Cada día, apresuradamente, con la urgencia de la destrucción; característica principal de la humanidad que conformamos, nos estamos convirtiendo en el bagazo de una sociedad en decadencia. Nos creemos superiores a la naturaleza que nos creó y la atacamos constantemente buscando terminar con ella y eliminar de la faz de la tierra todo vestigio de […]
Cada día, apresuradamente, con la urgencia de la destrucción; característica principal de la humanidad que conformamos, nos estamos convirtiendo en el bagazo de una sociedad en decadencia.
Nos creemos superiores a la naturaleza que nos creó y la atacamos constantemente buscando terminar con ella y eliminar de la faz de la tierra todo vestigio de su existencia. Creemos, absurdamente que sobreviviremos sin ella y su inmenso amor.
Destruimos ecosistemas: secamos ríos, lagos, desaparecemos a especies en peligro de extinción, (¿cómo llegaron a estar en peligro de extinción?) ecocidios que en otros tiempos eran el horror de una imaginación macabra, hoy son la realidad de un día a día en la vida del ser humano, tan comunes que dejaron de ser noticia; tan importantes que la mediatización no lo pronuncia porque significan el inicio del fin de la humanidad.
Es común ver un río seco, árboles talados al por mayor, la contaminación ya no es solo mental, la hicimos presente en la comida y el aire que respiramos. Creemos, como buenos idiotas que seremos eternos, cuando somos, como humanidad lo más fugaz que puede pasar sobre el universo, pequeñas partículas de nada, eso somos. Somos nada comparado con la magnitud de un universo maravilloso en el que jamás debimos aparecer.
Muchos hablan de moralidad y valores, con la arrogancia propia de quien engaña y estafa, de quien se cree superior a los demás, ungido por las babas de un dios creado por atracadores, para manipular masas y oprimir mujeres. Mientras solapan violaciones sexuales, feminicidios, corrupción, asesinatos, torturas, desapariciones forzadas; y apoyan un no al aborto y un no al Matrimonio Igualitario en nombre de ese dios que les dijeron que era el de ellos: mentes colonizadas, masas decadentes que son tierra fértil para los vividores que hacen de éstas la mejor arma para la destrucción de la sociedad. Saben y siguen solapando la violencia y la infelicidad de otros, con sus juicios pro vida, pro valores, de doble moral. Cortando con esto la armonía natural del amor. Y se creen dueños de la tierra y fortifican fronteras y excluyen y señalan y violentan a los nómadas que saben que nada del mundo les pertenece y que están de paso.
Muchedumbre manipulable que ha sido infestada de homofobia, misoginia, racismo y xenofobia que es alimentada de doble moral y falsos valores que carecen de conciencia, integridad y solidaridad. Masas cada día más ineptas e intransigentes. Cada día más peligrosas, por su inconciencia y su tibieza de carácter, masas que son además de autodestrucción un peligro inminente para este planeta y el universo. Masas sedientas de consumismo valorando las cosas materiales y desechando lo que no se puede comprar con dinero, que es lo esencial. Masas votando por corruptos, misóginos, estafadores, violadores de derechos humanos. Masas que tienen la incapacidad de sentir, que en lugar de crear destruyen. Masas marionetas, masas entorpecidas, ineptas, carentes de fuerza de voluntad y sentido común.
Carentes de coraje que son incapaces de decidir por sí mismas y prefieren ser arrastradas por las turbas de impostores que se apropiaron de su voluntad. Porque nada les importa, más que su burbuja de bienestar ficticio, piensan que ahí son intocables y que están a salvo de la destrucción del planeta que ellos mismos están solapando con su apatía y desgano. Somos eso y mucho más y los resultados de nuestra indiferencia están a la vista. Quien lea entienda.
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