A fines del mes de abril de 2023, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik (MUPP), y de conformidad con la legislación del país que obliga a que los partidos y movimientos políticos incorporen mecanismos de democracia interna a través de primarias y de elecciones democráticas para sus autoridades, realizó sus elecciones internas para definir a su nuevo Coordinador Nacional y a su nueva directiva, conformada, hecho inédito en el país, por más de cuarenta dirigentes con equidad de género y de edad, y con representación nacional e internacional (por los migrantes). Este evento de un movimiento del sistema político convocó a la expectativa nacional y se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes de la coyuntura del Ecuador por las consecuencias que implica.
Como antecedente hay que indicar que el MUPP ingresa al sistema político en el año 1996 como parte del proyecto político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, al momento la organización social más potente y más importante del país. Es por esta razón que la CONAIE siempre consideró al MUPP como su brazo político. Sin embargo, desde su fundación, el MUPP se convirtió en un brazo político que siempre buscó actuar de forma autónoma e independiente con respecto a la CONAIE. Es por eso que en su trayectoria los conflictos y contradicciones entre el MUPP y la CONAIE han sido recurrentes.
Un ejemplo de ello es la alianza que el MUPP hizo en el año 2002 con el coronel Lucio Gutiérrez del partido Sociedad Patriótica, para apoyarlo en su candidatura a la Presidencia de la República, a espaldas y sin la autorización de la CONAIE. En esa oportunidad Lucio Gutiérrez ganó las elecciones presidenciales pero llevó adelante uno de los programas neoliberales más radicales lo que obligó a que la organización indígena pase a la oposición más beligerante mientras, paradójicamente, parte de su militancia estaban en el gobierno.
Fue por ello que cuando se propuso en el año 2006 una nueva alianza electoral, esta vez con un outsider de la política, como fue en esa ocasión Rafael Correa, la CONAIE decidió participar desde sus propias posibilidades y obligó al MUPP a replegarse y no apoyar la candidatura de Rafael Correa.
Pero las elecciones del año 2006 fueron trascendentes para el país porque produjeron un ciclo político que iría a prolongarse por toda una década hasta el año 2017. En ese ciclo político, el MUPP se convirtió en una opción marginal habida cuenta de la hegemonía política de la Revolución Ciudadana, como habría de denominarse a la expresión política de este nuevo ciclo, que siempre vio al movimiento indígena como un adversario que debía ser cooptado o, en su defecto, destruido.
En tanto opción marginal del sistema político, el MUPP pudo, en cambio, convertirse en una importante opción de los gobiernos autónomos descentralizados y logró captar importantes representaciones territoriales durante este periodo.
Sin embargo, aquello que altera las condiciones políticas del país fue el giro político que en el año 2018 realizó el ex-Presidente Lenin Moreno quien rompe amarras con el movimiento político que lo llevó al poder, es decir la Revolución Ciudadana y se transforma, de manera inexplicable, en su némesis más radical. Es ese giro el que cambia las coordenadas de la hegemonía y la disputa política.
En ese cambio, en primera instancia, es la derecha la que se posiciona desde dos expresiones importantes, de una parte la derecha del Partido Socialcristiano con una fuerte base electoral en la costa del país y, de otra, la derecha de los restos del sistema político y que tenían en el extinto partido político Democracia Popular cuya base electoral se situaba en la sierra del país; esta derecha confluye hacia el movimiento CREO (Creando Oportunidades). Los líderes de ambos partidos, Jaime Nebot (Partido Socialcristiano) y Guillermo Lasso (CREO), respectivamente, suscriben, apoyan, estimulan y promueven el giro político de Lenin Moreno porque se consideran los legítimos herederos de la transición política y hegemónica.
Para garantizar ese giro político, el ex Presidente Lenin Moreno altera todas las coordenadas de la política económica y de la política pública y suscita el retorno de los programas de ajuste y austeridad fiscal del FMI. Es por ello que en marzo del año 2019 suscribe un programa con el FMI y permite su retorno luego de más de catorce años en los cuales el país se había alejado de esta multilateral. El FMI, para esta ocasión, viene con todo. Define lo que quizá sea el programa de austeridad fiscal y de reforma estructural más agresivo y más radical de cuantos haya impuesto a cualquier país de América Latina e, incluso a aquellos del África.
El FMI quiere cambiarlo todo en Ecuador y quiere hacerlo de forma radical. No se conforma en intervenir y cambiar la política fiscal, sino que quiere alterar todos los marcos institucionales que sostienen a todas las políticas públicas. Por eso su programa de consolidación fiscal y reforma estructural suscrito con Lenin Moreno altera toda la economía y somete al país al rigor de la austeridad, en un contexto en el que no existía ningún motivo para hacerlo, ya que todas las cuentas fiscales estaban en orden y el país vivía momentos de crecimiento económico y débil inflación.
Este programa de austeridad tiene su prueba de fuego en octubre del año 2019 cuando se produce la movilización social más importante del país y que obligó a Lenin Moreno a dar marcha atrás en el programa económico impuesto por el FMI. Esta movilización fue liderada por la CONAIE y es, justamente, en esta movilización en donde emerge la figura del líder indígena Leonidas Iza.
En diciembre del año 2019, luego de estas movilizaciones, la Asamblea Nacional decide archivar una serie de reformas legales que fueron enviadas como medidas urgentes en materia económica por Lenin Moreno y que dan al traste todo el programa de reforma estructural que había sido diseñado por el FMI para el Ecuador. Ante este escenario, es el FMI quien decide dar por terminado el programa de consolidación fiscal y de reforma estructural bajo el pretexto de que la información que había recibido por parte del país había sido “errónea”.
Sin embargo, esta derrota al FMI y al programa de consolidación fiscal se va a traducir en un masivo respaldo tanto social cuanto electoral al movimiento indígena por su liderazgo y compromiso. De esta manera, el MUPP pasó a convertirse en el segundo movimiento político más votado del país. De un actor marginal de la política se transforma en su actor más importante. Pero esta transición para el MUPP se produce en un contexto en el cual este movimiento no estaba preparado para asumir tal desafío.
En efecto, a diferencia de otros partidos y movimientos políticos, el MUPP es el único movimiento del sistema político que es la expresión de una estructura social, vale decir, la CONAIE. Todos los demás partidos y movimientos políticos tienen sus adherentes, su estructura, sus dinámicas pero ninguno de ellos tiene base social; pueden, y de hecho tienen, bases electorales pero no tienen base social. El MUPP es el único que tiene base social, pero es una base social que tiene su referencia y contexto en el entramado comunitario del país.
Esto suscita una serie de problemas irresolubles desde la trama liberal de la política que se expresan y configuran como aporías políticas; una de ellas es cómo armonizar la trama liberal de la política con respecto a una organización política que está por fuera de esa trama liberal. Es esto lo que pasa en la relación entre CONAIE y el MUPP.
Para que se tenga una idea de esta complejidad que deriva en una aporía: el Código de la Democracia, que es el marco jurídico que norma y regula la representación y la elección, tiene un sustento de ontología política y epistemología política en el liberalismo que reconoce solamente a los individuos como los sujetos portadores de la representación y la elección. Para el Código de la Democracia no existe otro sujeto político que no sea el ciudadano quien es el único con el derecho a elegir y ser elegido. Empero, en el caso de la CONAIE existe una complejidad que solamente puede comprenderse al trasluz de aquello que siempre han reclamado y que se ha constituido en la brújula de su proyecto político: la plurinacionalidad del Estado, es decir, el reconocimiento a una ontología política de las diferencias radicales.
En la CONAIE existen los sujetos comunitarios cuya expresión son, precisamente, las comunidades. La CONAIE es la sumatoria de ese sujeto comunitario. En tanto sujeto comunitario sus lógicas, dinámicas y estructuras difieren de aquellas establecidas desde una visión liberal de la política. Una de esas lógicas, que es de fundamental importancia para comprender al MUPP, es el control comunitario a las autoridades comunitarias y a las organizaciones políticas comunitarias.
Este aspecto que es clave para regular y definir la gobernabilidad a las estructuras comunitarias desaparece en la trama liberal de la política. El Código de la Democracia considera que el control comunitario a las decisiones individuales puede devenir en corporativismo, en el mejor de los casos, o en coerción comunitaria que afecta la libertad individual, en el peor. Para el Código de la Democracia y sus reglamentos, las decisiones políticas se asumen, calibran, toman y expresan únicamente desde la lógica individual y sus mecanismos de contrapesos y contrapoderes.
Si se quiere, es la lógica del mercado y la supuesta elección racional del consumidor la que se traslada como marco epistemológico hacia la representación y la elección política. Pero esto fragmenta de manera importante la relación entre la CONAIE y el MUPP. La CONAIE no puede ejercer control comunitario sobre el MUPP porque la ley no lo permite. Puede tener ciertos márgenes de acción pero no puede rebasarlos. El MUPP, gracias a la ley, puede devenir en una maquinaria electoral sin posibilidad alguna de control comunitario. El MUPP puede tomar decisiones desde lógicas individualistas y oportunistas sin que el tejido comunitario pueda hacer nada ni para cambiarlas, ni para fiscalizarlas.
Al perder la posibilidad del control comunitario, el MUPP leva anclas de su proyecto histórico y deviene en una maquinaria de representación y de elección en el cual pasan factura sus debilidades. En efecto, quienes asumen la representación en el MUPP provienen de entramados comunitarios o de apoyos o relacionamiento con esos entramados. En algunos casos son líderes o son personajes que han apoyado las luchas sociales del movimiento indígena o que pueden permitir sortear de mejor manera el racismo que existe en el país y por eso han sido incorporados a las listas electorales del MUPP.
Esos personajes, cuando llegan al sistema político, si no tienen detrás de sí el control comunitario, convierten a su presencia en el sistema político como una apuesta personal. Sus lazos y compromisos políticos son débiles porque el MUPP no es un partido ideológico como otras opciones del sistema político, sino la expresión política de una organización social. Es en la organización política en donde subyace y se encuentra el horizonte ideológico y emancipatorio, no en el MUPP que solo es su instrumento.
Esta situación puede pasar desapercibida o, en todo caso, no implica graves problemas a la estructura social, cuando la representación en el sistema político del MUPP es marginal, pero se vuelve un verdadero problema cuando esa representación es mayoritaria y estratégica como pasó en las elecciones del año 2021. En esas elecciones, el MUPP alcanzó cerca del 20% de la representación parlamentaria, lo que lo convirtió en la segunda minoría legislativa más importante y, gracias a eso, pudo captar la Presidencia de la Asamblea Nacional.
Empero, lo que pudo convertirse en un éxito electoral que catapulte al MUPP hacia posiciones estelares de la política y le permita resolver los problemas de la transición hegemónica y de llevar adelante el proyecto histórico del movimiento indígena de construir el primer Estado Plurinacional en la historia del país, en esta oportunidad, se convirtió, para su estructura social, es decir la CONAIE, en una verdadera pesadilla.
Sin la posibilidad de ningún control comunitario y social, el MUPP se perdió en el laberinto de sus propias simulaciones y de su oportunismo y desperdició una verdadera oportunidad histórica. Sus cuadros en el sistema político se convirtieron en caricaturas de los peores vicios de ese sistema político. Ninguno de ellos se proyectó con un liderazgo nacional que pueda convertirlo en referente. Ninguno de ellos construyó puentes con sus entramados sociales. Se transformaron en burócratas del sistema político, sin una visión coherente del país y sin posibilidad de articular y cohesionar su praxis dentro del sistema político con el horizonte de emancipación social que propone la CONAIE.
En una especie de narcisismo ingenuo, pensaron que habían ingresado al sistema político por sus propios méritos y cortaron toda relación con su estructura social y se dedicaron a utilizar los recursos que el sistema político ponía en sus manos para promocionarse a sí mismos. Es por ello que el tránsito del MUPP por los corredores del sistema político es errático, impredecible, ambiguo y lleno de contradicciones no solo políticas sino éticas.
Pero el país vive sus horas más dramáticas en los que la burguesía ha optado por llevarlo hacia un estatuto de Estado fallido en el cual los vacíos de contractualidad provocados por la radicalidad del ajuste neoliberal, son asumidos directamente por el crimen organizado y la violencia de las mafias. Quizá en otras circunstancias habría cabido incluso hasta comprender ese errático comportamiento de los legisladores del MUPP, pero en ese contexto de crisis cuando era imprescindible devolver al país la contractualidad perdida, el MUPP se había convertido en un verdadero problema para las organizaciones sociales y fue imperdonable que sus extravíos y devaneos no hayan contribuido a dar solución a los graves problemas del país a pesar de tener en sus manos importantes herramientas políticas para hacerlo.
Es por ello que para la CONAIE se convierte en una prioridad recuperar a su expresión política; porque quien paga los pasivos del MUPP no son sus representantes en el sistema político que, en fin de cuentas luego retornarán a las sombras de donde salieron, sino la organización social. No se puede luchar contra el neoliberalismo, el FMI, y la burguesía con un peso muerto tan grande como es el MUPP. Para la CONAIE eso fue incluso muy evidente en las movilizaciones del mes de junio del año 2022 cuando tuvo que poner entre paréntesis a su propia representación en el sistema político para tener mayor capacidad de respuesta y más legitimidad social.
Es eso lo que estuvo y está en juego en las elecciones del MUPP: la posibilidad de que la organización social (la CONAIE) pueda ejercer control comunitario sobre su estructura política, porque es la única manera de resolver los complejos escenarios políticos que vive el país.
Gracias a ese control comunitario, por ejemplo, se puede ejercer el control sobre la representación parlamentaria para que asuma una posición firme y vote por la destitución de Guillermo Lasso en el juicio político que se lleva en su contra por peculado. Si los asambleístas del MUPP deciden esta vez ir por una agenda más libre y buscan negociar posiciones en beneficio personal, ahora tendrán que oponer esa agenda individual y oportunista al control comunitario que se ejercerá desde la CONAIE y la nueva dirigencia del MUPP.
Aquellos que opten por su agenda personal tendrán que asumirla pero, esta vez, por fuera del MUPP. Tal es la consecuencia que tiene el control comunitario sobre el MUPP y que se expresó en las elecciones de su nueva coordinación nacional. En otras palabras, si antes de las elecciones internas del MUPP existían un ambiente de incertidumbre y ambigüedad con respecto a las decisiones que puedan tomar los legisladores del MUPP con respecto a la destitución del Presidente Guillermo Lasso en el juicio político, ahora ese ambiente se clarifica y la incertidumbre se transforma en certeza.
Lo mismo en el caso de que el Presidente Lasso, ante el escenario de su inminente destitución, decida ir por la muerte cruzada. De suceder esto, será la organización social conjuntamente con su estructura política las que decidan en conjunto las formas de participación, sus políticas de alianzas y sus mecanismos de control posterior, así como el proyecto político a proponer al país.
Entonces, en estas elecciones internas del MUPP no solo estaba en juego el destino de un movimiento político sino que se jugaba y se juega, sin exageración alguna, el futuro político del país. Es por ello el ambiente de expectativa que provocó. Cuando la derecha y el gobierno vieron que sus principales aliados en el movimiento indígena perdían posiciones, articularon de forma inmediata una línea discursiva para desconocer sus resultados y deslegitimarlos porque, en definitiva, está en juego su permanencia en el poder.
Pero las cartas estaban jugadas y las posiciones de derecha dentro del movimiento indígena que apostaban por separar de manera definitiva y radical al movimiento Pachakutik de la CONAIE finalmente fueron derrotadas.
Es la línea de confluencia y convergencia entre la CONAIE y el MUPP quien ahora tiene el control y el poder dentro de la organización indígena. Con ese poder tienen posibilidades y desafíos importantes. Tienen que recuperar la legitimidad perdida y tienen que articular de forma consistente el control comunitario sobre las decisiones en el sistema político de su expresión política.
Es una agenda que, al parecer, la tienen clara sus líderes, y es con esa agenda y con ese nuevo escenario que el país entra en una nueva etapa de sus transiciones hegemónicas y, como lo expresó en sus primeras declaraciones, su nuevo Coordinador Nacional, el ex-Alcalde de Cayambe, Guillermo Churuchumbi, ahora su prioridad y proyecto será llevar al MUPP (y a la CONAIE se entiende), a ser el próximo gobierno del Ecuador y, probablemente, con su primer Presidente indígena.
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