El barril de crudo se aproxima a los 90 dólares. Motivos económicos y geopolíticos subyacen en esta escalada del oro negro. Mucho más complejo que el simple juego de la oferta y la demanda.
La semana económica que cerró este viernes mostró al mundo más paranoico de lo habitual. La razón fue que el combustible que lo hace rotar sobre su eje, es decir, el petróleo, no cesó de elevar su precio, y quedar a las puertas de los 90 dólares por barril. La explicación de este comportamiento basada en la ley de la oferta y la demanda no satisface -como en muchos otros escenarios- a nadie, por lo cual tanto desde el ámbito empresarial como político se admiten otros motivos ante este incremento de este insumo central a nuestra existencia.
La unidad de medida del petróleo es el barril, que equivale a 159 litros. Además, como la mayoría de los commodities, su cotización se efectúa en dólares estadounidenses. Este hidrocarburo mantenía un crecimiento sostenido de su valor de venta en los mercados centrales de transacción, que son Nueva York y Londres, pero la alarma se encendió cuando el miércoles llegó a los 89 dólares. Y a partir de este precio, se tejieron tantas hipótesis como sujetos que hipotetizaron. Asimismo se multiplicaron los pronósticos en la medida que surgían los pronosticadores.
La explotación de hidrocarburos (petróleo y gas natural) brinda algunas certezas inapelables. Se trata de recursos no renovables, estratégicos y centrales al modo de producción global. La matriz energética mundial depende básicamente del petróleo; el transporte e industrias químicas tienen a los derivados del crudo como su insumo básico y, hasta hoy, irremplazable. Y su apropiación ha desestabilizado regiones enteras y desencadenado el inicio de guerras.
La demanda de petróleo, cuyo nombre significa «aceite de piedra», aumenta en forma sostenida su demanda, mientras que su oferta lo hace en forma más conservadora. ¿Pero cómo está constituido este mercado? Al tratarse de un recurso natural de origen mineral, su extracción sólo puede realizarse allí donde se encuentra. Este enunciado, que semeja una verdad de Perogrullo, conviene salvarlo para cualquier análisis posterior. Aunque se encuentra petróleo en prácticamente toda la superficie terrestre y marina, se halla concentrado en grandes yacimientos en tres regiones concretas: el Medio Oriente, el Mar Caspio y la cuenca del río Orinoco (Venezuela).
A su vez, para un análisis correcto debemos partir de los conceptos y aclaraciones correctas. En los mercados de explotación de recursos naturales no renovables (todos los minerales lo son) en general, y en el de hidrocarburos en particular, debemos separar los conceptos de producción del de reservas. El primero se refiere a la extracción que se lleva a cabo en este momento, mientras que el segundo describe por cuánto tiempo se van a poder explotar los yacimientos.
Hecha la salvedad, vamos a describir ambos mercados. Los países que más petróleo producen o extraen son Arabia Saudita, con 9.450.000 barriles por día (bpd), la Federación Rusa, con 9.400.000 bpd, Estados Unidos (7.610.000 bpd), Irán (3.979.000 bpd) y China (3.631.000 bpd). La producción mundial es de 83.000.000 de bpd, según datos de 2005.
Pero cuando observamos las reservas certificadas (comprobadas) de petróleo, el horizonte de producción cambia sustancialmente. El primer lugar lo conserva Arabia Saudita, con 261.900.000.000 de barriles, seguido de Canadá, con 178.800.000.000 barriles, Irán (132.500.000.000), Irak (112.500.000.000) y Emiratos Arabes Unidos (97.800.000.000). Las reservas mundiales alcanzan, a 2005, 1.230.000.000.000 de barriles (un billón doscientos treinta mil millones de barriles).
Estos datos no se encuentran exentos de controversias. Existen cuatro tipos de petróleo, según su consistencia: crudo liviano, mediano, pesado y extrapesado -también conocido como bitumen o arenas bituminosas. Los dos primeros son los más fáciles de extraer y procesar, mientras que los segundos ofrecen mayores dificultades. El crudo extrapesado, por ejemplo, es casi sólido y debe ser sometido a un proceso previo para poder ser extraído. Por este motivo, las agencias de energía globales no lo contabilizan como reserva certificada. Pero ante los actuales precios y la alta demanda, esta posición podría cambiar en breve.
De resultar así, el primer puesto en el listado de las reservas mundiales pasaría a estar encabezado por Venezuela, que dispone de 1.200.000.000.000 de barriles (un billón doscientos mil millones) en la faja petrolífera del Orinoco, seguido de Canadá, gracias a su equivalente conocido como Arenas de Athasca.
Si se considera el consumo mundial de 2004, y la producción de entonces que ascendía a 82.590.000.000 bpd, las reservas certificadas (1.230.000.000.000 de barriles), el petróleo se acabaría en 2044.
La estadística nos muestra que el mayor consumidor es Estados Unidos, con 20.730.000 bpd, seguido de la Unión Europea (UE), con 14.680.000 bpd, China (6.534.000 bpd), Japón (5.578.000 bpd) y Rusia (2.500.000 bpd). Primera conclusión evidente: el petróleo se encuentra en forma abundante en aquellas regiones y países de consumo moderado. Ergo, aquellas naciones que más lo queman disponen de reservas escasas.
La comercialización del petróleo no se rige por el simple juego de la oferta y la demanda. El intercambio mundial de este commoditie se encuentra concentrado en pocas naciones. El mayor exportador mundial de crudo es Arabia Saudita, con 8.554.000 bpd, seguido de Rusia, con 7.000.000 bpd, Noruega (3.018.000 bpd), Irán (2.836.000 bpd) y Emiratos Arabes Unidos (2.540.000 bpd). Para evitar la fijación de precios por parte de las empresas petroleras occidentales y manejar el mercado mundial de este hidrocarburo, en 1960 fue fundada la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Bagdad, hoy integrada por Angola, Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, Indonesia, Libia, Nigeria, Irán, Irak, Kuwait, Qatar y Venezuela.
La OPEP controla aproximadamente el 43 por ciento de la producción mundial de petróleo, el 51 por ciento de las exportaciones y atesora el 75 por ciento de las reservas certificadas. Su dominio en este mercado es evidente. Además, concentra la totalidad de la capacidad excedentaria de producción de petróleo del mundo, lo que la convierte en el banco central del oro negro.
Como el punto de partida es el precio actual y futuro del petróleo, conviene aclarar que no todos los países integrantes de la OPEP tienen la misma capacidad de producción. De hecho, la posición predominante de Riyadh es casi absoluta, ya que la nación saudita es la única que puede literalmente «abrir el grifo» en cualquier momento e inundar de crudo el mundo. Para los otros países miembros del cártel, cualquier incremento de producción necesita de cierto tiempo de maduración.
Entonces, ante un pico en la demanda mundial, sólo los sauditas pueden acudir en forma inmediata. Pero la capacidad de esa nación islámica no es infinita.
Este es uno de los motivos que han provocado el aumento del precio del barril de crudo. Entre los integrantes de la OPEP, debemos contabilizar a Bahrein, Qatar, Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita como los que pueden satisfacer con más premura las alzas en la demanda. Pero Irak, Irán, Nigeria, Angola y Venezuela no pueden seguirles el trajín, por causas diversas.
Bagdad no puede explotar su potencial por la ausencia de todo tipo de autoridad y por el accionar de grupos guerrilleros y separatistas. Teherán, por su parte, se encuentra bajo sanción de Estados Unidos a raíz de su programa nuclear, por lo cual no dispone del capital necesario para explotar el subsuelo de la antigua Persia. Lagos y Luanda atraviesan graves conflictos internos, y distintos grupos nacionales atentan militarmente contra la explotación del crudo. El panorama en Caracas es más alentador, ya que se encuentra en proceso de conversión de su industria para procesar el petróleo extrapesado.
Por el lado de la demanda, la misma ya no se concentra en el Primer Mundo (Norteamérica, la UE y Japón) sino que todo el orbe se ha vuelta más sediento de petróleo. Una información difundida por la agencia británica Reuters señala que, según Tim Guinness, presidente de Guinness Asset Management, la demanda de los países emergentes emula lo ya vivido por el mundo desarrollado entre 1950 y 1970.
«Es comparable al crecimiento de la demanda que vimos entre 1950 y 1970 en los países de la OCDE (NdeR.: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) Lo estamos viendo nuevamente generado por China, Asia ex-Japón y la India. Supone un crecimiento muy fuerte de la potencial demanda durante 10 a 15 años si el mundo en desarrollo continúa creciendo un 5 por ciento anual. Para mí ese es una escenario razonable,» sostuvo el ejecutivo.
Guinness agregó que «del otro lado de la moneda, el suministro no OPEP está mostrando un extremadamente difícil aumento (…) El crecimiento que estamos viendo en el Caspio, Africa occidental, Brasil (…) simplemente no es suficiente para abastecer la (demanda) adiciona»l.
La semana que culminó ayer, el Parlamento turco autorizó a las Fuerzas Armadas a intervenir en forma terrestre y aérea en el norte de Irak, en la zona conocida como Kurdistán. Sucede que la población kurda allí establecida lucha hace años por la conformación de un Estado propio, con el «inconveniente» de que estaría «a caballo» de Irán, Irak, Siria y Turquía. Esa región es rica en hidrocarburos, y de fácil extracción. Se trata esta de una causa geopolítica.
No obstante cualquier explicación que podamos dar sobre el motivo del alza del precio del barril de crudo, a mediano y largo plazo no se avizora una baja del precio. Porque no debemos olvidar que se trata de un recurso que se agota. La teoría del pico de Hubbert -una influyente hipótesis acerca de la tasa de agotamiento a largo plazo- nos grafica cómo va a desenvolverse el mercado de este mineral. Predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cenit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico.
Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo en cuándo se puede producir ese cenit, la curva de Hubbert tiene forma de campana, con el máximo (o cenit) en su centro, a partir del cual se inicia el descenso. Esta parte de la curva se corresponde al de una oferta en descenso. Y los manuales de Ciencia Económica nos han enseñado que, ante una retracción de la oferta, el precio del bien o servicio tiende a elevarse. Con la aclaración de que no existe posibilidad de incrementar lo ofertado por la condición de recurso agotable.
El último factor de peso que se debe citar es la debilidad de la divisa norteamericana. El dólar ha retrocedido frente al euro, el yen, la libra esterlina y el yuan. Por lo tanto, al cotizarse el precio de los commodities en la moneda verde, su depreciación eleva el precio de los bienes y servicios atados a su evolución. El hecho de que la Reserva Federal maneje la máquina de emitir de la moneda mundial le permite a Washington poder exportar su inflación. Es decir, que una depreciación del dólar reacomoda hacia arriba todos los precios mundiales.
¿Existe, entonces, una solución definitiva a este incremento? La respuesta es negativa. La actual matriz energética mundial está basada en el consumo de petróleo. Ergo, para hallar esa solución terminante se debe abandonar la matriz presente y reemplazarla por otra, que sea sustentable en el tiempo.
¿Existe, entonces, una solución transitoria? La respuesta es afirmativa. Pero de consecuencias negativas. «La demanda petrolera es tan importante para el transporte y el transporte es tan importante y relativamente barato que el precio del crudo podría tener que subir a los 150 dólares por barril para realmente erosionar el consumo,» opinó Guinness. Esto es, que una recesión mundial podría detener el alza del petróleo…
El panorama no es para nada auspicioso. La respuesta a la pregunta ¿qué pasa con el precio del petróleo? es que este recurso fósil originado hace millones de años va a continuar con su carrera ascendente… hasta agotarse por completo.