Solidario con el bravo pueblo Bolivariano de Venezuela (en Bolívar nos encontramos todos, decía Alfonso Cano, hace 24 años al fundar el Movimiento Bolivariano por una Nueva Colombia) y hondamente concernido por el prolongado golpe de Estado (“ cyberfascista”, como lo llamó la dirigencia del Estado Bolivariano ) que aprovechándose de la convocatoria democrática y popular o constitucional, de realizar elecciones presidenciales el 20 de julio/24, pretendió dar el Imperialismo global y sus cipayos internos, como externos, abundantes aún en Nuestramérica.
Impactado por la barbarie, la violencia física, la crueldad y la frialdad, mostradas por los llamados “comanditos guarimberos” de la llamada oposición incendiaria venezolana, que cínicamente se reclama democrática, y que fueron o son, organizados, financiados y entrenados en bases militares y por militares y gobiernos, enemigos acérrimos de las siempre actuales ideas anticolonialistas y antiimperialistas del Libertador Simón Bolívar. Vino a mi mente el libro recetario de las técnicas y métodos fascistas clásicos, que en su época de militancia como “camisa negra intelectual de Mussolini”, editó en 1931, el fantasioso, novelesco, aunque sabroso prosista Curzio Malaparte, en su ya libro clásico titulado, Técnicas de Golpe de Estado (1) , reeditado en varias ediciones por la editorial española Ariel; el cual considero que todo luchador anti fascista actual, es decir, antimperialista, debe revisar cuidadosamente para conocer como ha sido reemplazada la clásica “propaganda” nazi del ministro Joseph Goebbels, por las cyber-redes y la tecnología digital de punta con la que el Imperialismo neoliberal pretende seguir hegemonizando y explotando el mundo actual.
Inflamado su ego y creyéndose un Maquiavelo, Malaparte con buena letra pero sin la grandeza intelectual del “concigliere” Florentino, fabula o mejor especula, sobre lo que él llama golpes de Estado habidos en Europa post-Napoleónica, hasta llegar a donde quiere llegar: A hacer un fantástico revoltillo anticomunista y ahistórico de la revolución Bolchevique de 1917, que trata como un simple Putsch mecánico y, como un simple asunto técnico, a la intensa discusión popular que se dio en los primeros años de la revolución de Octubre sobre la a contradicción político-ideológica entre el socialismo en un solo país y la NEP sostenidas por Stalin, enfrentado a la revolución permanente de Trotsky; para luego caer luego de pie, en la marcha sobre Roma que llevó al Poder al Duce fascista Mussolini, distorsionando de manera fantasiosa la Historia real de todos los casos mencionados, con el mezquino objetivo libresco de demostrar, a trochas y mochas, que una revolución confundida con un golpe de Estado, es un asunto técnico-mecánico, que debe ser realizado y fríamente ejecutado por un técnico violento y cruel, experto en los detalles.
Trotsky, quien alcanzó a leer el libro, en la capital de Dinamarca, a donde fue invitado en 1932 por la Asociación de estudiantes socialdemócratas, pronunció en el stadium de Copenhague, una extensa conferencia, en donde responde en breve al libro de Malaparte, de la siguiente manera:
..…”El golpe de Estado
El partido revolucionario reúne en él lo mejor de la clase progresiva. Sin un partido capaz de orientarse en las circunstancias, de apreciar la marcha y el ritmo de los acontecimientos y de conquistar a tiempo la confianza de las masas, la victoria de la revolución proletaria es imposible. Tal es la relación de los factores objetivos y subjetivos de la revolución y de la insurrección.
Como ustedes saben, en las discusiones, los adversarios –en particular en la teología– tienen la costumbre de desacreditar frecuentemente la verdad científica llevándola al absurdo. Esta verdad se llama en lógica “reductio ad absurdum”. Vamos a tratar de seguir el camino opuesto, es decir, que tomaremos como punto de partida un absurdo con el objetivo de aproximarnos con mayor seguridad a la verdad. En todo caso, no se puede protestar por falta de absurdos. Tomemos uno de los más frescos y más crecientes.
El escritor italiano Malaparte, algo así como un teórico fascista –también existe esto–, ha publicado recientemente un libro sobre la técnica del golpe de Estado. El autor consagra, naturalmente, un número no despreciable de páginas de su “investigación” a la insurrección de octubre.
A diferencia de la “estrategia” de Lenin, que permanece unida a las relaciones sociales y políticas de la Rusia de 1917, “la táctica de Trotsky –según las palabras de Malaparte– no tiene ninguna relación con las condiciones generales del país”. ¡Tal es la idea principal de la obra! Malaparte obliga a Lenin y a Trotsky en las páginas de su libro a entablar numerosos diálogos en los cuales los interlocutores dan prueba de tan poca profundidad de pensamiento como la naturaleza puso a disposición de Malaparte. A las objeciones de Lenin sobre las premisas sociales y políticas de la insurrección, Malaparte atribuye a Trotsky la respuesta literal siguiente: “Vuestra estrategia exige demasiadas condiciones favorables; la insurrección no necesita nada, ella se basta a sí misma”. ¿Ustedes entienden?; “la insurrección no necesita nada”.
Tal es precisamente, queridos oyentes, el absurdo que debe servirnos para aproximarnos a la verdad. El autor repite con persistencia que en octubre no fue la estrategia de Lenin, sino la táctica de Trotsky lo que triunfó. Esta táctica amenaza, según sus propias palabras, aún en la actualidad, la tranquilidad de los Estados europeos. “La estrategia de Lenin –cito textualmente– no constituye ningún peligro inmediato para los gobiernos de Europa. La táctica de Trotsky constituye para éstos un peligro actual y, por tanto, permanente”.
Más concretamente: “Pongan a Poincaré, en lugar de Kerensky, y el golpe de Estado bolchevique de octubre de 1917 habría logrado el éxito igualmente”. Resulta difícil creer que semejante libro sea traducido a diversos idiomas y admitido seriamente. En vano trataríamos de profundizar por qué, en general, la estrategia de Lenin que depende de las condiciones históricas, es necesaria, si la “táctica de Trotsky” permite resolver la misma tarea en todas las situaciones. ¿Y por qué las revoluciones victoriosas son tan raras, si para su triunfo, sólo basta con un par de recetas técnicas?
El diálogo entre Lenin y Trotsky presentado por el escritor fascista es, en el espíritu como en la forma, una invención inepta desde el principio al fin.
Semejantes invenciones circulan muchas por el mundo. Por ejemplo, acaba de editarse en Madrid, bajo mi firma, un libro: Vida de Lenin, del cual soy tan poco responsable como de las recetas tácticas de Malaparte. El semanario de Madrid Estampa publicó este supuesto libro de Trotsky sobre Lenin en extractos de capítulos enteros que contienen ultrajes abominables contra la memoria del hombre que yo estimaba y que estimo incomparablemente más que a cualquiera otro entre mis contemporáneos.
Pero abandonemos a los falsarios a su suerte. El viejo Wilhelm Liebknecht, el padre del combatiente y héroe inmortal, Karl Liebknecht, acostumbraba repetir: “El político revolucionario debe estar provisto de una gruesa piel”. El doctor Stockmann, más expresivo aún, recomendaba a todo el que se propusiera ir al encuentro de la opinión pública no ponerse los pantalones nuevos. Registremos estos dos buenos consejos y pasemos al orden del día.
¿Qué fue la Revolución Rusa? Conferencia dada por Trotsky el 27 de noviembre de 1932 en el stadium de Copenhague, Dinamarca. (para leer la conferencia completa )
Uno de los puntos de fondo tratados en el libro y donde radica la gran contradicción entre la Filosofía de la Praxis, y la barbarie genocida inhumana e industrializada del Nazi Fascismo, además del anticomunismo y la regresión humana que impusieron con sus paramilitares, está el “Asunto del Estado”. Presentado por Malaparte en el recetario de forma florida como una “Maquina”, que puede ser tomada o defendida como cualquier instrumento o herramienta técnica, y que solo un visionario comunista y antifascista renovador como Gramsci, el fundador del partido comunista quien murió en una mazmorra fascista, pudo concebir de forma compleja y dialéctica como la conjunción de Hegemonía y Coerción (para memorizar : (E= H+ C), y ensanchando la potencia teórico-practica que le dio a la categoría marxista de Hegemonía, hasta elevarla a la categoría de esencial del corpus revolucionario actual.
Hoy en día, con la experiencia y el escarmiento histórico obtenido en largas luchas civilizatorias por la emancipación humana, tal y como la concibieron los maestros del Marxismo a mediados del Siglo XIX, ya no es posible considerar de forma esquemática que, un gran cambio Histórico social, económico, político y moral como lo es una Revolución social, pueda ser reducida a la toma violenta e incendiaria de las más importantes infraestructuras que soportan al Estado moderno, tales como trenes, aeropuertos, hospitales, escuelas, correos, radio tv y periódicos, bancos, teléfonos, transportes públicos sedes sindicales y políticas; tal y como trataron de hacerlo los comanditos guarimberos” de la Venezuela apátrida y cipaya este 29 de Julio y los días siguientes.
Quienes siguiendo las instrucciones técnicas dadas en el panfleto fascista de Malaparte, previamente se habían apoderado de otras infraestructuras, actualmente quizás tan importantes como las antes mencionadas, como las redes sociales (Equis, WhatsApp, Facebook, YouTube etc,) manejadas y financiadas desde el exterior por los cyber-millonarios tecnológicos y financieros anti bolivarianos hostiles, que insisten, y muy probable seguirán insistiendo, en apoderarse, a sangre y fuego, del petróleo y otras riquezas naturales venezolanas, pero quienes, según parece, no contaron o no tuvieron en cuenta el pequeño detalle (poco técnico) pasado por alto por el autor del recetario en comento, como fue la respuesta de las masas trabajadoras conscientes apoyadas por la disuasión, que finalmente dieron al traste con la receta libresca del Fascismo.
Es decir, no tuvieron en cuenta la conciencia y organización, del bravo Pueblo del Libertador que, obviamente tiene y lee otras fuentes de inspiración y conducta más humanistas.
Notas (1) Técnicas de Golpe de Estado. Curzio Malaparte. Ediciones Ariel. España 2017. 261 págs.
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