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Cambio climático

Tras el liderazgo perdido

Fuentes: IPS

Brasil está en camino de desaprovechar una buena oportunidad de afirmarse como potencia ambiental en las negociaciones para controlar el amenazador recalentamiento de la Tierra, según ambientalistas y analistas.

Apuntado como uno de los cinco países de mayor producción de gases de efecto invernadero, Brasil presenta una singularidad y es que tres cuartos de sus emisiones se deben a la deforestación.

La reducción drástica de esta práctica depende sólo de ejecutar en serio lo que ya es una política oficial: contener el avance de actividades agrícolas y extractivas, casi siempre ilegales, sobre los bosques amazónicos.

Pero el gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva se niega a asumir compromisos de reducción de los gases, que hoy afectan sólo a 35 países industrializados.

Quiere primero consolidar el principio de «responsabilidad compartida, pero diferenciada», que impone metas obligatorias sólo a los países que, por su industrialización anterior, acumularon en la atmósfera el grueso de los gases, que llevan siglos o décadas para disiparse.

Respecto de los bosques naturales, Brasil tuvo posiciones cambiantes. Inicialmente rechazó incluirlos en los mecanismos creados por el Protocolo de Kyoto, acordado en esa ciudad japonesa en 1997 y vigente desde 2005, que permiten a las naciones industrializadas cumplir sus metas en otros países, adquiriendo los llamados créditos de carbono.

Desde el año pasado, Brasilia propone la creación de un fondo, con aportes voluntarios, para compensar el esfuerzo de los países en desarrollo que reduzcan la deforestación en relación a un promedio histórico y que serían remunerados según los gases de emisión evitada.

Es «un avance», al incluir los bosques nativos en la negociación, pero «no ayuda a crear un mecanismo fuerte, jurídico y económico», ya que Brasil defiende el fondo voluntario y no una fórmula que amplíe el régimen internacional de cambio climático, con certificados válidos en el mercado de carbono, dijo a IPS Mark Lutes, experto de la organización no gubernamental brasileña Vitae Civilis.

A Brasil le faltan hoy negociadores creativos, ajenos a la cancillería, como los que tuvo en los años 90, para que el país vuelva a asumir un papel de liderazgo en las cuestiones ambientales, opinó.

En la década pasada, este país se destacó como sede de la Conferencia Mundial de Ambiente y Desarrollo o Cumbre de la Tierra, en 1992, y en las negociaciones del Protocolo de Kyoto.

El brasileño Luiz Gylvan Meira fue decisivo en la aprobación del principio de responsabilidad diferenciada y una propuesta brasileña resultó el Mecanismo de Desarrollo Limpio, por el cual proyectos que reducen la emisión de gases en países en desarrollo generan certificados vendibles en el mercado de carbono.

Ahora la estrategia diplomática de Brasil, que prioriza el comercio y la obtención de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, traba iniciativas ambientales, según Lutes.

Recordó que el tema del cambio climático no es manejado en este país por el Ministerio de Medio Ambiente sino por el de Ciencia y Tecnología y por la cancillería.

De esa forma, la alianza estratégica con China, India y otros países del Sur, estrechada especialmente en las negociaciones de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio, impide a Brasil actuar según sus especificidades en cambios climáticos y avanzar en propuestas que podrían impulsar acuerdos mas ambiciosos, explicó el experto.

Pero la propuesta brasileña para los bosques «no es una posición cerrada», sino una idea a ser discutida por todos y que probablemente avanzará hacia un resultado final «distinto de lo que Brasil propuso», arguyó Joao Paulo Capobianco, secretario ejecutivo del Ministerio de Medio Ambiente, cargo equivalente a viceministro.

Brasil no tendrá problemas en asumir metas, «si el principio de responsabilidad común pero diferenciada es respetado», es decir si «los responsables históricos intensifican su contribución» a la mitigación del recalentamiento global, sostuvo a IPS.

El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), divulgado el 4 de mayo, estimula un debate favorable a Brasil, al destacar dos puntos en que el país puede ofrecer el mayor aporte mitigador, la deforestación evitada y la bioenergía.

Brasil no tiene que cumplir metas obligatorias, pero la Convención del Clima «no exime a ningún país de actitudes responsables» en la cuestión y el país podría adoptar «metas domésticas espontáneas», fortaleciéndose en las negociaciones para una segunda fase del Protocolo de Kyoto, con metas a cumplir a partir de 2012, opinó Luis Piva, coordinador de la campaña climática de Greenpeace en Brasil.

Este país aún carece de una política nacional de cambio climático, para lo cual «es imprescindible eliminar la deforestación» y corregir el rumbo de la matriz energética, que «tiende a ser más sucia en los próximos años» al ampliar la participación de combustibles fósiles, especialmente el gas natural, señaló a IPS.

Además, Brasil aparece como probable gran exportador de etanol y es «vulnerable su capacidad institucional» de impedir que el aumento de la producción de biocombustibles incremente la deforestación, acotó.

Brasil tiene todo para hacerse potencia ambiental, con sus bosques tropicales, agua y biodiversidad abundantes, pero es «incapaz de asumir el liderazgo moral y activo» en las negociaciones», opinó, en un artículo publicado el domingo en el diario Folha de Sao Paulo, Rubens Ricúpero, ex secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Además, «adoptó una política de crecimiento económico, ignorando que no habrá desarrollo en un «planeta tórrido y semimuerto», concluyó.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=40969