Lo que no habían conseguido ni protestas ni movilizaciones ni juzgados, lo han conseguido «los mercados». Berlusconi se ha marchado por la puerta trasera advirtiendo que continuará ocupando su escaño en el Parlamento italiano. Tan preocupante como que las urnas hayan permitido el largo reinado de Il Cavalliere es el hecho de que alguien lo […]
Lo que no habían conseguido ni protestas ni movilizaciones ni juzgados, lo han conseguido «los mercados». Berlusconi se ha marchado por la puerta trasera advirtiendo que continuará ocupando su escaño en el Parlamento italiano. Tan preocupante como que las urnas hayan permitido el largo reinado de Il Cavalliere es el hecho de que alguien lo haya obligado a dejar la poltrona sin necesidad de pasar por las urnas. Pero, en definitiva, la retirada del bueno de Silvio ha sido una medida de lo más acertada. Sólo hay que ver los titulares de los principales diarios celebrando la reacción en positivo de los «mercados» y cómo una recuperada confianza en la capacidad de Italia de hacer frente a su deuda pública permitía un descenso de la prima de riesgo.
El sucesor de Berlusconi, Mario Monti, seguro que sabrá sacar a Italia de la crisis. Si alguien puede saber a qué estímulos obedecen los designios de los mercados es un antiguo asesor del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs. Y es que hoy, los grandes estadistas no deben preocuparse por los problemas de la ciudadanía, sino en saber contentar estas maquinarias virtuales que, según los grandes expertos, asignan los recursos de la manera más eficiente posible. Si para generar confianza hay que reformar una constitución en quince días, es responsabilidad de los sabios políticos con visión de Estado ponerse de acuerdo. ¿Qué hay que renunciar a hacer un referéndum? Los gobernantes sensatos deben saber dar marcha atrás y retirarse a tiempo.
Cuando pienso en toda esa gente poderosa gobernando para responder a las exigencias de los mercados no puedo evitar recordar dos estudios de los que habla Susan George en su último libro y que se publicaron en The New Sciencist (Jason Palmer, 2008; Linda Geddes, 2009) . Las investigaciones concluían que, en las situaciones de tensión que viven las personas dedicadas a tomar decisiones de inversión, unos altos niveles de testosterona (hormona masculina asociada a la agresividad) ayudaban a ganar más dinero. La racionalidad de los mercados está pues depositada en un grupo de machos con los niveles hormonales de un adolescente en un vestuario femenino, que deben tomar decisiones en segundos siguiendo sus instintos más primarios. La situación no invita al optimismo, al menos para los que no ganamos nada con los millones de transacciones financieras diarias que enriquecen a los que ya son ricos.
* Albert Sales i Campos, Profesor de Sociología de la UPF. Blog del autor: http://albertsales.wordpress.com
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