Entrevista emitida en «¿Sin Salida?». Radio FM La Boca (90.1). Martes de 20:00 a 21:00, Buenos Aires, Argentina.
Mario Hernandez (MH): Estábamos escuchando el informativo de «Voz de los Movimientos» pero acabamos de contactar a Ricardo Antunes en Campinas, Brasil. Buenas noches, Ricardo.
Ricardo Antunes: Buenas noches Mario y compañeras y compañeros en Buenos Aires, es un placer para mí hablar con Uds. en portuñol.
MH: De todos modos nuestros oyentes ya te conocen, no es la primera vez que nos comunicamos, para nosotros es un gusto muy grande y te agradezco. Para quienes no lo conocen considero que estamos conversando con uno de los más importantes sociólogos del trabajo a nivel mundial, pero Ricardo también es militante social y un fino analista político y hoy queríamos charlar sobre la situación en su país, Brasil, en un contexto donde se produjo el VI Congreso Nacional del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST). ¿Cuál es tu opinión acerca de ese acontecimiento?
RA: El Congreso del MST en Brasil que conmemoró sus 30 años ocurrió en un momento muy emblemático. Por un lado, el MST se tornó hace años en uno de los más importantes movimientos sociales de trabajadores y trabajadoras del campo en América Latina, Brasil y, ciertamente, a escala mundial porque se trata de un movimiento que se desarrolló, creció, se amplió y su historia ayudó a consolidar muchos movimientos sociales en otras partes del mundo.
Por otra parte, es también un momento difícil ya que vivió sus primeros años en 1983/84 y los ’90 que fueron de crecimiento, siempre con gobiernos de oposición. Enfrentando la dictadura militar en los primeros años, después a la Nueva República y al gobierno de Cardoso.
La victoria de Lula en 2002 y el inicio de su gobierno al año siguiente creó para el MST una situación muy difícil porque era entendido por muchos sectores del pueblo brasileño como un gobierno de «nosotros». Ese era el sentimiento porque Lula se había constituido como un mito del movimiento obrero brasileño desde los años ’70.
Pero lo que sabemos es algo más difícil, más complicado y en cierto modo más doloroso. El gobierno de Lula se tornó en el gobierno de los grandes capitales, de las finanzas, de la gran industria, de las mineras, del agronegocio, de los grandes intereses económicos nacionales y transnacionales a punto tal que su gobierno fue frecuentemente mencionado favorablemente por el Banco Mundial y otros diciendo «Lula es el hombre», como alguna vez dijo Obama, es la cara, la persona porque encantó a muchos sectores del gran capital.
Eso significó en Brasil una situación muy compleja porque sectores del movimiento social de trabajadores del campo y la ciudad empezaron a tener no más su gobierno, sino un gobierno en disputa, para otros un gobierno que cambió de lado y el MST vive esta situación con una parte de su dirección que es crítica del gobierno Lula y sabe que se perdió la oportunidad de por lo menos hacer reformas estructurales profundas.
Ninguno de nosotros nos imaginábamos que el gobierno de Lula iba a ser revolucionario. Si comparamos a Lula con el gobierno bolivariano de Chávez hay una diferencia profunda con las reformas radicales que fueron hechas por el chavismo y las contrarreformas que fueron hechas por el lulismo. Yo recuerdo que hace 10 años atrás hablé con Ud. y dije que Lula estaba haciendo lo que Néstor Kirchner estaría haciendo en Argentina en sus primeros años.
El MST tiene una parte crítica, una parte mayoritaria de su dirección, pero en última instancia defendió al gobierno Lula. No es bueno, es malo, pero es mejor que Fernando Henrique Cardoso, que los «tucanos» (PSDB) o la derecha tradicional porque Lula y ahora Dilma Rousseff no son gobiernos de la derecha clásica aunque ésta sea parte decisiva de sus gobiernos. Basta decir que el Banco Central y la política económica siguen escrupulosamente las medidas del capital financiero internacional: superávit primario, desregulación a favor de los intereses del capital financiero, controles de las tasas de inflación en contraposición al crecimiento del empleo, o sea, los núcleos duros de la política económica del gobierno Lula y ahora de Dilma, están dentro del marco de los gobiernos neoliberales. Yo acostumbro decir que son gobiernos social-liberales. No son idénticos al de FHC, pero no son profundamente distintos y mucho menos antagónicos. Entonces, ¿qué pasa con el MST?
Vive un momento difícil. En primer lugar, ¿será parte del gobierno o de la oposición? Los núcleos mayoritarios de su dirección dicen: ‘no somos gobierno, pero este gobierno es menos malo que el de la derecha tradicional, entonces debemos seguir apoyándolo críticamente’.
Brasil cambió mucho después de las rebeliones de junio del año pasado. Hay un descontento popular en todas las áreas del país.
El PT perdió su proyecto original de ser un partido de los trabajadores
MH: Quiero que hagamos un alto. Después vamos a volver sobre este tema porque tengo entendido que también se ha cumplido un nuevo aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) que has contribuido a formar en su momento. La pregunta sería, de acuerdo a lo que acabamos de escuchar, ¿se acabó el ciclo del PT?
RA: Seguro que sí. El PT nació en 1980 como un partido socialista, plural, de las clases trabajadoras, su nombre era Partido de los Trabajadores. Tenía una clara propuesta de socialismo crítico, con autonomía de la clase obrera y los asalariados. No quería la alternativa de los Partidos Comunistas tradicionales y rechazaba a la socialdemocracia. Treinta y cuatro años después no es más el mismo, se convirtió en lo que Marx llamó un partido del orden, un partido que tiene una burocracia completamente separada del pueblo, un partido que llegó al poder y subió sus escaleras haciendo propuestas y alianzas con todos los sectores de la derecha que aceptaran, con todos, no importa si extrema derecha, liberal, conservadora o golpista, basta decir que Paulo Maluf, la expresión más brutal de la derecha brasileña, de la corrupción, del apoyo a los militares, que tiene una marca en la política brasileña como ex gobernador y político de la derecha, hoy es aliado de Lula. Collor de Melo, que fue el inicio del neoliberalismo con una profunda corrupción en 1990, que derrotó a Lula un año antes, es hoy aliado de Dilma y el PT. Por consecuencia, el PT es un partido del orden, del poder. Es cierto que tiene grupos de militantes auténticos, de base, apoyo en las clases trabajadoras, pero es un partido que crece por todas las clases, que perdió su proyecto original de ser un partido de los trabajadores. Hoy es un partido del poder que hace alianzas con quien necesita para mantenerse, pero como dice un maestro del pensamiento crítico occidental, hoy vivimos una farsa. Puede continuar dominando 5/10 años, va a permanecer como un gran partido por mucho años, pero será un partido policlasista de la alta burocracia y comprometido hasta el alma con el capital.
MH: He leído con preocupación que se está por aprobar o ya lo hizo el Congreso brasileño, una legislación antiterrorista y que en relación al Campeonato Mundial de Fútbol se ha conformado un batallón especial y producido un manual por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas para orientar la actuación de militares en operaciones de garantía de la ley y el orden. ¿Qué nos podés comentar?
RA: Hace un mes ocurrió algo que cambió mucho la coyuntura. Hubo una manifestación en Río de Janeiro donde dos jóvenes marginales, no politizados, no organizados tiraron una bengala que mató a un periodista que filmaba la marcha. El hecho fue reproducido por la TV mundial. Las derechas empezaron a atribuir esta trágica muerte como si fuera una acción de la izquierda y empezó un movimiento muy fuerte de la derecha diciendo no queremos más manifestaciones porque hay violencia. Muchas veces la violencia fue provocada por policías infiltrados en las manifestaciones para después reprimir. Sin duda en una manifestación de decenas de miles de personas hay participantes con variados intereses pero el Congreso conservador brasileño con apoyo del gobierno de Dilma y el Ministerio de Justicia presidido por el PT están redactando una ley para reprimir las manifestaciones.
Hoy la situación en Brasil es de un descontento generalizado. Hay manifestaciones contra la Copa del Mundo todas las semanas en muchos lugares. Por ahora son pequeñas, de 1000/1500, pero el gobierno teme que crezcan.
Otro problema es que las manifestaciones recorren todos los días los barrios periféricos en todo el país contra el transporte privado caro, contra la salud pública precarizada, contra la educación pública de pésima calidad, los profesores no reciben un salario digno, o sea, hay manifestaciones de descontento en todas partes y el gobierno teme que al comenzar la Copa del Mundo ocurran cerca de los estadios y prepara formas de ataque como si estuviéramos al borde de una guerra civil en Brasil. Es trágico y al mismo tiempo un farsa que se trate del gobierno de un partido que luchó contra la dictadura y ahora esté participando, más o menos, intensamente de acciones para restringir las manifestaciones como en aquélla época. Es muy malo que esto ocurra y vivimos un período de mucha incertidumbre, no sabemos si las manifestaciones serán retomadas con más fuerza, pero hay un descontento generalizado de amplios sectores de la población y especialmente de la periferia.
En Brasil hay un problema crucial y es la violencia de la policía militar. No sé si viste ayer que un coche de la policía estaba llevando una mujer de un barrio periférico víctima de un tiro perdido, fue colocada en un coche policial y su cuerpo todavía vivo cayó quedando apresado y arrastrado por 250 metros. Esto muestra la brutalidad de la policía militar en Brasil. La mujer murió, su cuerpo fue completamente desfigurado y esto causó una conmoción. Le pegaron un tiro a una inocente, la llevaron al hospital como si fuera un animal y luego la asesinaron.
Esta es la situación brasileña hoy.
Es un cuadro difícil, en el cual sectores de la derecha se movilizan como nunca lo hicieron, por lo menos en las últimas dos décadas. El 28 de marzo se cumplirán 50 años del golpe de 1964. Hay sectores de la derecha que quieren conmemorarlo como si fuera algo positivo, o sea, la realidad brasileña es hoy muy tensa, muy compleja, muy difícil y en gran medida también imprevisible.
MH: Seguramente estaremos en contacto durante el Mundial de Fútbol para seguir de cerca la situación social que se vivirá en Brasil en esos momentos.
RA: Estoy a tu disposición. Siempre es un placer compartir con vos y los oyentes en Buenos Aires que nos escuchan en este momento. Quedamos en contacto.
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