Los veinte años del euro fueron celebrados con un poco de displicencia. Algunos artículos evocativos, champán con discreción, y con razón: el estado actual de la unión monetaria no recomienda festejos. Y a pesar de las recientes vergüenzas, ha sido hasta hoy un éxito. Ha existido, lo que ya es bastante éxito, porque no todo […]
Los veinte años del euro fueron celebrados con un poco de displicencia. Algunos artículos evocativos, champán con discreción, y con razón: el estado actual de la unión monetaria no recomienda festejos. Y a pesar de las recientes vergüenzas, ha sido hasta hoy un éxito. Ha existido, lo que ya es bastante éxito, porque no todo el mundo pensó que fuese posible. Como ha señalado «The Economist» en su muy escéptico artículo, Milton Friedman había anunciado, como un profeta trágico, que en diez años después de su nacimiento, el euro moriría y arrastraría con él a la Unión Europea. Predicción fallida.
En cualquier caso, ¿si comenzó a desafiar las leyes de la gravedad e incluso al gurú, cómo es que llegó al punto de descrédito actual, que hace que la supervivencia del euro sea el único activo político de la Unión Europea, pero no se sabe si conseguirá resistir la crisis?