Cinco mil años van desde que se inventó la escritura, y los habitantes de este planeta no hemos encontrado el valor de las palabras y la comunicación para resolver los conflictos, obvio que no es una cuestión de capacidades o tecnología, eso sobra; ahí están los misiles Tomahawk de muestra. Es una cuestión de voluntad […]
Cinco mil años van desde que se inventó la escritura, y los habitantes de este planeta no hemos encontrado el valor de las palabras y la comunicación para resolver los conflictos, obvio que no es una cuestión de capacidades o tecnología, eso sobra; ahí están los misiles Tomahawk de muestra. Es una cuestión de voluntad (o falta de ella) y de los intereses personales que carcomen las mentes y los corazones de las personas cercanas al poder, político, económico, mediático y armamentista.
Es por medio de la escritura que otros logramos apaciguar mínimamente la impotencia de las realidades bizarras y sin sentido con las que nos enfrentamos, e incluso a veces compartimos información y hacemos crítica (monóloga y unidireccional) a los sinsentidos humanos. En este caso es un mero desahogo, no hay información que ustedes no conozcan, las intenciones de los hechos son evidentes y eso incrementa el sentimiento de incapacidad. Lo que está a nuestro alcance, como dice un amigo, es enviar pensamientos de fuerza al pueblo libio…
En este momento Estados Unidos ha lanzado más de 50 misiles hacia territorio libio, cada uno de ellos cuesta más de medio millón de dólares… ya le tocará al pueblo libio recibir las consecuencias de los misiles y al pueblo estadounidense ver recortado su presupuesto nacional en salud y educación . Esto debido a una decisión de la ONU y de los países de «la coalición» de salir en «rescate» de los habitantes libios, un rescate que llega décadas tarde, décadas de estar bajo el mando de un hombre ególatra y desequilibrado mentalmente… ¿y Yemen? Yemen nada, no hay petróleo suficiente ahí, ni fachadas para intervenir, porque la muerte diaria de los manifestantes no es una excusa suficiente para EEUU, Francia o Inglaterra.
Pero es que (el gobierno de) Libia desacató la resolución de la ONU, ¿e Israel? Se van sumando las veces en que el estado israelí ha hecho oídos sordos a las resoluciones de la ONU, pero no importa, porque su poder económico y militar, y la patraña de que son el pueblo escogido compensan la violación de derechos del pueblo palestino y los desacatos israelíes.
¿Y los premios Nobel de la Paz? un asco, galardón inmerecido… nosotros los costarricenses podemos dar prueba de ello también, ni siquiera tenemos «paz con la naturaleza».
Pero bueno, la operación «Amanecer de la Odisea» (¿?) ya empezó, una «intervención» que al parecer Libia se merece, es su territorio y la descomposición de organismos muertos hace miles de años debajo de él quienes tienen la culpa; Libia posee las mayores reservas de petróleo y gas natural de África.
Los pueblos siempre absorben las consecuencias y en este caso, de la peor de la invenciones de los homínidos: la guerra.
«Tristes guerras si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores.
Tristes, tristes»
Miguel Hernández
Fuente:http://revista-amauta.org/2011/03/tristes-guerras/
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