La reforma fiscal global propuesta por los estadounidenses es, en efecto, un proyecto a medida para los gigantes digitales. Dos días después de adoptar el principio de un impuesto global, Europa renuncia -al menos por el momento- a cualquier plan de lucha contra los «no imponibles».
No se ha hecho esperar mucho. Dos días después de que el G20 aprobara el principio de acuerdo de una reforma fiscal mundial y un impuesto de sociedades mínimo mundial del 15%, la Unión Europea anunciaba este 12 de julio el aplazamiento de su proyecto de impuesto digital. Al menos hasta octubre.
«El éxito de este proceso [la aplicación de un impuesto mínimo mundial] requerirá un impulso final de todas las partes y la Comisión se ha comprometido a centrarse en este esfuerzo. Por ello, hemos decidido paralizar momentáneamente nuestros trabajos sobre una propuesta de impuesto digital», explicó un portavoz de la Comisión.
El domingo, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, pidió a la Unión Europea que reconsiderara su propuesta de impuesto digital, que, según ella, « discrimina » a los grupos estadounidenses. El acuerdo alcanzado en el marco de la OCDE y confirmado por el G20 «invita a los países a acordar el desmantelamiento de los impuestos digitales existentes y a abstenerse de establecer medidas similares en el futuro […] Por lo tanto, corresponde a la Comisión Europea y a los miembros de la Unión Europea decidir los pasos que se han de dar a continuación», insistió durante la cumbre del G20, en Venecia.