(Artículo publicado originalmente un día antes de las elecciones del 19 de febrero.) La política tiene mucho de amor y de irracionalidad, pero de todas las etapas de la vida política, la que más se parece a la adolescencia es la etapa electoral. Se trata de un corto período de tiempo en el que los […]
(Artículo publicado originalmente un día antes de las elecciones del 19 de febrero.)
La política tiene mucho de amor y de irracionalidad, pero de todas las etapas de la vida política, la que más se parece a la adolescencia es la etapa electoral. Se trata de un corto período de tiempo en el que los candidatos, como adolescentes en celo, tratan de enamorar a los ciudadanos intentándolos convencer de sus atributos existentes e inexistentes, engañándolos acerca de sus intenciones reales, tratando de que negar su reputación, de mentir sobre la de los demás competidores, intentando que no tengan en cuenta ni conozcan los propios antecedentes aprovechando todas las ventajas que brinda la corta memoria y el desinterés político de los ciudadanos de a pie. Son muchas las bondades que esperamos del sistema democrático, por eso llama tanto la atención que todo dependa de un instante crucial, este momento electoral, que sin duda es el más adolescente e irracional de la vida política. A mi criterio, debemos procurar mejorar la calidad de los procesos electorales porque están desacreditando todo el sistema democrático, transformándolo poco a poco en una plutocracia como la que domina la democracia norteamericana, donde para llegar al poder los candidatos al menos tienen que hacer una inversión entre 300 y 700 millones de dólares, sin la cual no podrán contar ni con la voz ni con las campañas y estrategias necesarias para acceder al poder.
Si nos comportásemos como adultos eligiendo una pareja, lo más importante, sin duda, sería disponer de información sobre su conducta pasada. La mala reputación logra disminuir el encanto de los malos amantes y de los malos candidatos. Así, los antecedentes de los candidatos políticos y sus partidos son como la reputación de los candidatos a amantes. Sin embargo, la memoria corta de la ciudadanía junto a una bien pagada campaña de comunicación, conseguirán transformar fácilmente a John Bobbit (el de Lorena) en Patrick Swayze (el de Ghost -o en español: Más allá del Amor-).
Si no podemos conocer los antecedentes de los candidatos, pues la mejor estrategia disponible es seguir el consejo de mi abuela. Ella siempre armaba su primer juicio sobre el observado valorando su entorno de amistades con el principio «dime con quién andas, y te diré quién eres».
Toda esta introducción no tiene más que este objetivo técnico, servir de guía al votante desorientado. Y siguiendo el consejo de mi querida vieja, lo que recomendamos es ver que están haciendo los amigos de nuestros candidatos en otras partes del mundo, en especial, amigos contemporáneos y cercanos como los de Argentina, Brasil y Bolivia.
Evaluemos pues los antecedentes de los amigos políticos del tándem Lasso/Viteri con Macri y Temer y los de Lenín con Evo Morales.
Si Lasso y Viteri se comportasen como sus amigos Macri y Temer, sucederían cosas tan increíbles como que los servicios públicos (gas, agua, bus, electricidad etc.) aumentarían entre 400 y 1.300% de un momento para otro sin consultarle, se reducirían los impuestos a los ricos en miles de millones de dólares a cambio de lo cual el país se tendría que endeudar en cifras equivalentes a un 25% del PIB en solo un año. El gobierno estaría a cargo de CEOs de empresas que tomarían sin complejos decisiones a favor de sus empresas como si no hubiese conflictos de intereses: los medios de comunicación serían silenciados ya que participarían de estos negocios; se reduciría el gasto en salud y educación; se desplomaría la inversión en ciencia y técnica; se mentiría descaradamente; se privatizarían empresas que generaban grandes ingresos al Estado gracias a los cuales usted podía tener servicios sin pagar tantos impuestos; los salarios aumentarían muy por debajo de la inflación; aparecerían centenares de cuentas no declaradas de estos CEOs en guaridas fiscales; se condonarían deudas fiscales multimillonarias de las empresas de los funcionarios; aumentaría el desempleo y la corrupción; se meterán presos a los disidentes; y se intentará proscribir toda oposición política a este descomunal negocio vía proscripción judicial. Eso ya lo vemos que saben hacerlo bien tanto Macri en Argentina y Temer en Brasil.
Ciudadano ecuatoriano, es momento de votar. Por su bien y el de sus nietos, inspírese en San Valentín y al momento de elegir la pareja con la que se casará los próximos 4 años y cuyas consecuencias le afectarán durante toda su vida, opte por el sexo seguro y compórtese como un buen amante adulto.
Fuente: http://www.celag.org/ecuador-busca-pareja-un-caso-de-amor-adolescente-en-la-campana-presidencial/