Las groseras declaraciones de Donald Trump sobre los «países de mierda» generaron una ola de indignación. Haití fue uno de los mencionados y tanto desde el gobierno como desde las redes sociales llovieron las respuestas. El cineasta Arnold Antonin resume las sensaciones encontradas en un país que busca dejar atrás los terribles efectos del terremoto de 2010 y los ciclones que lo siguieron, además de la crónica falta de instituciones que funcionen.
Un día antes de la conmemoración del octavo aniversario del terremoto que sacudió Haití el 10 de enero de 2010, con un saldo más de 200.000 muertos, el presidente Donald Trump declaró que no entiende por qué Estados Unidos debe recibir inmigrantes de «shithole countries», como Haití, El Salvador y algunos países africanos y por qué mejor no recibir a inmigrantes noruegos.
En Haití, estas declaraciones suscitaron reacciones diversas en el marco de una ola de indignación. Las primeras discusiones fueron de naturaleza semántica: ¿cómo traducir «Shithole»?. Y lo mismo pasó alrededor del mundo, con traducciones de lo más fantasiosas. Muchos optaron directamente por «país de mierda». En Haití entendimos perfectamente el significado porque existe el equivalente en créole: «Trou caca» (literalmente: el hueco de la mierda o letrina). Y Trump había definido a Haití como una letrina y en consecuencia a sus habitantes como lo que hay en dicho hueco. Y así lo sentí yo.
Creo que la respuesta del ex presidente mexicano Vicente Fox es la más adecuada: «La mayor letrina del mundo es la boca de Trump». Nunca se había oído, ni siquiera en los tiempos de la política de «los cañoneros» y del «big stick» (gran garrote), semejantes palabras en boca de un presidente para designar a otros Estados de su «patio trasero». Hay que recordar que un mes antes Trump había dicho que los haitianos eran portadores de sida. Quizás el presidente, en su ignorancia, no sepa que esa enfermedad fue introducida en los años 80 en Haití por turistas estadounidenses que venían en búsqueda de turismo sexual y que actualmente el país caribeño tiene menos casos de incidencia que la ciudad de Washington.
Para la opinión haitiana, todo esto, sumado al hecho de que Trump había usado el mismo término para designar a países africanos que no tienen ninguna semejanza con Haití desde el punto de vista de sus índices económicos y sociales, es la prueba que esta declaración era la expresión de un racista profundamente convencido de estigmatizar en un comienzo a las naciones negras para seguir con los países latinoamericanos como El Salvador e incluso México. Para él, lo único que cuenta es la supremacía blanca y la tradición de los esclavistas del sur de EEUU. Y para corroborarlo se preguntó por qué no mejor no recibir migrantes noruegos, para no decir directamente «arios». A Trump le gusta calificar a los inmigrantes de «invasores». Pero estos supuestos invasores son pacíficos y buena gente comparados con los feroces y crueles invasores europeos que llegaron a las tierras de los pueblos nativos de América o los colonialistas occidentales en Asia y África.
Como reacción, el gobierno haitiano convocó al encargado de negocios de EEUU Puerto Príncipe, ya que aún no hay embajador, y le expresó su desagrado. Hay que subrayar que la funcionaria convocada es una mujer casada con un africano, pero gran parte de la opinión pública consideró que la reacción del gobierno de Jovenel Moïse y Jack Guy Lafontant fue demasiado blanda. Sin embargo, el embajador haitiano en Washington se sumó a las quejas y manifestó públicamente su desagrado.
El insulto de Trump sigue siendo desde hace una semana el tema dominante en todos los medios de comunicación y redes sociales. Muchos recordaron la participación haitiana en la Guerra de Independencia de EEUU, cuando 500 voluntarios haitianos dejaron Saint-Domingue, colonia francesa en aquella época, y se alistaron como voluntarios para participar en la batalla de Savanah en 1779 y también en Nueva Orleans frente a la tentativa de reconquista de los ingleses en 1815. Se insistió mucho, también, en el valioso aporte de los profesionales y trabajadores haitianos al desarrollo de los Estados Unidos.
Muchos hacen hincapié en que si el país está en el estado actual de degradación es debido, en gran medida, a la imposición, por parte de los norteamericanos, de los gobiernos que Haití ha tenido que soportar durante la ocupación militar de 1915 a 1934. Por no mencionar la más reciente elección del Michel Martelly (2011-2016), surgido de una elección totalmente manipulada.
A propósito del tipo de presidente que ha sido Martelly, caracterizado por su lenguaje soez y gestos obscenos en público, un senador haitiano ha dicho que Trump es una réplica suya, solo que mucho más peligroso por estar a la cabeza de la primera potencia global. Pero en Haití también ha habido reacciones inversas, que sostienen que Trump tiene razón y hasta habría que agradecerle sus palabras para que los haitianos al fin reaccionen y se unan parasalir del caos generalizado en el que se encuentra sumido el país. Esta situación incluye la corrupción generalizada, como la que se develó con los fondos recibidos -y dilapidados- en el marco de la iniciativa venezolana de Petrocaribe, además de la falta de higiene, con la basura que inunda las calles, la crisis ambiental, educacional, de salud, y el desempleo masivo.Otro tipo de reacciones señalaban que Trump no representa a la mayoría del pueblo norteamericano, y de hecho fueron muchos quienes, en múltiples intervenciones públicas, han rechazado sus declaraciones insultantes.
Cabe destacar el caso de un profesor haitiano de la región del Artibonito que quemó públicamente la hoja de su pasaporte con la visa estadounidense, gesto aplaudido por muchos compatriotas. Hasta ahora, en Haití no ha habido manifestaciones callejeras frente a la embajada de EE.UU. como se hubiera podido esperar, aunque se puede prever que no faltarán en los próximos días. Pero en EEUU, muchos haitianos se reunieron para protestar contra el racismo frente al club de golf donde juega Trump -el día en que se conmemora el natalicio de Martin Luther King- y en Times Square de Nueva Yok a pesar del frío glacial.
En Haití dicen que el carnaval es un asunto «no negociable» -de hecho, ha habido carnavales en medio de las mayores crisis políticas- y este año muchos piden que sea también un escenario para manifestar contra Trump además de aprovechar para limpiar las calles llenas de basura y sacar los desechos de autos abandonados en el centro de la ciudad.
De todas maneras, es casi unánime el sentimiento de que si el desastre natural que ha dejado el terremoto de 2010 y los diferentes ciclones que han azotado Haiti en los últimos años no han provocado una reacción suficientemente fuerte como para encaminar el país hacia otro rumbo, el insulto de inusitada violencia de Trump podría servir de incentivo y detonador una reacción colectiva. ¿Se pasará al fin en Haití de la emoción a la acción? Eso todavía está por verse.
Fuente: http://nuso.org/articulo/trou-caca-o-la-boca-sucia-de-donald-trump/