atómica, técnica-informática, digital, inteligencia artificial, biotecnológica, energías renovables, robótica, etc) y el impacto profundo en todas las esferas de la vida social tanto materiales como espirituales y culturales de la actual sociedad mundializada que vemos; alienada por el egotísmo individualista de quienes en su incierto trabajo precario o flexible, en su pequeña “home office” se creen sus propios patronos, y obnubilada por el sibaritismo del consumo compulsivo de mercancías innecesarias.
Pero no es solo el proceso que, a finales del siglo XX, cuando se impuso la estrategia neoliberal del capitalismo, llamado pomposamente globalización, sino el señalamiento sutil de la contradicción Producción Social/ Propiedad Privada, es decir su aspecto más desolador que se ve más claramente en los periodos de guerra global o mundial, cuando todo o casi todo lo sólido se desvanece en el aire, poniendo al descubierto la dinámica inseparable Construcción/ Destrucción, con su correlato ideológico de la incertidumbre humana.
Desde otro ángulo, cuando Lenin en 1917, escribió el librillo sobre los monopolios del capital financiero y el reparto del mundo por las grandes potencias imperialistas rivales en guerra, reafirmando categóricamente que el Imperialismo no era un Modo de Producción diferente al capitalismo dominante descrito por Marx, sino una “politica” del capital bancario y el capital industrial conjugados, cuyo dominio se basaba en la explotación del trabajo asalariado y el reparto militar del mundo por las grandes potencias capitalistas rivales; las dos principales potencias actuales, que han trastocado la dominación tradicional traída, no existían:
El bárbaro Imperio Zarista era una convulsión que gestaba otra gran revolución transformadora del mundo, la revolución bolchevique, que hoy 107 años, tras un largo y tórpido desarrollo más convulso aún, su heredera la Federación Rusa, es ya una potencia plenamente capitalista dotada de un potente armamento incluido un gran número de bombas atómicas, que reta en el campo de batalla (al parecer con éxito) a las potencias rivales del Sistema imperialista global de la Troika (EEUU. EU. Japón). China no existía como nación, era un territorio en disputa armada ocupado y asolado por las potencias de dicha Troika, y su pueblo empezaba a mirar a Mao Zedong y su larga marcha revolucionaria, que en 1949, se convertiría en la República Popular China, y desarrollaría otra gran potencia capitalista, con importantes remanentes de economía socialista, que surge ante el mundo contemporáneo como el taller de la humanidad, para retar también, con su sorprendente desarrollo industrial y militar a la actual Troika dominante. Y, las otras tres potencias atómicas emergentes, Norcorea, India y Pakistán, eran simplemente territorios coloniales, la una, un protectorado japonés y las otras, la rica, poblada y extensa colonia indostánica que enriquecía al Imperialismo Inglés.
Así pues, hoy día, se hace más que necesario indispensable, entender tales desenvolvimientos sociales para actualizar con la nuevas realidades (no desechar por inservible como lo quiere el adversario) la teoría leninista del Imperialismo con sus características esenciales: Que no es un Modo de Producción diferente del capitalismo, sino una politica de las clases que lo dirigen, que conduce a la formación de monopolios financieros (capital bancario más industrial) para hacer dinero con del dinero D-D´ (financiarización); exportar capitales masivamente como forma de absorber las ganancias gestadas en la periferia; configurar monopolios internacionales y alianzas mundiales que entran en rivalidad y pugna permanente por la captura de mercados, materias primas, población y territorios, y por la hegemonía (en aquella diabólica dinámica contradictoria de Rivalidad/ Hegemonía) que inevitablemente conduce a un reparto del mundo mediante la guerra mundial. No puede ser cierta (por no poderse demostrar es decir por improbable) la teoría actual del reparto del mundo armónico, civilizado y ajustado a reglas y a derecho.
Entonces, viene en ayuda de la ciencia politica la teoría de los sistemas, que permite captar la esencia compleja y contradictoria del Imperialismo actual; como un gran sistema global de dominación, explotación capitalista y sojuzgamiento político-ideológico, mediante la hegemonía y la coerción (Gramsci) de una grande periferia de países dominados y atrasados con sus poblaciones, y la riqueza que ellas producen o poseen en el sub suelo que habitan desde hace siglos o milenios.
Actualmente la expansión y desarrollo del capitalismo por todo el mundo como lo previeron Marx y Engels en el Manifiesto de 1848, ese sistema global del imperialismo está formado e integrado en su funcionamiento, por tres instancias o subsistemas bien demarcados:
1. Un Macrosistema constituido por lo que el investigador e historiador marxista Samir Amín denominó, a mediados del siglo pasado, la Troika imperialista (EEUU, Europa y Japón)
2. Un Mesosistema conformado por países que en su desarrollo capitalista han avanzado hasta convertirse en relativas potencias emergentes. Dentro de este mesosistema hay diferenciaciones:
a) Potencias emergentes con armamento nuclear, como Rusia, China, Norcorea, la India y Pakistán y se interroga, a la fecha, la posesión de armamento nuclear por parte de Irán. Las tres primeras abiertamente retadoras de la Troika, a las que se agrega Irán.
b) Potencias capitalistas emergentes subsidiarias de la Troika y que se pueden considerar Coimperialistas, tales como Canadá-Australia-Nueva Zelandia o eje anglosajón, más Surcorea, Israel y Taiwán.
c) Potencias capitalistas emergentes que aún no poseen armamento nuclear, pero muestran sus propios intereses nacionales dentro del sistema global, como Brasil, Sudáfrica, Turquía, Arabia Saudita, Emiratos árabes, entre los más reconocidos.
3. Por último, en la base de la pirámide, un gran Microsistema constituido por la multitud de países de la periferia imperialista (durante muchos años llamados el tercer mundo o países dependientes algunos de ellos todavía colonias imperialistas), de Asia, África, América Latina-el Caribe y de Oceanía, fuente de riqueza primaria para las potencias centrales desarrolladas, de materias primas, mercados, inversiones, recursos humanos y fuerza de trabajo barata o migrantes, etc, llamados como en el caso de Latinoamérica y el Caribe con el cínico nombre de patio trasero.
Así las cosas, la escalada actual de guerras locales por un nuevo reparto del mundo, actualmente llamado por los analistas del lenguaje correcto “la reconfiguración actual del mundo”, las múltiples crisis no resueltas del todo, en las que se debate la civilización humana actual o multi-crisis, la que a su vez genera nuevas crisis, contradicciones globales e incertidumbres, están exigiendo al pensamiento crítico un afinamiento teórico-práctico que permita superar el pasmo traído para resistir adecuadamente y enfrentar con éxito el mecanismo coercitivo desplegado por el sistema global del imperialismo descrito, y poder enrumbar a la civilización humana hacia la utopía de la negación/superación propuesta por los maestros iniciadores del pensamiento comunista. Aquí, esa es nuestra intención.
Y para finalizar, debo agregar que Colombia, país parte integrante del Microsistema del Imperialismo global descrito, donde a contracorriente con esta realidad, se intenta, desde un gobierno autodenominado progresista, enderezar un jorobado con sobijos, es decir, donde la contradicción esencial entre el desarrollo acelerado de las Fuerzas Productivas capitalistas choca abiertamente con las caducas Relaciones de Producción condensadas en el Régimen político dominante, lo que se pretende corregir con “inciertas” e inocuas reformas que salven el capital, sin recurrir a las resistencias populares y al constituyente primario, no puede ser una excepción a nada. Y así, volvemos a estar en el terreno de lo incierto.
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