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Solidaridad, así, no

Fuentes: Rebelión

Me molestan esas personas presuntamente solidarias que, aprovechándose de mis emociones, me paran por la calle a pedirme que sea bueno con el prójimo como se supone que lo son ellas. Mis principios -personales e intransferibles- me impiden ser solidario, soy muy antiguo, no confundo caridad con solidaridad y sigo apostando por la justicia y […]

Me molestan esas personas presuntamente solidarias que, aprovechándose de mis emociones, me paran por la calle a pedirme que sea bueno con el prójimo como se supone que lo son ellas. Mis principios -personales e intransferibles- me impiden ser solidario, soy muy antiguo, no confundo caridad con solidaridad y sigo apostando por la justicia y la transgresión allá donde haga falta. «Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista.», afirmaba el obispo brasileño Hélder Cámara. Mi concepción del mundo ha fracasado, por tanto, yo me retiro a trabajar y a pensar y que los que han triunfado y sostienen que poseen la verdad, resuelvan los problemas, empezando por el de la justicia. Han logrado que la gente confunda derechos con caridad y así han escurrido el bulto. Jugada maestra. Dale un cacharrito digital a alguien, aprovéchate de su innato egoísmo, quítale la Historia y la Filosofía de su vida y harás con él lo que te dé la gana.

No puedo ser débil en un mundo tan agresivo como éste, he de defenderme de él y he de defender a quienes confían en mí. «Uno pierde fuerza cuando compadece», afirmaba mi maestro, Friedrich Nietzsche. Quienes deberían defenderme andan por ahí como pollos sin cabeza: Izquierda Hundida, Unidos Tampoco Podemos. Estamos solos, hay que empezar de nuevo, los malos no eran los malos ni los buenos, los buenos; los malos no son tan malos y los buenos no son tan buenos. La alternativa de Marx ha muerto. Marx, no.

Los teóricos de la Ilustración del XVIII y los del liberalismo del XIX me abrieron también los ojos, ellos justificaban la violencia contra el antiguo régimen que obstaculizaba el avance del mercado. Los políticos elegidos democráticamente en la actualidad, me enseñan el camino: hay que ir a la raíz de los problemas, nada de paños calientes como esa solidaridad que me piden. Si nos estorba un régimen lo aislamos y lo sancionamos por el bien del pueblo porque como hay que salvar al pueblo se le castiga con tal de que caigan los tiranos que lo esclavizan. En España, da igual que un dinerito adicional a final de mes les venga bien a los millones de parados y menesterosos que hay, lo importante es cumplir con la UE y no aumentar el déficit. Eso es lo que me enseñan los que han ganado en la Historia, de manera que no me pidáis más solidaridad ni limosnas porque ni antes me engañaban ni ahora me van a engañar, soy más viejo y más sabio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.