Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Si bien AIPAC tiene el presidente más descaradamente proisraelí de la historia de la nación, muchos demócratas le están dando un amplio margen.
Conferencia del Comité de Asuntos Públicos de Israel Americano (AIPAC) en Washington, DC el 24 de marzo (AFP)
El grupo de defensa de Israel líder en Estados Unidos, AIPAC, abrió su conferencia de política nacional esta semana y hay problemas en el paraíso. Si bien el evento promete atraer a cerca de 18.000 asistentes a la retórica proisraelí y al cabildeo intensivo del Congreso, hay grietas en la armadura acorazada del lobby.
Sin discurso de Netanyahu
El lunes un acontecimiento inesperado ha arruinado el proceso. Un cohete de Gaza aterrizó en una casa cerca de Kfar Saba, al norte de Tel Aviv, e hirió a siete personas. Si bien las circunstancias del ataque no están claras, es una gran escalada en el esfuerzo militar palestino para amenazar a los principales centros de población de Israel.
En respuesta el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que interrumpirá su visita a Estados Unidos y canceló su discurso en el AIPAC programado para el martes. Pero se reunirá con el presidente Trump en la Casa Blanca. Para un político israelí en una ajustada carrera electoral, esta oportunidad fotográfica tiene un valor incalculable.
Quien disparó ese cohete pudo haber traído a Netanyahu una victoria electoral. También este es precisamente el tipo de táctica sobre el que Netanyahu se abalanza.
Ciertamente Israel tomará represalias feroces. Y ese golpe de pecho militar hace que los corazones de los votantes israelíes se vuelvan locos.
Barniz bipartidista
Durante décadas, AIPAC ha marchado a la par del ascendente Gobierno de derecha del Likud.
Sin embargo logró mantener una apariencia bipartidista porque había suficientes donantes demócratas poderosos para asegurar la asistencia de los grandes políticos a la conferencia y la lealtad a la agenda legislativa del grupo. Sin embargo, durante la presidencia de Obama, Netanyahu apartó cualquier vestigio de bipartidismo.
Incluso emitió un anuncio de campaña de Florida en nombre del fallido candidato presidencial republicano Mitt Romney, un fenómeno inaudito en la política israelí o estadounidense.
Durante el segundo mandato de Obama, después de que el presidente de EE.UU. aceptase un pacto nuclear con Irán al cual Netanyahu se opuso firmemente, el líder israelí se procuró una invitación para dirigirse al Congreso de EE.UU.
El discurso de Netanyahu y el Partido Republicano estaba destinado para que le echaran una ojeada a Obama. Su discurso posterior fue en sí mismo un apasionado llamamiento partidista al pueblo estadounidense para que rechazara la política del presidente hacia Irán.
Nunca antes había ocurridoun rechazo tan absoluto a un presidente de los Estados Unidos por parte de un líder israelí en el mismo Congreso. A pesar de estas artimañas, los demócratas judíos y los funcionarios electos continuaron asistiendo y dirigiéndose a la conferencia nacional.
Muchos judíos progresistas criticaron a los demócratas por continuar asociándose con una organización que había elegido claramente respaldar las opiniones y políticas del Partido Republicano.
La ola azul
Luego sucedió algo gracioso en el camino al Foro: en las elecciones de noviembre, una ola azul barrió a la mayoría republicana del Congreso y la reemplazó por una de las clases más progresistas alguna vez elegidas.
Decenas de mujeres nuevas entraron a la Cámara, incluidas las dos primeras mujeres musulmanas, RashidaTlaib e Ilhan Omar. Por primera vez estas dos representantes apoyaron públicamente el movimiento BDS y pidieron el fin de la ayuda militar estadounidense a Israel.
A principios de este mes, el lobby israelí y sus aliados demócratas se lanzaron al contraataque luego de que Omar criticase a AIPAC y a los funcionarios electos que tomaron dinero del lobby a cambio de fidelidad a su agenda proisraelí. La semana pasada, casi todos los candidatos presidenciables demócratas actuales anunciaron que no asistirían ni se dirigirían a la conferencia.
Más tarde ella también dio a entender que los judíos proisraelíes eran más leales a los intereses de Israel que los estadounidenses. Legisladores judíos poderosos como Jerrold Nadler y Nita Lowey denunciaron a Omar y exigieron que se disculpe.
Ellos presionaron a la oradora Nancy Pelosi para que considerara una resolución que denuncie por su nombre a Omar como antisemita.
Aunque los progresistas temían lo peor, muchos de los jóvenes miembros recién elegidos de la Cámara se rebelaron contra la generación de líderes más antiguos y rechazaron el castigo a Omar.
Donald Trump recibió un gran aplauso durante un discurso en la conferencia AIPAC 2016 (AFP / Foto de archivo)
Como resultado se adoptó una resolución sustituta que denunciaba el antisemitismo y la islamofobia y no se nombró a Omar. Esta fue una gran derrota para el lobby, que se las apaña para conseguir siempre sus objetivos. Como resultado, ha retrocedido un paso del centro de atención y ha adelantado varios proyectos de ley anti-BDS que, de manera implícita, apuntarían a figuras como Tlaib, Omar y el movimiento propalestino de EE. UU.
¿El mejor de los tiempos de AIPAC?
Sin lugar a dudas, los delegados que acuden a Washington para asistir a la conferencia estarán presionando a sus funcionarios electos para que promuevan esta legislación para una votación.
De alguna manera debería ser el mejor de los tiempos para AIPAC. Tiene el presidente más descaradamente proisraelí en la historia de la nación. Trump trasladó la embajada de EE.UU. a Jerusalén y esta semana pidió explícitamente el reconocimiento de los derechos territoriales israelíes sobre el Golán.
Este es el territorio que Israel conquistó en la guerra árabe-israelí de 1967 y se anexó en violación del derecho internacional. Además, Trump está abiertamente en busca de la reelección de Netanyahu, como muestran estas decisiones presidenciales.
La conferencia política habría encontrado al líder israelí pronunciando una de sus conferencias estrella, buscando mejorar sus credenciales en casa como amigo tanto del presidente de los Estados Unidos como de los poderosos líderes judíos estadounidenses.
Sin embargo, hay una serie de factores que actúan en contra de AIPAC, ya que la conferencia anual concluye el martes.
Israel se encuentra en medio de una campaña electoral que es la más racista en la historia del país. Netanyahu por sí solo promovió la fusión de los violentos partidos supremacistas judíos, prometiéndoles dos cargos ministeriales en su próximo Gobierno.
El comité de elecciones de la Knesset, con la aprobación de Netanyahu, rechazó la participación de un partido palestino en las elecciones, al tiempo que respaldaba a uno kahanista de extrema derecha que ha abogado por la violencia y el odio contra los palestinos. Esta decisión, sin embargo, fue revocada recientemente por el Tribunal Supremo.
El propio AIPAC contribuyó a esta entrada del extremismo israelí profundo al invitar, por primera vez, a un líder de los colonos israelíes a dirigirse a la conferencia. Este paso muestra la inclinación cada vez más hacia la derecha entre el liderazgo y la tropa de la organización.
Alejando al AIPAC
En esta vorágine saltó el grupo demócrata progresista, Moveon.org, con una campaña de @skipaipac. Otras organizaciones nacionales, como Jewish Voice for Peace, se unieron para ampliar el mensaje a la comunidad judía.
Como resultado, la semana pasada casi todos los candidatos presidenciables demócratas actuales anunciaron que no asistirían ni se dirigirían a la conferencia.
Los únicos aspirantes que permanecieron a bordo fueron Amy Klobuchar y Cory Booker, ambos estrechamente identificados con la comunidad pro-Israel. Joe Biden, el no candidato más prominente, asistirá normalmente, aunque hasta ahora se ha mantenido en silencio. Dado su romance de décadas con el lobby, sería difícil para él mantenerse alejado.
Este rechazo al lobby israelí por parte de los principales candidatos demócratas a la presidencia no tiene precedentes. Es la primera bofetada importante en la cara que sufre AIPAC a manos de los fieles del partido.
Si bien una derrota aquí o allá ha ofrecido la esperanza de que el agarre de grupos como AIPAC podría estar debilitándose, hasta ahora resultaron solo pequeñas grietas en la represa.
Pero tener a la mayoría del campo presidencial demócrata abandonando AIPAC, y por extensión, el poder de los donantes pro israelíes que normalmente se habrían codeado con ellos esta semana, es extraordinario.
AIPAC simplemente nunca había sido rechazado de una manera tan abierta.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no necesariamente reflejan la política editorial de Middle East Eye.
Richard Silverstein escribe el blog Tikun Olam, dedicado a exponer los excesos del estado de seguridad nacional israelí. Su trabajo ha aparecido en Haaretz, Forward, Seattle Times y Los Angeles Times. Contribuyó a la colección de ensayos dedicada a la guerra del Líbano de 2006, A Time toSpeakOut (Verso) y tiene otro ensayo en la colección, Israel y Palestina: perspectivas alternativas sobre la estadidad (Rowman y Littlefield) Foto de RS por: (Erika Schultz / Seattle Times)
Fuente: https://www.middleeasteye.net/opinion/trump-aside-aipacs-power-waning
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