El presidente Nicolás Maduro, con toda lógica y valentía ha salido al cruce del gobierno fascistoide de Mariano Rajoy. Así como Hugo Chávez en su momento denunció a España como uno de los aliados principales de los Estados Unidos del golpe del 2002, esta vez no faltan razones para poner a la administración del Partido […]
El presidente Nicolás Maduro, con toda lógica y valentía ha salido al cruce del gobierno fascistoide de Mariano Rajoy. Así como Hugo Chávez en su momento denunció a España como uno de los aliados principales de los Estados Unidos del golpe del 2002, esta vez no faltan razones para poner a la administración del Partido Popular (PP) y sus aliados incondicionales en temas de injerencia, en el punto de mira de los anticuerpos revolucionarios.
Esa entelequia llamada España (nacida de conquistar y arrasar pueblos), ha mantenido desde lo más profundo de su historia una actitud hostil y represiva contra todo aquel que desafiara su ambición imperialista. Culpables sin ningún tipo de dudas del gran Holocausto del siglo XIII, cuando, desde Cristóbal Colón en adelante, fueron generando un sangriento raid invasor contra los pueblos indígenas del continente latinoamericano.
Estas bélicas aventuras de los castellanos derivaron en un Holocausto donde fueron asesinados o murieron por el contagio de enfermedades importadas por los invasores alrededor de 90 millones de pobladores y pobladoras. Mujeres violadas, niños y niñas esclavizados, horror y más horror en nombre de la espada y la cruz. Esta maquinaria ambiciosa y asesina repitió el mismo derrotero poco tiempo después, cayendo a sangre y fuego sobre diferentes pueblos de Europa. Con este desparpajo devastador, de «guerreros lumpenes» a los que se les prometía grandes riquezas y el derecho de pernada, fue construyéndose año a año, siglo a siglo, el llamado Reino Español, en el que monarcas iletrados pero voraces en su ambición, se combinaban con jerarcas eclesiásticos corruptos que crearon, para más inris, los tribunales de la Inquisición para contrarrestar actitudes libertarias y dar ejemplo sobre las consecuencias de cualquier tipo de levantamiento popular.
De esa historia siniestra fueron derivando los nuevos «arquetipos» del Imperio. Desde el genocida Francisco Franco en adelante (un millón de muertos, decenas de miles de torturados, encarcelados y desterrados, como muestra de tanto crimen impune), pasando por Adolfo Suárez (activo colaborador con la dictadura argentina), Felipe González, José María Aznar y este «bandido» de poca monta (acertó con el término el presidente Maduro) que gobernaron con mano dura y bolsillo lleno de sobresueldos y robo descarado, En una monarquía bananera todo vale.
Desde tirar de los «fondos reservados» y otras fuentes de corrupción hasta recibir a la luz pública o bajo cuerda las ganancias derivadas de la inversión de trasnacionales españolas, que con su accionar deforestan, contaminan o destruyen lo que queda sin lotear de Nuestramérica..
Siempre, absolutamente siempre, la receta española de dominio incluyó la represión y el pillaje. Si lo sabrán andaluces, catalanes, gallegos y vascos, sólo por citar algunas de las nacionalidades que cayeron bajo la bota castellana. Antes y ahora mismo. Ni qué decir del período colonial sufrido por Cuba y Filipinas. De la lucha de resistencia en la isla caribeña, y de la saña represora, pudo dar testimonio el poeta, periodista, escritor y combatiente José Martí, cuando al igual que ahora hacen con las más de 450 presas y presos vascos, sufrió sevicias en su cuerpo y la dispersión como doble castigo.
Con todos estos antecedentes y muchos más, no sorprende que Rajoy y Felipe González se unan en una nueva cruzada. Con gestos e iniciativas coordinadas con Washington (que sostienen bases militares en territorio español), uno y otro cumplen con el libreto que les dictan.
Felipe, el fundador de los Escuadrones de la Muerte denominados GAL (Grupos antiterroristas de liberación), con lo que impulsó el asesinato de números luchadores vascos. Felipe, el gran amigo de Carlos Andrés Pérez, con quien intercambiaron nuevas fórmulas represivas e hicieron suculentos negocios. Ese Felipe de la OTAN y la destrucción planificada de la industria española, no puede hablar de Venezuela bolivariana sin sonrojarse. Su partido se ha convertido en una filial competitiva con el PP para ver quien representa más y mejor a la derecha europea, y desde allí fomentar la desestabilización en Venezuela junto con los escuálidos locales.
De Rajoy y Aznar, todo lo que se diga es poco. Admiradores de la «España de botijo, peinetón y pandereta» (como solía calificar a este tipo de individuos, el patriota vasco Jon Idígoras). Franquistas desembozados, racistas con todo aquél que no haya nacido en los aposentos del Palacio Real, admiradores de los Bush y de Henry Kissinger, aborrecedores de los pueblos y gobiernos revolucionarios de Latinoamérica, empezando por Cuba y terminando por Nicaragua, destructores contumaces de la economía de su propio país, arrojando a la población española a niveles de miseria sólo vistos en la etapa de la post guerra. Además, ambos más Felipe, verdaderos soldados de los poderes fácticos (Ejército, la Banca y la Iglesia más reaccionaria), plataforma desde donde aseguran que «su» España no se quebrará jamás, y amenazan para ello, con sacar los tanques a la calles, si vascos y catalanes continúan intentando elevar anclas y navegar hacia un futuro independiente.
Esta perspectiva imperial para la que hoy Venezuela chavista es un enemigo a derrotar, cuenta con el concurso del terrorismo mediático del ABC, El País, El Mundo, La Razón y otros engendros parecidos. También logra adeptos entre algunos partidos de «indignados demócratas», más jóvenes y «desenfadados» que los tradicionales, pero a su vez amantes de «la unidad territorial española». O el caso de ex jueces como Baltasar Garzón, que critica la prisión del Alcalde venezolano golpista, Antonio Ledezma y cultiva la amistad de miembros destacados de la oposición. Todos ellos conspiran contra la legitimidad popular del gobierno venezolano, que es igual a enfrentar a la gran mayoría del pueblo de esa Nación. Buscan junto a Obama y sus amenazas, crear el clima para otro once de abril. Pero así como Nuestramérica acorraló en Panamá al presidente estadounidense, está dispuesta ahora a respaldar a Nicolás Maduro y al pueblo de Venezuela, repudiando en todos los ámbitos y por todas las formas posibles las actitudes colonialistas españolas. En cada rincón del continente hay deudas pendientes a cobrarle a estos bandidos de la Europa rica y despótica.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.