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Socialismo, estado de derecho y democracia

Fuentes: Rebelión

Ante los últimos acontecimientos producidos: debacle electoral del PP Y PSOE, abdicación der rey Juan Carlos I, petición de un referendum, la cercana proclamación como rey de Felipe, las manifestaciones en las calles, hay una palabra que se pronuncia tantas veces como Monarquía y Républica, y es democracia. Incluso Cayo Lara se atrevió a afirmar […]

Ante los últimos acontecimientos producidos: debacle electoral del PP Y PSOE, abdicación der rey Juan Carlos I, petición de un referendum, la cercana proclamación como rey de Felipe, las manifestaciones en las calles, hay una palabra que se pronuncia tantas veces como Monarquía y Républica, y es democracia. Incluso Cayo Lara se atrevió a afirmar que lo que estaba en juego era Monarquía o Democracia. Es por ello que considero adecuado el recuperar de manera integra un árticulo publicado en noviembre del 2011 en La Mancha Obrera, para clarificar ese termino tan usado por el PP y PSOE y que alzan como bandera.

 

I.

Al contrario de lo que opinan una gran mayoría de la izquierda creo que la fecha elegida para celebrar las próximas elecciones- 20 de Noviembre del 2011- puede ser la adecuada y oportuna. ¿Por qué? Por conseguir lo que no se logró hace treinta y seis años tras la muerte del dictador: Democracia y Estado de Derecho.

Es en ese sentido sobre lo que debemos votar. ¿Queremos un país cuyas decisiones sean las elegidas en un parlamento y no impuestas por las empresas transnacionales? ¿Queremos un país en donde los grandes financieros y los políticos puedan ir a la cárcel si se demuestra que son culpables? Estas preguntas y otras similares son las realizadas en este reino desde hace más de treinta y cinco años.

El movimiento 15M ha asumido la lucha de un concepto que normalmente olvidan los periodistas, enquistados fundamentalmente en la propuesta de reforma de la ley electoral y es la separación de poderes. Por ello habría que votar a aquella organización que como medida fundamental fuese el implantar la separación de poderes en la que se basa el Estado de derecho y que este país jamas ha conocido – podríamos discutir si tal hecho aconteció durante la República-, es decir, un Gobierno que gobierne según las leyes hechas por el Parlamento y un Poder Judicial que juzgara según esas leyes. Proponemos en definitiva un Poder Judicial independiente, en el que el gobierno no puede intervenir y que puede juzgar hasta al gobierno con unas leyes aprobadas por el parlamento.

También el 15M -pero no solo el 15M, en los últimos treinta y seis años son distintos partidos de izquierda e intelectuales de izquierda los que antes lo hicieron- puso sobre la mesa, no la duda sino la negación, que la situación que vivimos – no desde el 2007 sino ¡desde siempre!- no es Democracia. Y no lo es porque el Parlamento está amenazado por el poder económico, porque el parlamento no puede legislar libremente, puesto que legisla bajo el chantaje de las grandes potencias, bajo el chantaje de unos empresarios o de unos bancos o de unos «mercados». Por ello habría que votar aquella organización que como medida fundamental fuese el instaurar la Democracia.

Sin lugar a dudas no hay democracia y la «aparente» democracia existente no funciona como Estado de derecho. ¿Por qué? Porque el poder económico no elegido ni representativo no obedece las leyes ni es juzgado y a la vez propone leyes o impide leyes. En la actualidad nos hemos acostumbrado en demasía a escuchar aquello de que «con estas medidas se recuperará la confianza en los mercados» y frases similares. Es por ello, que para lograr un Estado de Derecho y una Democracia – y en esta medida es en la que el movimiento 15M es tibio, al igual que algunas organizaciones – es vital el cambiar el actual sistema de producción capitalista. ¿Por qué? Porque bajo el capitalismo ningún gobierno puede decidir sobre economía – sino justo lo contrario, la política depende de la economia- puesto que el parlamento está secuestrado por el ministro de economía y este a su vez por el «mercado» – las empresas transnacionales, fondos de inversión, etc-.Y porque lo que le interesa a este «mercado» es lo contrario al interés de la mayoría de los habitantes del país. Un ejemplo, ¿es normal que en un país que presenta mas de un millón de pisos sin habitar – sin vender- haya tantas personas que no pueden comprarse una de ese millón, así como personas que son desahuciadas de su casa por no poder pagar los intereses del banco?

¿La solución? De nada sirve participar día tras día, semana tras semana en distintas asambleas si no se pide sino se reclama como primera necesidad el cambio de sistema económico. ¿Por cuál? He ahí donde ha de ir nuestro voto: el socialismo. Porque solo bajo condiciones socialistas de producción, esta – la producción- depende de la instancia política, la cual puede decidir sin chantajes. ¿A caso lo mas razonable – sobre todo y en mayor medida desde el 2007- no sería el realizar estatalizaciones y nacionalizaciones de todas aquellas empresas que se ríen delante de nuestra cara mostrándose como vencedores de la «crisis» acribillándonos con sus beneficios de miles de millones, con sus sueldos millonarios o sus pensiones indecentes a la vez que nos reclaman que nos apretemos el cinturón, que la clave se encuentra en la moderación salarial, en aumentar la edad – y el computo- de jubilación, en aumentar la productividad y en definitiva en privatizar todo lo que sea posible incluyendo educación y sanidad? ¿Acaso la mayoría de los votantes quiere cobrar una menor pensión que le corresponde o un menor sueldo, pagar por una sanidad y por una educación, incluso trabajar mas horas y cobrar menos dinero? No, la mayoría de la población lo que quiere es que a quien elige, legisle y gobierne de acuerdo a lo mas razonable para los habitantes del país y no para el «mercado». Y también quiere vivir bajo un Estado de Derecho, en el que nadie pueda estar por encima de la leyes, ni el presidente de un gobierno, ni un ministro, ni un presidente de una comunidad, ni un partido político, ni un juez, ni un banquero, y cualquiera de de ellos, en ese caso, puede ser juzgado y encarcelado.

Por todo ello, nuestro voto no ha de ser anticapitalista sino socialista. Esa es la gran medida a establecer, esa debería ser lo que fuese el catalizador de las distintas fuerzas de izquierdas de este país, sin medias tintas, identificar bien a las claras cual es el bloque que opta por mantenerse bajo condiciones capitalistas de producción y cual el que decide por el Socialismo. Teniendo bien claro – sin tener que llevarnos a engaño – que bajo el capitalismo solo existe una Dictadura, una dictadura económica que subyaga a la política y bajo el socialismo se puede optar por un sistema dictatorial o por un sistema democrático subyugado al Estado de derecho.

 

II.

El Socialismo es lo mínimo, no la máxima de la democracia. No se puede luchar por la democracia y por el Estado de derecho de manera independiente del Socialismo, es decir, no se puede luchar primero a favor de la democracia y cuando ella esté establecida aplicar todos los esfuerzos por introducir el Socialismo. Como vimos en el anterior punto, eso es una trampa, pues democracia y socialismo van intrínsecamente unidos, por decirlo de otra manera: ser demócrata es ser socialista. ¿La razón?, fuera del socialismo las decisiones económicas están fuera del campo de acción del poder legislativo y ejecutivo, y de igual modo, aquellos que las toman, están bien protegidos de ser juzgados por el poder judicial. Es por ello que la organización a votar debería hacer campaña únicamente en pro del Socialismo y así mismo realizarlo en la medida de lo posible en aquellos lugares donde gobierna – aunque por mucho que lo intente, debido a la organización del estado lo podrá hacer a baja escala, ¡Pero ha de hacerlo! De igual modo somos conscientes de la importancia del razonamiento deductivo, pero no debemos de infravalorar el inductivo, cuyo ejemplo, el de Marinaleda, no ha inspirado ha ningún otro municipio de «izquierdas»-.

Todos aquellos frentes comunes que pudiesen hacerse entre distintas organizaciones deben tener como puente de unión el Socialismo. Los lideres de dichas organizaciones han de ser explícitos ante este cuestión vital: Que las decisiones económicas sean tomadas por los «representantes» de los «ciudadanos» solo puede ser llevada a cabo bajo el Socialismo. Tras ello, pero solo tras ello, se podrá empezar a discutir sobre las medidas a presentar:

-Bajo el Socialismo: lucharemos por la urgente necesidad de una banca pública.

-Bajo el Socialismo: lucharemos por retirar la indignante ley de extranjería.

-Bajo el Socialismo: lucharemos por la nacionalización de diversos sectores, etc.

¿Cuántas veces escuchamos la palabra Socialismo en los líderes de las distintas organizaciones de la izquierda? Sin duda es un error hablar de medidas secundarias y no de la primaria, el preso lo primero que ha de pensar es en quitarse los grilletes y tras ello, solo tras ello, tras tener libertad, intentar tener una nueva vida.

«Intentar», y usamos esta palabra en vez de «llevar», porque otra de las razones que indican a las claras que esto que vivimos no es democracia bajo un Estado de derecho es la imposibilidad de cambiar el estado de las cosas existentes. Es decir, que bajo un sistema capitalista de producción, el orden existente no se puede tocar, excepto que lo demande y lo obligue los «poderes económicos». Solo los «mercados» gracias a la dictadura económica bajo la que estamos subyugados puede obligar a cambiar derechos- reforma de las pensiones, leyes de extranjería, modificación del estatuto de los trabajadores y de los convenios colectivos, techo de gasto, reforma constitucional, etc-, aspecto del que está excluida la política. Y dicho pensamiento no es una teoría loca, ¡la práctica está llena de ejemplos! Pongamos solo dos ejemplos, los que tenemos mas cerca. 1936, España, el querer cambiar el estado de las cosas existentes en ese momento ocasionó un golpe de estado con la siguiente reacción de la legalidad vigente, que produjo la lucha durante tres años. 25 de abril de 1975, Portugal, tras la caída de la dictadura se lucha por «intentar»caminar hacia el socialismo, pero las grandes movilizaciones iniciales van acompañas de un primer golpe de estado, las nacionalizaciones y la reforma agraria que supone que el estado portugués tenga bajo control el 70% del PIB ocasionan un segundo golpe de estado. Y como las masas de trabajadores seguían luchando por mantener el cambio, se les debió explicar que las cosas no son así y se produjo un tercer golpe de estado definitivo. Tras ello la constitución en su preámbulo aseguraba «abrir una senda hacia una sociedad socialista», pero la realidad era una sociedad cansada y llena de miedo – ¿o acaso necesitaban otro golpe de estado o el desencadenamiento de una guerra civil para entenderlo? – que poco hizo cuando aquella constitución se convirtió en papel mojado y se inició la privatización del sector público de la economía y la paralización de la reforma agraria, así como la democracia directa.

El caso portugués sin lugar a dudas ha de ser ejemplo para Túnez y para Egipto, dándoles dos ejemplos concisos: Bajo condiciones capitalistas de producción el estado no puede establecer medidas económicas fuera del límite impuesto por las empresas transnacionales, fondos de inversión, etc, y solo bajo condiciones socialistas de producción se pueden cambiar el estado de cosas existentes.

 

III.

Una de las intenciones de los anteriores puntos – aunque la intención primordial es clara y meridiana – es hacer observar la esterilidad de discusiones sobre los mas diversos temas siempre y cuando no se esté dando un jaque al capitalismo, siempre y cuando la declaración de intenciones no sea el Socialismo.

De que vale a las organizaciones de izquierda – y sinceramente, para ser de izquierdas y visto lo visto, y leído lo leído, solo se puede ser anticapitalista – negociar y discutir un programa común si en ello no se encuentra como punto central y como eje fundamental para el resto de medidas la lucha por el socialismo, pero no con la boca cerrada o como quien firma un papel de un banco – sin leerlo y lo mas grave aún, ¡sin creerlo!- De que vale el deliberar sobre las células madres, la viabilidad de las centrales nucleares, la necesidad de las energías renovables, la cantidad de molinos eólicos o paneles solares, la ayuda al tercer mundo o condena de la deuda, la ejecución de obras en espacios naturales protegidos, la emisión de CO2, etc, si todas esas medidas no van en contra del actual sistema capitalista y son las grandes empresas, y los fondos y bancos que invierten en estas y son sus propietarias, a la vez que compran deuda soberana de un país y por tanto son propietarias también de este, los que deciden lo que se puede o no hacer. ¿Por qué esgrimir y luchar porque el sistema capitalista cambie las cosas que van en contra de sus intereses y de sus beneficios? Solo bajo un sistema socialista de producción se pueden discutir todas esas medidas, porque en este caso el poder legislativo podrá legislar sin chantaje. Una suposición: ¿Qué el parlamento español obliga a que los coches que circulen por su estado han de emitir una cantidad de Co2 de x cifra y tales dosis apenas lo cumplen dos o tres marcas automovilísticas? Serán entonces el resto de marcas – Reanult, Citroen, Ford, Opel, etc- las que a las claras y sin esconder nada, indicarán que si tal hecho se lleva a efecto cerrará sus fábricas, a pesar – y esto es una suposición, un hecho llevado al extremo- de que la mayor parte de la producción es exportada a otros estados. La solución es clara, o bien la ley se queda en el cajón o por lo contrario y siempre y cuando lo viesen con buenos ojos las empresas automovilistas y los fondos de inversión que son sus accionistas, la ley se ejecutará pero aumentando las subvenciones a la empresa, eliminando gran parte de sus impuestos y acompañando esa ley con otra que flexibilice los contratos laborales así como los sueldos, incluso pueden ir mas allá – por ello poseen el poder y como tal lo ejercen- y discutir si eliminar los liberados sindicales o mas bien los sindicatos – ¿improbable? Acaso no han conseguido que sean los trabajadores de acuerdo con los sindicatos los que vean bien el bajarse el sueldo y producir más a cambio de que la empresa se mantenga en un territorio-.

¿De qué sirven esas leyes si no se cambia el sistema? Pues no existen decisiones políticas sobre economía pero si decisiones económicas sobre política. ¿Acaso cambiamos algo si condenamos la deuda a todos los paises del tercer mundo si a la vez les mantenemos bajo un sistema capitalista de producción que nos hace a la vez venderles armas? Y no se ha de ir tan lejos, bien cerca tenemos Grecia, fue en el parlamento europeo donde Daniel Cohn-Bendit – antiguo anarquista y actualmente portavoz del Partido Verde Europeo – bajo la atenta mirada de Diego Pezón Garrido – antiguo miembro de la Presidencia Ejecutiva de Izquierda Unida y actual Secretario de Estado para la Unión Europea- dijo a las claras que la Unión Europea estaba haciendo negocio a costa de Grecia. Un ejemplo: «Francia le ha vendido seis fragatas a Grecia por 2500 millones €, helicópteros por 400 millones €, Rafale de combate por 100 millones € cada uno […] y Alemania le ha vendido a Grecia 6 submarinos por otros 1000 millones de € […] ¡Si somos unos absolutos hipócritas! ¡Les prestamos dinero para que nos compren armas!» Pero la solución no está en cambiar las cosas desde el parlamento Europeo o hacer que este sea mas justo y menos hipócrita – como ejemplo de ello los asientos vacíos a su alrededor y el escaso aplauso a la «verdad» dicha sin tapujos – ni lo que esgrime el excelente documental griego «Deudocracia» de considerar la deuda griega como «deuda odiosa – ellos ponen como ejemplo Ecuador, ¡pues que sean como Ecuador!- o «deuda ilegitima», sino el cambiar el orden de cosas existentes y para ello es vital que sea el parlamento el que decida políticamente según los intereses de los «ciudadanos» y no de los «mercados». Son los políticos los que han de generar confianza en los ciudadanos y no sobre los «mercados». Pero esa no es solo la solución de Grecia sino la de toda Europa y la de todo el mundo, pues el capitalismo solo tiene dos salidas, o acabar con el mundo o acabar con sus habitantes.

¡Votemos por el Socialismo, pues es votar por la democracia y el Estado de Derecho!

 

IV.

¿Hay qué estar en un parlamento de una democracia «aparente» o «ilusoria»? Claro que sí, ya sea con dos, cinco, ocho o veintiún diputados y cuantos más mejor, pero no adoptar tras ello – ya sea con un diputado o con cuarenta- el papel que se ha adjudicado a la Izquierda en un sistema de producción capitalista, el actuar como pepito grillo, como conciencia critica – y con ello el indicar y ser muestra de comprobación de que existe democracia y Estado de derecho, puesto que permite distintas voces en el parlamento – y nada más. Si se está en el parlamento es para denunciar la falacia y la ignominia de la democracia «ilusoria» como de las medidas ejercidas por el bloque dominante. Son los preparados representantes de la izquierda los que deben asumir el explicar día tras día las contracciones del capitalismo y con ello mostrar que la guerra no es ni con el PSOE, ni con el PP, sino contra el sistema. Que es el sistema de producción capitalista el que permite que haya agricultores que indiquen que les sale mas rentable, cuando el precio de venta es muy bajo, el tirar la mercancía – alimentos- recolectada, que sacarla al mercado. Que es bajo este sistema que en los invernaderos de el Ejido se cultive un tercio del consumo invernal europeo de frutas y verduras, todo gracias a mas de cuarenta mil sin papeles que como verdaderos esclavos trabajan sin contrato laboral y viven en míseras construcciones de cartón y de plástico, sin agua ni electricidad. Que este sistema capitalista que genera una palmaria dictadura económica en la que no gobiernan los parlamentos sino los fondos de inversión y empresas transnacionales, que además, no es que controlen sino que son propietarios de los medios de comunicación, engaña a los «ciudadanos» ofreciendo una información sesgada cuando no falsa. Se ha de decir delante de los 350 diputados y denunciar si de ello no informan los medios públicos, sobre todo, pero también los privados, que en España el porcentaje de población adulta que trabaja en los servicios públicos que proporcionan el denominado «Estado de Bienestar» representa un 9%, mientras que en la Unión Europea de los Quince el promedio es de un 15% – ¡casi el el doble!- e igualmente informar que en España las «políticas» fiscales generan unos ingresos que representan el 34% PIB, mientras que UE-15 es del 44%, indicando a la vez que el porcentaje de impuestos que pagan los obreros en la UE-15 es muy similar – la diferencia viene con la calidad de los servicios públicos- pero no ocurre lo mismo con los empresarios, en este caso los patrios pagan bastante menos que sus homólogos europeos. Claro que hay que estar a favor de revertir las reducciones de impuestos, de la banca pública, de combatir el fraude fiscal y los paraísos fiscales, de establecer un impuesto a las transacciones financieras, etc, pero indicar que son simples parches a colocar al capitalismo, pues la culpa no son las personas ni los entes sino el Sistema, y por ello de poco vale el cambiar a Zapatero por Rubalcaba o Rajoy, o echar las culpas a Sarkozy o Merkel, así como pedir la salida o desaparición de la Unión Europea, puesto que la única solución es cambiar un sistema de producción capitalista por uno socialista.

Y para ello es necesario que la izquierda recupere en su discurso verbal y escrito la palabra socialismo, indicando en todo momento que la democracia y el estado de derecho solo es posible bajo un sistema de producción socialista, que la democracia y el estado de derecho pertenece a los socialistas pues los capitalistas han demostrado en la totalidad de las ocasiones que son incompatibles con el estado de derecho. Entremos al combate de los conceptos sin miedo, enfrentémonos con datos y ejemplos a la ideología dominante. Solo así lograremos un cambio.

 

V.

Votar socialismo es impedir que nadie esté por encima de la Ley o que suplante la Ley. Es lograr la independencia del Poder Judicial, su independencia del poder político y del poder económico. Es evitar qué el demagogo capitalista, hoy aclamado como el político mejor valorado, Josep Antoni Duran i Lleida, proponga para las nuevas elecciones una reforma del código penal para tipificar el hurto como delito y poder ser juzgado en 72 horas, esgrimiendo a continuación, «Sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay democracia». Mientras tanto no se juzga a Amancio Ortega de que en Brasil se detectasen talleres de una subcontrata de Inditex donde «empleaban» a esclavos, así como el clamoroso caso Botín: el Banco Santander durante los años 1988 y 1989 proporcionó información falsa a Hacienda sobre casi diez mil operaciones que representaban 145.120 millones de pesetas, declarando como titulares de las cesiones de ese dinero personas fallecidas, parados, antiguos clientes, etc. Ante la dura acusación sobre Emilio Botín, el ministro de economía Rodrigo Rato, presentó un escrito a la Secretaria de Estado de Justicia, María Teresa Fernández de la Vega, pidiendo que no se dirigiera «acción penal alguna por presunto delito contra la Hacienda Pública, contra la citada entidad bancaria o sus representantes». Gracias a ello el autoproclamado vencedor de la actual crisis no rindió cuentas con la justicia, la cual se halla totalmente dependiente de los títeres políticos. ¿Por qué ocurre esto? La respuesta es clara, apenas un 0,035% de la población controla un equivalente al 80% del PIB.

Si existiese un poder judicial independiente del poder ejecutivo y legislativo, cualquiera que formase parte de estos dos últimos poderes podría ser juzgado independientemente de su condición de alcalde, presidente de la diputación, presidente de la comunidad, diputado, ministro o presidente del gobierno o jefe de Estado. ¿Acaso alguien duda de que Felipe Gonzalez tiene absoluta constancia del terrorismo de Estado llevado a cabo por el GAL? ¿ O que el rey de España, Juan Carlos I, ha ido aumentando progresivamente y de manera cuantiosa su patrimonio personal y el de su familia con obscuros negocios, ya sea con los «democráticos gobiernos» de Qatar y Arabia Saudí así como con las compañías nacionales de Mario Conde, Ruiz Mateos o Javier de la Rosa?

Habrá mas de uno que hasta altura del artículo dirá que en los paises de producción socialista los líderes comunistas habían estado por encima de la Ley o incluso habían suplantado a la Ley, que también había habido diferencias al juzgar los delitos y que el poder judicial estaba subyugado al poder ejecutivo y legislativo. No diré que no, sino mas bien diré: De acuerdo. Pero en esa hipótesis planteada ya hemos retirado de en medio el poder imperante en el sistema capitalista; el poder económico representado por los fondos de inversión. Se me podrá hacer una nueva objeción: ¿Pero es que en los paises socialistas también manda el poder económico, solo que en este caso, este reside en el Estado? Nuevamente no diré que no, sino que justo esa diferencia de que el poder económico se encuentre dentro en vez de fuera es lo que nos permite elegir, pues no es de otros sino nuestro.

Con el socialismo desaparece el chantaje, generando una libertad para elegir. Somos libres de elegir si queremos ser un estado democrático o no, si queremos un Estado de Derecho o no. Solo bajo el socialismo los distintos poderes pueden ser independientes, ausente el chantaje del poder económico, solo bajo un sistema de producción socialista se podrá elegir que no haya nadie por encima de la Ley ni que nadie suplante la Ley, solo bajo el socialismo existirá el Derecho, que como tal, establecerá incompatible con la forma de ley el hecho de que la fortuna de una persona dependa de la miseria de millones de personas y de que la persona poseedora de millones de euros no sea juzgada ni encarcelada al contrario que ocurre con los pobres que llenan las cárceles.

 

VI.

El capitalismo -en aras de la libertad de comprar y vender (donde siempre venden los mismos y siempre compran los mismos)- de la denominada iniciativa privada (con ella sola no se logran imperios ni riquezas, pero sí si se dispone de condiciones económicas y de clase para tener iniciativa, sin olvidar el no tener reparos morales en base a amasar mas y más con una absoluta indiferencia hacia las condiciones bajo las cuales se produce ese enriquecimiento. No olvidemos que existe una casta que rechaza a los advenedizos que se reproducen no a causa de méritos o virtudes sino por vía vaginal, los cuales siempre se encuentran en los puestos mas importantes del Estado y en este caso no hablamos en exclusiva del parlamento sino también de la Banca, ha convertido al hombre del siglo XXI en un esclavo.

Primero: Lo ha despojado de la familia. Los economistas liberales – incluyendo en esto a todos los ministros de economía de los paises capitalistas – ven una vagancia o una pereza – incluso un signo del desempleo- el hecho de que los trabajadores o los desempleados no quieran ir a cualquier lugar donde haya trabajo. Ven inconcebible – o acaso como signo genético del obrero- el que un hombre que nació en Cuenca en donde vive con su mujer y sus hijos, y en donde se divierte con sus amigos, no quiera – ¿como si un obrero pudiese querer? ¿Qué se cree que es? – ir a trabajar a Ferrol, ya sea por una deslocalización de la empresa para la que trabaja o por un puesto que le ofrecen desde la ETT de acuerdo a su curriculum. Y no solo han conseguido esto, sino además han logrado que el trabajador deje de pensar en tener descendencia pues ello va ir en contra de su trabajo – al cambiar sus condiciones o aspiraciones- o bien porque no podría alimentar una boca más – pues mucho comen el coche, la casa, la televisión, el teléfono móvil, el equipo de fútbol, en definitiva, las cosas importantes de la vida sin las que uno no puede vivir. ¿Un niño? ¿Para qué?

Segundo: Lo han despojado del espacio público. ¿Si de poco vale la opinión del presidente del gobierno ante los mercados, de que vale el hablar en las calles, el argumentar? Es por ello que solo nos queda hablar de Mesi o de la Duquesa de Alba. ¿Por qué? Hablamos sobre lo que habla la televisión. Y cuando no lo hacemos y se sale a la calle, ya está la policía – las fuerzas represoras – para recordar que la calle no es nuestra. ¿De quién es? ¿Acaso la calle, la plaza no se ha convertido solo en un lugar que te lleva de un mercado a otro donde poder comprar todo lo que deseamos (no lo que necesitamos, pues ello no genera crecimiento ni enriquecimiento, sin dejar de lado que ello consigue que nos empobrezcamos y decrezcamos los que compramos cada día un nuevo producto, el cual ha de mostrar a los demás – vaya paradoja- nuestro progreso y riqueza. ¿Para qué queremos las plazas si tenemos los centros comerciales, para qué hablar de política si nada se puede hacer por solucionarlo, salvo esperar tiempos mejores?

Tercero: Lo han despojado de su compromiso moral. ¿La justicia? ¿la verdad? ¿lo que mas conviene a la comunidad y no al individuo? Acaso no se considera como acertada la teoría de la evolución de Darwin – la «supervivencia del mas apto» (pero si el mas apto no dispone de las condiciones económicas, se quedará en cajero del Carrefour en lugar de ser su propietario, el cual lo es no por sus capacidades sino por su dinero, sin olvidar el no tener reparos en guardar bajo siete candados la justicia y la verdad). Es dogma liberal el indicar que el egoísmo liberal lleva al bien general – ¿de verdad? – , de ahí que los economistas liberales digan que es demagógico el subir impuestos a los mas ricos pues ello supondrá que inviertan menos y ello ocasionará mayor desempleo – en base a esta idea el ejecutivo de Aznar y Zapatero fueron reduciendo los impuestos a las grandes fortunas, cuando no suprimiendo, y así es como se justifica la existencia de las SICAV. Pero en verdad todo ello solo nos lleva a un gran mal general y un estupendo bien particular.

Cuarto: Lo han despojado de los medios de producción. ¿Qué posee el hombre? ¿Libertad para vender su fuerza de trabajo?- y no al mejor postor. ¿Qué se cree el obrero para exigir o pedir? ¡Demasiado que se le da un dinero para subsistir. ¿Acaso el obrero, su fuerza de trabajo, no es una mercancía más? Por ello en la actualidad la mercancía obrera – al igual que un tornillo o un tractor – no tiene ni libertad para vender lo único que le queda – pues carece por completo de los instrumentos para producir o crear – su fuerza de trabajo, gracias a que nos tienen cogidos por las hipotecas, por el préstamo del coche o las vacaciones o bien por un sueldo tan ignominioso, que cualquier circunstancia – una enfermedad: pensemos en una familia cuyo sueldo apenas alcanza los 1200 euros entre el hombre y la mujer,¿que ocurre si su niño pequeño enferma? ¿Quién va a cuidar de él? ¿Con qué dinero le van a comprar las medicinas? ¿O qué ocurre si la mujer o el hombre enferman o tienen un accidente? ¿O si se les rompe el coche de segunda mano que tanto costó comprar y tan necesario es para ir a trabajar al carecer de medios de transporte público? Tenemos lo justo para sobrevivir.

El capitalismo es un sistema esclavista, un sistema de destrucción generalizada, un sistema que conserva la desigualdades y elimina las diferencias, un sistema donde las deudas representan el resultado de las luchas de clases, un sistema donde las victimas son invisibles y su victimismo excluye la compasión, un sistema que solo piensa en crecer y crecer – gracias a la competitividad y la flexibilidad – y no puede parar ni hacer una pausa, basándose en que se trabaje mas horas y durante mas tiempo, siempre más, más – salvo en poder adquisitivo siempre menos (pues este proporcionaría libertad y esto, la libertad, ha de ser privada al paria- para hacer más cosas y mas nuevas.

 

VII.

Solo el socialismo puede liberar – emancipar- al hombre. La solución no es recuperar derechos perdidos, el regresar al estado de hace diez, veinte, treinta o cincuenta años, el aspirar a tener el estado del bienestar de los nórdicos, pues ello es no comprender nada de nada y mucho menos ser de izquierdas. El problema o el causante es el sistema de producción capitalista, este sistema podría dar marcha atrás y otorgar medidas de excepción a los paises del primer mundo, pero nunca a los del tercer mundo. Sí, el obrero sueco puede tener una libertad mayor que un español, pero siempre a costa de la esclavitud de un bangladesh. ¿Acaso a un comunista solo le importa sus condiciones? ¿A caso no se es consciente de que la tierra no da para más? ¿A caso no se es consciente de que 1500 personas poseen la riqueza equivalente al PIB de todos los paises llamados en «vías de desarrollo» y 1500 millones de personas viven, por su parte, con menos de dos dolares diarios? Por todo ello y porque no hay otra solución, luchemos contra el capitalismo – hasta hacerlo desaparecer – y votemos y hagamos y aspiremos – no como utopía, sino como realidad, al desenmascarar las contradicciones del capitalismo entre lo que dice y lo que hace y sus consecuencias – por el socialismo, pues el Socialismo no es una opción política, sino la opción de la política, con el socialismo comienza la política, la posibilidad de que en el parlamento, a través de los representantes de los ciudadanos se hagan (tras la argumentación y el razonamiento) leyes políticas (que pueden ser buenas o malas leyes) pero en todo caso leyes (despojadas del chantaje económico) que puedan modificar e influir en la vida de los ciudadanos con independencia de las Bolsa o de lo que opine el FMI, el Banco Mundial o las agencias de calificación. Todo aquel que crea en la Política ha de creer en el socialismo, pues solo bajo un sistema de producción socialista – y en ausencia de guerra – será posible el pluripartidismo, la democracia y la separación de poderes.

 

Fuente original: http://www.lamanchaobrera.es/?p=4407

 

El largo artículo que se presentara dividido en varias partes está inspirado y basado en el pensamiento ofrecido por Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero , en «Educación para la ciudadania. Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho. Carlos Fernández Liria / Pedro Fernández Liria / Luis Alegre Zahonero / Miguel Brieva. (Editorial Akal 2007).»,en « Comprender Venezuela , Pensar la democracia: El colapso moral de los intelectuales occidentales. Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero (Editorial Hiru, Hondarribia, 2006 ) y Capitalismo y nihilismo. Dialéctica del hambre y la mirada. Madrid, Akal, 2007 de Santiago Alba Rico.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.